1. En la oscuridad del bosque

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La noche era oscura y el bosque estaba lleno de sombras. Solo se veía el tronco de un abeto enorme que parecía un fantasma. 

De pronto, un aullido de lechuza rompió el silencio y le heló la sangre. El suelo estaba mojado y cubierto de musgo. Una niebla fantasmal se enredaba entre los árboles y le impedía ver el camino.

Ella corría sin saber a dónde ir. Las raíces de los árboles le hacían tropezar y caer. Se levantaba con las manos heridas, apretando los dientes, y seguía corriendo.

Pero estaba agotada. Sus pulmones le pedían más aire del que podía respirar; el corsé le apretaba el vientre y le dolía.

El vestido, demasiado elegante para el bosque, le estorbaba. No sabía cuánto tiempo llevaba corriendo. Pero no podía parar, o mejor dicho, no se atrevía.

Algo la seguía por detrás, imitando su respiración agitada. Cada vez que se movía, oía un ruido extraño, como un susurro, que la asustaba.

Al oírlo, pensó:

«Este es el fin».

Lo que la perseguía era un monstruo. Tenía el cuerpo largo como una serpiente, y la piel negra como el carbón. Sus brazos y piernas eran desproporcionados y torpes.

Cada vez que se acercaba, parecía querer comérsela. No tenía ojos, ni nariz, ni boca, solo una masa oscura y pegajosa.

Se arrastró hacia ella con un ruido que hizo temblar la tierra.

Era un monstruo.

Si la alcanzaba, la mataría.

Un terror indescriptible la paralizó. Oía los crujidos de la hierba y los aullidos de los animales. Sabía que no tenía escapatoria.

Corrió como nunca, sintiendo que su cuerpo se revelaba y que su mente se nublaba. Se mordió los labios hasta sangrar, creyendo que era su último aliento.

De repente, vio una torre en medio del bosque. Le pareció extraño. No recordaba cómo había llegado allí. Todas las ventanas estaban iluminadas. Alguien vivía en esa torre.

Quizás allí podría encontrar ayuda. Así que usó lo que le quedaba de fuerza.

Llegó a la entrada, con la garganta seca. La puerta de hierro negro y antiguo estaba abierta. Entró saltando los arbustos.

Sus pulmones se cerraron, sin poder respirar. Cerró los ojos cuando todo se oscureció.

°☆☆°

Sintió un peso frío y húmedo detrás de su espalda. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba acostada en una cama.

La lluvia azotaba las ventanas con furia, como si quisiera entrar a la fuerza. Era una lluvia densa y torrencial, la más fuerte que jamás había visto. El agua caía en cascada por los bosques de abetos, ocultando los árboles bajo un velo gris. Era un milagro que hubiera encontrado este refugio en el vasto y oscuro bosque.

—Huh… —Un gemido reprimido salió de su boca. Sentía un dolor agudo en las manos y los pies, como si le hubieran clavado mil agujas. Recordó las caídas en el bosque, el musgo que le había inflamado las manos con su veneno verde. Al correr descalza por un camino de tierra lleno de ramas, sus pies se habían convertido en una masa sangrienta.

El Sendero de la LuzTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang