III

533 19 9
                                    

—Y entré y ví al huevón de mi hermano viendo una porno dónde la chica se la metía al hombre, fue lo más turbio del mundo— Se burló Fabrizio — O sea no es que sea algo malo, pero igual me dió risa.

Estábamos en clase de inglés, pero la profesora no tenía ganas de trabajar y dijo que hiciéramos algunas páginas del libro, aunque de todos modos nadie las hacía. Así que mis amigos juntaron sus pupitres para poder conversar, aunque no siempre de los temas más normales del mundo.

Ya había pasado casi una semana desde que el cielo se tornó gris en aquel parque infantil, pensé que había sido algo de un día, pero ese sentimiento de vacío me fue siguiendo como una nube sobre mi cabeza, lo único que me quedaba era esperar que desapareciera. Aunque en las noches seguía pensando en ese diminuto deseo que tuve de querer ser un niño otra vez, enserio quería pensar que era una idea que pronto desaparecería, pero nunca lo hizo.

—La verdad yo creo que esa huevada es rica— dijo Estéfano con una sonrisa tonta — La firme yo si me dejaría.

—¿Qué hablas?, eso debe doler cómo el infierno—

—Yo creo que todos tienen fetiches, unos más raros que otros pero fetiches al final

Yo estaba callado, no quería decir nada fuera de lugar, aunque llevaba años practicando cómo elegir siempre las palabras correctas sin poder ser juzgado no quería tomar riesgos en temas que desconocía, como este, sin embargo el solo hecho de poder sentir compañía era suficiente.

Siguieron hablando varios minutos más, nada destacable, por supuesto me hacía gracia su forma de expresarse, pero cuando percibí que no aportaba nada me desconecté un poco, incluso llegué a hacer algunas páginas del libro mientras los escuchaba, pero lo último que había dicho Fabrizio capturó toda mi atención.

—Sí y pasaron cómo un documental de un tipo que vivía como un bebé, o sea usaba pañales y hasta tenía un cuarto, eso sí es bien enfermo— Fabrizio puso una cara de disgusto al decir eso.

—Sí eso ya es enfermo— contestó Estéfano también con un expresión de disgusto y burla a la vez.

Siguieron hablando poco tiempo más antes de que la campana sonara indicando el cambio de hora y última clase del día, volvimos a acomodar los pupitres, afortunadamente sólo tocaba clase de historia y la profesora hablaba y dictaba más que nada.
Tenia tiempo para ahogarme en mis pensamientos sin que nadie me interrumpiera. Aunque no sé si era realmente algo bueno.

Lo que Fabrizio había dicho me dejó muy intrigado, ¿Un adulto que era tratado como un bebé? Sonaba extraño, hasta repulsivo, pero luego pensé, ¿No es lo que yo había deseado gace unos días?

¡Claro que no! Yo no era ningún pervertido, sólo estaba en un momento vulnerable, además, con solo mencionar eso a todo el grupo le pareció la cosa mas asquerosa del mundo. No quería saber lo que podrían decir de mí.

Me estresaba tanto siquiera haber pensando en mí, el chico más guapo del colegio usando pañales y chupándome el dedo cómo un idiota...

Y de repente mi cerebro me apuñaló por la espalda y tomó control propio. Me visualicé a mí mismo acostado dentro de una cuna, tenía algunos peluches a mi alrededor, entre ellos el osito de mi infancia, el cuál abrazaba contra mi pecho desnudo, no tenía nada de ropa puesta más que un gran y cómodo pañal, también tenía chupón, el cual succionaba lenta y plácidamente. Sentía tanta paz, no había nadie ni nada por lo que preocuparme. Podía sentir el calor de las mantas de bebé contra mi cuerpo junto a la suave textura del oso de peluche, por alguna razón no quería despertar de esa traidora fantasía, me veía tan... Feliz.

Pero ya soy feliz, dijo mi cabeza, de hecho más como un grito recriminatorio. Debería serlo, tengo a los chicos más populares del colegio como mis amigos, me invitan a todas las fiestas posibles, tengo una novia bella y maravillosa, por no contar a todas las chicas que se me han declarado que me elevan el autoestima; y nadie me exige nada porque sólo con ver lo hermoso que soy es suficiente. Cualquiera querría estar en mis zapatos, la aprobación es lo único que todos quieren y yo me la he ganado, aunque esté mal decirlo en voz alta.
O al menos quiero convencerme de eso.

Principito (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora