↳ ੈ‧₊ ACTO 7

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Una vez tuvo la suficiente fuerza de voluntad para despegarse del cálido enjambre que formaban, Saihara buscó dentro de los cajones de su mesita de noche un par de peculiares artículos.

Se trataba de una diadema con esponjosas orejitas de conejo y un tapón anal que simulaba la cola del mismo animal.

Cuidadosamente posicionó el accesorio de la cabeza sobre el cabello violeta del menor, sacándole una tierna risita y prosiguió con el plug, reteniendo así toda la semilla dentro de su cuerpo para que no pudiera escapar de ahí.

―Ahora sí eres mi conejito ―carcajeó el Sr. Saihara, obteniendo como respuesta un atrevido movimiento por parte del joven Ouma. Este abrió sus piernas obscenamente, exhibiéndose con una sonrisita a pesar de no haberse recuperado de su orgasmo―. No puedo esperar a devorarte~ ―farfulló el de mayor estatura, abalanzándose contra el cuello de su opuesto para llenarlo de mordidas.

Comenzó juguetonamente mordisqueando sus hombros y cuello, pero lentamente este curioso comportamiento evolucionó a ser algo mucho más salvaje. Shuichi mordía la pálida piel con fuerza hasta extraer sangre, el metálico sabor cubriendo sus papilas gustativas.

Si Kokichi pudiera explicarlo de forma sencilla, el Sr. Saihara era como un lobo, atacando su frágil piel con sus colmillos. Era increíblemente doloroso, haciéndole soltar alaridos de dolor que se mezclaban con el ligero rechinar de la cama ante sus bruscos intentos de escaparse del agarre.

Sin embargo, también existía dentro de él un hambre que se saciaba en presencia del dolor. Un placer derivado de su propia agonía, que encontraba felicidad en vez su cuello y clavículas llenos de chupetones y hematomas...

Era como si su profesor lo estuviera marcando, haciéndolo todo suyo. Le debilitaba las piernas de solo pensarlo.

Y el mayor parecía notarlo, pues de limitarse solamente a la zona de los hombros y debajo del mentón, pasó a expandir su tacto por donde quiera que le fuese posible morder. Sangre goteaba de su barbilla a pesar de no estar haciendo tanto daño como uno principalmente pensaría.

El muchacho petite, por el otro lado, parecía estar aprendiendo a disfrutar de la situación, ya que su cabeza comenzaba a dar vueltas y vueltas como juego de carnaval cada vez que los dientes ajenos se enterraban en su cuerpo y lo sometían a un ardor momentáneo.

Se sentía, tan, tan, tan bien... era imposible no gemir y jadear con el contacto tan violento que se le estaba brindando hasta el punto en el que tenía que morder su propio labio con la finalidad de no soltar un exceso de sus ruidillos de placer.

Anhelaba siempre más.

―Cómame, Sr. Saihara... devóreme ―chilló en lo bajo, sin pensar realmente en lo exagerada que era su petición. No pensaba en nada más que en el placer que sentía, la manera en la que se le debilitaban todas las extremidades―. Soy un conejito muy malo, me merezco todos sus castigos... soy todo suyo...

El profesor de música tomó la sugerencia con gusto, sonriendo maliciosamente antes de poner al chico sobre sus cuatro extremidades, despojarlo del cualquier objeto que fuese una barrera entre ellos y penetrarlo sin alguna otra advertencia. Su modo de actuar era brusco e inesperado, pero eso era lo que uno debía aceptar al acostarse con él.

No podía evitar ser tan cruel cuando las sensaciones eran tan gratificantes. La manera en la que su miembro entraba y salía del apretado ano de su estudiante era más allá de maravilloso.

Estaba un poco menos estrecho que de costumbre debido a que ya lo habían hecho recientemente, pero no sentía que carecía de ese elemento que hacía de Kokichi, Kokichi.

↳ 🪈₊˚. ··· My Favorite Teacher »-Saiouma-«Where stories live. Discover now