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— Perderas un poco de tu cordura. — ñ dijo sin más. —  Perderás un poco de tu alma y llegará algún día que te miraras al espejo y no te reconocerás.

Suspiré y asentí, estaba lista para eso, estaba lista para todo.

— Todos cambiamos, todos perdemos un poco de nosotros en el camino ¿Usted acaso se arrepiente de cambiar tanto por el señor Moldovan?

— No fui yo la que cambio, fue él.— Sonrió enamorada.— Él se volvió mí mano derecha, mí secuaz, mí verdugo... La locura de mí amor lo volvió tan loco que al final, se volvió una bestia sangrienta... Pero...— Ella me miró con ojos dulces y parecía incluso más joven, ella aún estaba muy enamorada de su esposo.— Él aún me ama como antes, nunca cambiará eso. Sé muy bien tu potencial Lacey, no te tembló la voz para consolar a mí hijo en su momento más vulnerable, no te temblaron las piernas para enfrentarte a ellos. Tienes mucho potencial pero ¿Realmente te volverías su verdugo? ¿Te volverías una bestia sanguinaria por ellos?

— Dicen que la primera vez que matas es difícil...— digo pensando.— Pero que la segunda vez es más fácil. Aunque claro, no es solo matar, es... Cambiarlo todo.— Suspiró y la miró.— soy ignirnate en muchas cosas pero eso no significa que no pueda aprender, enseñame y lo haré.

—¿Enseñarte?— Preguntó sorprendida.

— Luego lo de España les pedí que me entrenarán, ellos dijeron que si pero no creo que lo hagan.

— por supuesto que no, a los Moldovan le dan un ataque al corazón cuando ven a su pareja sostener un arma y tu.— se acercó a mí y me acarició suavemente el rostro, de forma maternal.— eres muy joven y pura. Realmente serías muy letal si lo quisieras. Bien.— Asintió con una sonrisita.— yo me encargaré de la mujer de mis hijos sea lo suficientemente peligrosa para cualquier enemigo, después de todo...— Ella respiró mí cabello de mis hombros con un gesto suave.— siempre quise una hija, sin embargo... Tendrá que obedecerme siempre Lacey ¿Lo entiendes?

— Si, señora.

— ¿Segura? ¿Aún si te pido lo impensable?— Preguntó dudosa.

— solo hay dos cosas que me importan: sus hijos y estar al lado de ellos para siempre. Lo demás es lujo.

— Bueno, en ese caso...— Me miró con ¿Orgullo?— Permíteme mostrarte de lo que eres capaz, pequeña. Pero antes... Yo te llevaré al médico.

¡¿QUE?!¡MALDITO RODERICK!

— a juzgar por tu expresión veo que te tome por sorpresa. Mis hijos no tienen secretos conmigo y me dijo que tu pequeña incómodidad con esa situación, ya que vamos a pasar ama tiempo juntos y ya que soy mujer y he experimentado eso mas veces que tu, supongo que es apropiado. Así que Lacey, está decidido, dentro de dos días iremos al ginecólogo.

Y con eso comenzó a caminar hacia la puerta de la sala que estaba cerrada pero antes que se vaya la detuve.

— señora... Yo...— ella se giró y parecía lista para decepcionarse.— gracias.— su expresión cambio a una de sorpresa.— por todo.

— aún no me des las gracias, hazlo dentro de 40 años cuando esté en mí lecho de muerte, si es que llegas para ese entonces. Tal vez, ya seas la señora Moldovan, por ahora veremos qué tan alto puede volar este pequeño colibrí.

Y con eso sonrió antes de irse dejándome con una sensación extraña, algo positivo, algo cálido... Cierto cariño o tal vez... Podría imaginarme que mí mamá podría decirme algo parecido. La señora Moldovan siempre quiso una hija pero yo siempre quise una madre.

Tal vez no solo ganare seis esposos, sino también una madre y un final feliz, solo debo luchar por eso.

(*)

Mi Problema con las "R" (Temporada Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora