XIX: SHAMELESS.

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“La creación de un monstruo”
PARTE II


La mayoría de las personas piensa que no tener vergüenza es algo malo, siempre te reclaman de ello, siempre tienen algo que decir. Y es algo que Jimin escuchaba con frecuencia desde que pasó toda su desgracia, siempre se encontraba la ocasión para mencionarlo… aunque no fuese intencional dentro de él causaba algo. Algo doloroso pero como buen masoquista mostraba una sonrisa complacida sin importar qué.

Así como ahora.

—Oh... eres un desvergonzado, Jiminie — exclamó su noona, tapándose la boca con su pálida mano mientras reía—. ¿Cómo te atreves a contarme detalles así, eh?

Oh…

El cabello húmedo de un Jimin adolescente se mostraba brilloso gracias a la iluminación del camerino de la mujer. Una bailarina más de Eodum pero siendo con la única que hablaba sin tener que cuidar con lo que decía. Park Hyori. Era demasiado hermosa para ese lugar y para los ojos que la acechaban cada noche cuando se subía a una pequeña tarima. Jimin sentía envidia de su bonito cuerpo.

—El señor Jeon siempre es así conmigo, ¿me culpas por presumir cómo es mi agradecimiento?

—Eres un niño sucio, muy sucio, ¿lo sabías?

—¿Estoy escuchando celos acaso?

La bailarina rió nuevamente.

—¿Que ese viejo pueda disfrutarte más de lo que yo hice?, por supuesto.

Acababa de llegar al club, llovía con fuerza y el corto camino que corrió del auto a la entrada de Eodum fue suficiente para empaparlo. Volvía de la casa de Jeon Ji-hu, el hombre lo había mandado a llamar cuando él estaba a punto de servirse un trago a las seis de la tarde, antes de que el lugar abriera. El celular que se le había entregado fue arrebatado con violencia antes de que una mano lo jalase con fuerza para llevarlo a un auto. Iba a quejarse por el trato recibido, claro que iba a hacerlo, más todas sus quejas murieron en su garganta cuando sus ojos se encontraron con los de Ji-hu, inyectados de furia pura, así como debía ser un buen tequila. Las manos del hombre estaban pintadas de rojo, el color aún goteaba de aquella piel, llorando. No sabía la razón y probablemente no quería saberla, suponía la profesión de su amante pero verla manchando la piedra bajo sus pies era otra cosa.

No hizo preguntas, sólo se limitó en aceptar todo lo que el hombre le hacía. Ji-hu fue rudo, golpes en el rostro, en su cuerpo. Mordidas y palabras de odio eran dirigidas hacia él como balas, rozando sin querer su pobre corazón roto. Quizá sin querer terminando de volverlo polvo y sus lágrimas acompañaron la caída de cada trozo.

Al despertar, lo primero que encontró fue una cama vacía y una vista hacia el cielo oscuro. Viendo una vez su cuerpo maltratado, se levantó de las sábanas para caminar hacia el baño. Jadeó varias veces cuando el dolor fue demasiado y se paró a mitad de su camino para sostenerse del marco de la ventana. Y sus ojos, rojos de tanto sufrir, lo vieron sin querer. Una silueta de alguna persona sosteniéndose la cabeza, sentada en un banco pequeño a un lado de los jardines. El querer bañarse pasó a segundo plano cuando la curiosidad lo mató y con toda la fuerza que le quedaba se vistió con la ropa que llegó. Trabajadores lo vieron cojear por los pasillos, más solo se limitaban a bajar la cabeza y continuar con sus tareas al reconocerlo. El camino al jardín trasero fue un calvario y le tomó más tiempo de lo que hubiese deseado su curiosidad. La persona seguía en la misma posición, tambaleándose de un lado al otro de manera sutil, pareciendo que le costaba respirar.

Avanzó.

Tal vez el charco de sangre debió alertarIo o de alguna manera asustarlo, pero en cambio tomó una toalla que estaba a un lado de la persona, igual de manchada que la que el contrario sostenía contra un lado de su cabeza y con delicadeza levantó su mano para quitar aquella toalla de las manos ajenas y sustituirla con la otra.

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⏰ Last updated: Feb 12 ⏰

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Детонирующий || KookminWhere stories live. Discover now