Capitulo 21

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  Verlo en la universidad y no poder caminar de su mano, tocarlo o besarlo era un fastidio total. Se sentía mal por Min-gyu pero ya no lo quería de la misma forma. No desde que Jungkook había llegado a su vida.

Con él, experimentaba emociones que jamás pensó que existieran dentro de su alma y eso era algo que no pensaba perder.

           Día cincuenta y nueve

  Subió de mala gana al carro de su padrastro. Ya estaba harto y solo iban pocos dias. Toleraba que estuviese con su madre pero odiaba tenerlo encima todo el tiempo.

Se bajó sin decir nada y entró a su casa, subiendo las escaleras
— Jimin — habló la mayor.

— ¿Qué? — se volteó a verla.

— ¿Cómo te fue hoy?, ¿por qué no has recibido a Min-gyu las veces que ha venido?

La miro con el ceño fruncido y una ceja elevada — ¿No se la pasan chateando?, pensé que así como te contó que tenía otro, también te contaría que lo mandé al demonio.

Su madre abrió los ojos a más no poder — ¿Sí lo estabas engañando?

— Claro que lo estaba engañando — confesó ya cansado — Min-gyu es un hombre que no le aporta ninguna emoción a mi vida.

— Pero estabas enamorado de él.

— Eso creí... Pero resultó que él estaba más enamorado de mí — sonrió — buenas noches, mamá. Si me lo permites, y está dentro del castigo, necesito ducharme y dormir.

Terminó de subir las escaleras y cerró la puerta con seguro.

— Yo tengo una teoría de quién puede ser el chico con el que está ahora — comentó Haesun, tomando de la mano a la mujer para ir a hablar en un lugar más privado.

Jimin se quitó la mochila y la lanzó al piso. Botó el aire contenido y volvió a inhalar. Tenía muchas emociones albergando su cuerpo, a punto de explotar. Jamás había vivido una situación similar, por ende, no sabía cómo enfrentarla.

A las nueve y media de la noche, se bañó y aplicó todas las cremas que siempre usaba. Lavó su cabello, vistió una bata de seda y tomó una pastilla para dormir.

Acomodó mejor las sábanas y sin cenar ni bajar a hablar con sus mayores, se acostó. Dió vueltas por un rato hasta que casi a las once, se quedó rendido.

   Se removió en la cama, buscando más calor. Esa madrugada hacia un frío del demonio. Sin embargo, no fue mucho lo que se puso mover — ¿Mmh? — abrió los ojos poco a poco, mirando hacia el cabezal, dándose cuenta de que sus manos estaban atadas. En ese momento despertó totalmente, percatándose de que también estaba amordazado y no podía ni hablar ni gritar.

Forcejeó hasta depositar su vista al frente. Un hombre estaba parado observándolo, llevaba cubierta su cara con un pasamontañas y sus manos vestían guantes negros.

El rubio se asustó y siguió tratando de zafarse, pero el contrario subió sobre la cama. Desplazándose como una bestia por encima de su cuerpo. Dejando las rodillas a cada lado de su cadera, impidiéndole aún más la movilidad.

Llevó su dedo índice a su boca, en un gesto de "Silencio", y luego pasó las palmas, cubiertas en tela de cuero por sus piernas. Provocando que cada poro se abriera y su piel se erizara, aún de miedo.

El enmascarado se acomodó entre sus piernas, le abrió la bata y empezó a mover la cintura, clavando una dura erección en su separación. Jimin solo jadeaba, sin saber qué hacer; sintiendo su corazón correr muy rápido. El hombre que estaba sobre él, se quitó un guante y llevo esa mano a su punto medio, haciendo círculos y estimulando su entrada. En ese momento, el rubio se percató de algo: conocía esa forma de prepararlo.

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