V

452 23 3
                                    

Las puertas estaban cerradas, al igual que todas las cortinas. No iba a dejar que ni un rastro de luz se colara en mi habitación.

Mis nervios estaban por los aires, junto con una sonrisa involuntaria en mi rostro.
Por fin había llegado el día, por fin toda mi curiosidad sería saciada. Cometer este pequeño crímen es lo que más había deseado todos estos días y por fin estaba a la palma de mi mano. Podría bromear por horas de cómo todo iba a salir mal.

Tenía el pañal en mis manos, sentado en mi cama destendida, jugueteando y sintiendo su polietilena textura. Lo acerqué a mi nariz para olerlo levemente, sentía que podía respirar paz y seguridad con sólo tenerlo.
Era una sensación de alivio indescriptible, como tener una mantita cubriendo todo tu cuerpo todo el tiempo.

Desdoblé el pañal sobre la cama, me sorprendió mucho ver lo grande que era, pero eso me puso aún más contento. Mis mejillas se colorearon de rosa y casi suelto un chillido. No podía creer que estuviera haciendo esto, nisiquiera en todas las noches que pasé sobre ensoñando me hubiera imaginado a mí tan emocionado por extender un pañal gigante sobre mis sábanas. Y mucho menos que fuera MÍ pañal.

Primero me quité la camiseta rápidamente para luego seguir con el chándal junto con mis bóxers de un solo tirón, quedando como llegué a este mundo, como un bebé.

Ya había leído varios tutoriales de cómo ponerme un pañal, estaba seguro de que podía hacerlo, no tenía crema o talco a la mano, pero con ponermelo era más que suficiente.

Una vez que identifiqué la parte frontal, me recosté sobre el pañal, tomé las orejas delanteras y las junté con las cintas traseras, cerrando el pañal. No era tan difícil como pensaba. Nisiquiera mi pequeña erección fue un obstáculo.

Cuando cerré la última cinta y lo tuve totalmente puesto, el tiempo se detuvo totalmente. Una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo como un chispazo de electricidad.
Sentía como si una nube hubiera bajado del cielo para darme un cálido abrazo susurrándome que todo iba bien.

Me sentí tan infantil, tan pequeño, tan indefenso y a la vez protegido. La sensación era simplemente maravillosa, tener ese pequeño bulto entre las piernas me hizo sacar una risita tonta. Ver mi cuerpo desnudo con nada más que un pañal hacía parecer mi fría habitación como un paraíso. Podía imaginar una gran cuna a mi alrededor, con muchos peluches con los que jugar y no tener ninguna responsabilidad o preocupación más que divertirme. Había leído de este estado mental, se llamaba "Little Space" y yo estaba adentrándome rápidamente sin poder regresar a la adultez.

Nisiquiera lo pensé, pero mi pulgar fue hasta mis labios y empecé a succionarlo, lo cual sólo derritió aún más todos los pensamientos adultos que tenía, dejé de ser el adolescente con un grave caso de inseguridad para ser un simple bebé, un bebé feliz.

Dí un par de vueltas sobre el colchón envolviéndome entre las mantas, movía mis piecitos cómo había visto que lo hacían los bebés y trataba de sentir el pañal de todas las formas posibles, se sentía tan bien tener ese trocito de nube entre las piernas.
Mi frágil mente había entrado a mi little space, incluso daba risitas tontas y algunos balbuceos, sonaba estúpido, ¡pero no quería dejar de hacerlo!, era lo más divertido y placentero que había hecho jamás.

Después de salir de mi pequeño trance de regresión me acerqué a mi espejo, usualmente lo usaba para torturarme. Pasaba horas tocando todo mi rostro casi queriendo arrancármelo. Pero esta vez de verdad tenía emoción por ver como me quedaba el pañal.

Al verme a mí, el chico que se exigía la perfección constantemente, con el cuerpo "correcto" por el que tanto había muerto de hambre incontables días con este mapa de dismorfia cubierto únicamente por un gran pañal hizo que mi cerebro dejara de funcionar unos momentos. Me ví a los ojos, casi siempre gritaban frustración, pero esta vez caían dulces estrellas. Y ese guapísimo chico en el reflejo me dijo "este eres tú".

Principito (ABDL)Where stories live. Discover now