Capítulo 12

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Harry se despierta con un leve gruñido, estirando sus extremidades y tratando de desenfurruñarse del todo. Durmió tan pero tan bien, abrazado a Louis, recostando su cabeza sobre el pecho del alfa y respirando su aroma a canela durante toda la noche.

Tan relajado y dulce, el picor en esa esencia había desaparecido, al menos durante esa velada.

La primera reacción del omega es sonreír de oreja a oreja, cubriendo su rostro con las sábanas al recordar lo ocurrido el día anterior, casi como si se tratase de la primera ilusión amorosa en su vida y sintiéndose como un adolescente al que se le cumplió el sueño de salir con el alfa que le gusta.

Todo fue tan perfecto, no sólo en las acciones de Louis y en la forma en la que lo trató sino en cómo Harry se había sentido estando en sus brazos; seguro, protegido, importante y valioso. Querido.

El omega se gira hacia la fuente de luz que da sobre los pies de la cama y se encuentra con unos ventanales que dan hacia un balcón, uno que debe tener vista al hermoso jardín en donde compartieron una tarde inolvidable.

El sólo recuerdo de lo ocurrido el día anterior le provoca escalofríos en la piel; todos los besos y las caricias que Louis depositó en su cuerpo le proporcionaron tanto placer y regocijo, su omega no podría estar mas encantado con el alfa.

Hacía demasiado tiempo que no experimentaba sensaciones tan maravillosas, sobre todo después de la serie de desgracias de las que fue víctima.

Louis y Andy se han convertido en una especie de bandita de sanación para mi corazón y mi alma.

Porque si, hay algo en ese alfa que es diferente, que le dice que ahora sí es el alfa indicado para él; que debe confiar y abrirse, permitirle que le adore y viceversa.

Harry se baja de la cama, acomodando un poco la caída de su camisón nuevo, otro de los regalos de Louis pues el omega no podía dormir con su vestido puesto, estaba sucio y arruinado. Al parecer, Louis se había adelantado un tanto, dando por hecho que él se quedaría a pasar la noche, por ello ya le tenía listo un par de camisones para dormir, unas zapatillas y... unas bragas también.

Louis le había argumentado que esas cosas de omega habían sido escogidas por su hermana Lottie y que él sólo le había indicado qué era lo que necesitaba, aún así, a Harry le habían fascinado todos y cada uno de sus regalos.

Va hacia el balcón de la habitación, está en forma de medio circulo al igual que el barandal que lo rodea, Harry se recarga sobre este, gozando del baño de sol y del sonido de los pájaros cantando en la mañana. El jardín de la casa de Louis es precioso; muy grande, verde, lleno de plantas y flores, la carpa improvisada y el nido siguen ahí, ocupando el centro del enorme espacio.

Unas manos se posan en su cintura, abrazándolo desde atrás, la ligera brisa que pega contra su cuerpo le trae el aroma de la canela, revelándole la identidad de la persona a sus espaldas.

—Buenos días, omega. —Le susurra en el oído y deposita un beso en su hombro, aspirando su dulce fuente de olor—. ¿Dormiste bien?

Harry cubre las manos ajenas con las propias y recarga su cabeza contra la del alfa. —Demasiado. Fue una noche perfecta. El día entero lo fue en realidad.

—Me alegra que haya sido así. Todo lo que quería era que fuese especial.

Louis hace por girar el cuerpo del omega para tenerlo de frente, Harry le coloca los brazos en el cuello y se deleita con la apariencia del alfa, tiene el cabello aún mojado por la ducha y está vestido con unos pants negros y camisa blanca casual.

No se ha afeitado, y eso le encanta a Harry.

—Especial se queda corto. —Sonríe—. Todo lo que has hecho por mí en tu cortejo ha sido inolvidable.

Kiwi // L.SWhere stories live. Discover now