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Los días habían transcurrido con normalidad, ahora era un niño de 12 años que estaba al borde de reprobar la Escuela Secundaria y no sabía exactamente que hacer, habían pasado solo 2 semanas desde que volvio y todo lo que había hecho era dormir.

Y nada más, y eso le preocupaba bastante pero es que hay una manera de justificar, había visto morir a su amado por segunda vez, obviamente estaría deprimido.

¿Pero que podíamos hacer? Era el solo contra un Kisaki hambriento de venganza y muchas ganas de matar a su querido Takemichi que desde un inicio no sabe el por qué sucede.

¿Cómo era posible que aquel niño haya cambiado drásticamente en el pasar de los años? ¿Qué habrá hecho o pasado más bien? En fin, la vida la odia.

El día estaba muy nublado lo que provocaba que no supiese si era temprano o tarde, un clima perfecto para estar recostado en su cama sintiéndose aún más inútil que nada, el clima sin duda lo iba a ayudar más en su depresión. Pero como sabía que si seguía así no haría ningún cambio tomo la desición más difícil que nunca. Cómo pudo, se paró de la cama que lo apresaba y se dirigió al baño.

En otras circunstancias el seguiría todavía en su quinto sueño esperando a que su hermano mayor entrara a despertarlo a patadas pero está vez fue su mente quien estuvo en contra suya e hizo que se despertara a una hora que no era recomendable para si mismo.

Toda la noche estuvo teniendo pesadillas de su más odioso dolor, dormía y se despertaba haciendo que sus ojeras fueran más notorias dando la razón de que no había dormido nada bien a los ojos de los demás.
Con el espejo frente suyo pensó en salir a distraerse un rato puesto que no quería estar todo el día en su cama y su apariencia le daba más seguridad a su decision. Ya con la idea en mente, se arregló un poco el cabello, se puso una camisa blanca y encima una sudadera de color café resaltando con un pantalón negro que lo hacía lucir bien. Se admiro unos minutos en el espejo y salió con dirección a dónde el viento lo llevase.

Con todo sus problemas en mente y no saber cómo conllevar los, necesitaba un tiempo a solas, sólo el y sus ganas de morir, por ende, solo comenzó a caminar por las banquetas que lo alejaban del transcurso continuo de los autos, su camino estaba desolado, ni una alma se proponía a pasar más que una que otra persona. Sus manos se mantenían dentro de los bolsillos de la sudadera que llevaba puesta y sus ojos no tenían un punto fijo a dónde ver.

Con su mente ya más despierta con cada paso que lograba dar, se puso a pensar que haría, puso más atención y paso al otro lado con destino a un café, poco a poco fue llegando a la ciudad provocando que más concurrido se volviera el lugar, cosa que también se hacía más grande la distancia entre la carretera y los ahora ya edificios, su burbuja de espacio personal también fue parte del cambio puesto que eso hacia que se separase con el toque de cada persona que pasará a lado, ahora mismo acababa de ser reventada.

Se sentía de alguna forma incómodo así que solo camino más rápido rezando para que el lugar no estuviera tan lleno. Con la mirada ya fija en la cafetería que regulaba ir casi todos los años de su vida se encaminó más rápido, había empezado a llover.

Utilizo la capucha de su sudadera intentado que el agua no lo empapara por completo, cuando por fin llegó y entro, una de las meseras que se encontraba pasando le dedico un mirada preocupada acompañado de un "-¡Ay dios! Permíteme pequeño, deja voy por una toalla para que puedas secarte." Y con eso dicho, se dirigió a donde parecía ser donde solo podía entrar el personal autorizado.

No tardo más de 5 minutos en llegar con una pequeña toalla en manos, la sostuvo y se seco el cabello que no pudo evitar ser mojado hace unos momentos atrás.
Cuando por fin las gotas de su cabello sedaron se dirigió al mostrador para pedir su orden.

Cuando le dieron su café fue directo a sentarse a lado de una de las grandes ventanas del lugar, adoraba los días lluvioso.

Notaba cada detalle de esta, en la ventana caían varias gotas de lluvia haciendo que su vista hacia el otro lado fuese más complicada de ver, los autos seguían pasando y las personas ahora ya con paraguas pasaban.

Al no haber tanta luz, la vista de alguna forma de le hacía muy tranquila y reconfortante, se sentía sutilmente tranquilo y poco a poco su ánimos iban subiendo.

Tomo un largo sorbo de su café y justamente cuando iba a dar el segundo una persona llamo su atención.

-¿Manjiro?- esa voz.

-¿Takemitchy? - su mirada cruzó con la del azabache que acababa de entrar al lugar un poco mojado de la parte de abajo, sus pantalones se encontraban demasiado empapados y su sudadera no fue la excepción.

-Wow, que casualidad, no pensé encontrarte por aquí, pensé que odiabas la lluvia y por eso no saldrías. -hablo mientras se sentaba al frente suyo y le dedicaba una gran sonrisa - ¿Vienes solo o con Shin-nii?

-Vine solo, él estaba muy ocupa-

-¡!¿qué viniste solo?!! - hablo casi gritando llamando la atención de las pocas personas en el lugar- Ay... lo siento- se disculpo a lo bajo provocando una pequeña risa proveniente de Mikey que hizo sonrojar de la vergüenza al de ojos azules.

-¿Y tu?- pregunto curioso dándole otro sorbo a su café.

-Vine con papá, pero dijo que pasará a saludarte.-dijo dirigiendo su mirada hacia su papá que se encontraba muy ocupado en una llamada.

-Increíble... ¡Oh si! Takemitchy, mañana será el concurso de baile en la escuela, ¿ya tienes pareja? -pregunto algo entusiasmado en sus palabras e intentado hacer que sus ojitos brillarán de una forma que para ser sinceros, para él no era difícil de hacer, si era un niño, tenía que actuar como uno.

-Amm -se froto la barbilla intentando recordar si la tenia o no- Mmnop, y tú ¿Manjiro?

-No, tampoco... - Ambos chicos quedaron mudos intentando saber que decir, Mikey sabía perfectamente los sentimientos que tenía Takemichi, lo sabía porqué el mismo se lo había dicho desde que momento le había empezado a gustar. Por ende, aprovecho el momento.- ¿Quieres ir conmigo?

- ¡¿Ehh?! -hablo exaltado con su cara completamente roja, Dios santo, se iba a desmayar.

-¡S-si no quieres no! -dijo con las manos frente suyo como si intentará detener algo.

-¿Que? No, no... Si, si quiero...- lo último lo hablo a lo bajo dando referencia a qué le daba pena admitir de que si quería ir.

-Bien - se paró de su asiento, miro hacia la ventana y la lluvia ya había cesado- entonces, nos vemos mañana, pareja - le guiño el ojo de modo coqueto haciendo que el Hanagaki se sintiera aun más avergonzado, su si sonrojo se hizo más notorio hasta llegar a su cuello y orejas. Amaba esa imagen. - te veo mañana, yo paso por ti, ¿de acuerdo?

Las palabras no salían por lo tanto solo asintió.

Manjiro salió de la tienda con dirección a su casa, ya se sentía de alguna forma muy tranquilo y relajado, su ánimo subió muy repentinamente, los ojos le brillan más que nunca y parecía que sus cabellos necios también, y entonces lo entendió todo, necesitaba a Takemichi. Takemichi era su sol, su lugar seguro, solo con verlo podría subirle el ánimo aún que sea con una simple palabra o mirada, y está era ela primera que tenía Takemichi sobre él, era Takemichi.

Sólo él lo haría feliz aún en los momentos más crudos y crueles de su vida.

Solo una vez más (Maitake) Where stories live. Discover now