↳ ੈ‧₊ ACTO 3

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Tras un largo día de clases dentro del temido periodo de exámenes, Ouma simplemente no podía esperar a llegar al salón del club de música para poder volver a interactuar con su profesor favorito. Era su gran anhelo después de una larga y exhaustiva jornada escolar, ver al Sr. Saihara y verlo tocar cualquier instrumento que tuviera por delante.

Sin embargo, lo único que observó al llegar al pasillo en el que se encontraba su aula fue un grupo de alumnos como él, cargando instrumentos en sus espaldas y conversando en confusión.

Ouma fue rápido en preguntarse a sí mismo la razón de la conmoción, pero sin querer preguntarle a otra persona, solamente se dedicó a escuchar cautelosamente lo que los demás jóvenes decían al respecto.

―¿Dónde está el profesor? ―preguntó un chico.

―Parece que no ha llegado... ¿Lo esperamos acá?

―Está cerrado... ¿Hmm? Podríamos esperarlo unos minutos... ―sugirió otra estudiante.

Y con eso, Kokichi se dio una vaga idea de lo que sucedía. El Sr. Saihara simplemente no había llegado todavía... quizá era demasiado temprano aún.

Hizo su mejor esfuerzo en no preocuparse por ello, pero conforme pasaban los minutos, ideas y escenarios de trágica naturaleza comenzaban a formarse en su mente. ¿Qué tal si le pasó algo malo a Saihara? Eso debía ser, como para que el salón estuviese cerrado...

Tragando saliva, se dedicó a distraerse en otra cosa.

Miró hacia la lejanía y luego a la puerta del salón. Había bastantes personas justo como él, esperando a que el responsable del club regresara. Sin embargo, ninguno parecía prestarle atención a su presencia.

A excepción de un chico que seguía mirándolo atentamente hasta el punto en el que lo ponía incómodo, Kokichi parecía ser el único alumno ahí que no tenía un grupo de amigos con el cual conversar o pasar el rato. Se sentía solo e insignificante en comparación a toda esta gente, puesto que sabía que no tenían nada en común.

Ya que el muchacho de los cabellos violeta no era exactamente afín a la música, él era afín al profesor del club. Shuichi era la única razón por la que él venía todos los días acá y sin él, simplemente no era lo mismo.

Había transcurrido media hora desde que llegó y no había indicio de la llegada del profesor.

―¿Qué hago aquí...? Este club no es lo mismo sin el Sr. Saihara ―susurró para sí mismo, visiblemente cabizbajo. Su cuerpo entero temblaba de lo exhausto que se encontraba, el estuche de la flauta siendo demasiado para sostener por todo este tiempo―. Quiero irme a casa.

Soltó un suspiro y, con la mente un poco más despejada, levantó la cabeza suavemente a pesar de la frustración que había dentro de su corazón. Su maestro no estaría feliz si lo viera siendo tan negativo.

Con cautela se sentó en el piso del pasillo contra una pared y abrazó la caja de su flauta travesera. Esperar al profesor de esta manera era mucho más cómodo que antes. Y si se concentraba en su respiración, podía fingir que todo estaría bien a pesar de la presión en su pecho, una sensación incómoda que presentía tragedia y desastre.

Así que esperó.

Y esperó.

Y esperó.

Hasta que eventualmente sus pálidos párpados se sintieron demasiado pesados como para seguir manteniendo los ojos abiertos y cayó en un ligero sueño. Ciertamente no era la manera más cómoda de disfrutar una siesta, pero su frágil cuerpo no podía con más.

↳ 🪈₊˚. ··· My Favorite Teacher »-Saiouma-«Where stories live. Discover now