-¿Sabes? Mi abuela decía que estas flores son un símbolo de amor no correspondido- habló Nathan hacia su novio. Madison miró a su novio y notó como éste ya la estaba mirando.
-Que curioso, Chicago, hay unas flores que representan nuestra relación- c...
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—¿Entonces?— preguntó Madison, mirando al matrimonio Walter —. ¿De qué querían hablar?.
—Sobre tú y Isaac— respondió George sin remordimientos —. Escucha, no tenemos problemas con que ustedes dos sean novios, al contrario, estamos felices por ustedes dos.
—Gracias... supongo.
—Estamos felices con que ahora sean una pareja, pero no permitiremos que hagan... eso... en la casa— finalizó Katherine. El ceño de Madison se frunció.
—Ay, por Dios, no— negó la pelirroja.
—Bien, bien... solo queríamos asegurarnos— aclaró George mientras le entregaba una amplia sonrisa
—Madison, vamos o llegaremos tarde.— llamó Danny, entrando en la cocina —. Dios, tardan una eternidad en hablar.
—Ay, cállate— ordenó la pelirroja mientras salían a la entrada de la casa —. ¿Y Cole?— preguntó al no verlo. Alex señaló hacia el frente, donde podían apreciar a Cole subiendo a la camioneta de uno de sus amigos.
—¿Qué le pasa últimamente? Su teatro de rebelde sin causa ya está muy desgastado— habló Nathan.
—Creo que hoy seré el chofer— comentó Danny —. ¿Y las llaves?.
—Ah... yo no las tengo— respondió Nathan.
—Nos dejó las llaves, ¿verdad?— Alex río, provocando que todos suspiraran con enfado.
—Y la mañana recién comienza...— murmuró la pelirroja, para empezar a caminar. Si querían llegar a tiempo deberían acelerar el paso.
[•••]
La carrera de Jackie estaba por comenzar, y se la notaba sumamente nerviosa a la neoyorquina. Esta se acercó a sus amigos luego de haber recibido algunas palabras de Collins.
—¿Qué pasó, Jackie?— preguntó Skylar.
—Collins quiere que corra los cuatrocientos metros. Erin no está— respondió Jackie. El ceño de Madison se frunció al enterarse que su amiga no participaría en la carrera, pero rápidamente recordó como está le había dicho que tenía que enseñar para la obra.
—¿Y quién correrá los relevos ahora?— preguntó Madison.
—Ahm, pues también yo. Creo que voy a enloquecer.
—Oye, tranquila. Tu puedes. Solo recuerda respirar— bromeó el pecoso —. Ah, olvidé algo en mi casillero. Cuiden mis cosas— éste se marchó.
—No se que cara poner ante lo que acabo de ver— confesó la pelirroja.
—Estamos ignorando todo lo externo. Sin novedad en el frente Walter.
