Harry apenas tiene tiempo para procesar el cambio en su entorno cuando Robert emerge desde la esquina sombría de su dormitorio. La visión envía una sacudida a través del pecho de Harry, dejándolo congelado en su lugar.
La apariencia física de Robert es un marcado contraste con el alfa dominante que Harry recordaba. Su antes imponente figura ahora parece demacrada y macilenta; sus pómulos están pronunciados bajo una piel pálida y cetrina. Su cabello rapado revela parches irregulares de vello, y sus ojos inyectados en sangre se mueven erráticamente, traicionando una mezcla volátil de agotamiento y algo mucho más siniestro. Desprende un olor a alcohol rancio, sudor y el amargo hedor de una colonia barata, un aroma tan penetrante que hace que el estómago de Harry se revuelva.
—Harry. Mi pétalo —exhala Robert, su voz baja y arrastrada, junto con el uso de ese apodo, deja a Harry completamente helado. Avanza tambaleándose un paso más cerca, sus botas resonando pesadamente contra el suelo de madera. Su mirada se fija en Harry con una intensidad inquietante, una mezcla de desesperación y posesión—. Tenía que verte. No tienes idea de cómo ha sido... sin ti. Siento que me estoy volviendo loco.
El corazón de Harry late con fuerza en su pecho, sus instintos le gritan que corra, pero sus pies están pegados al suelo. El depredador en los ojos de Robert lo mantiene cautivo, incluso mientras su aroma, agudo y acre, cargado de agresión, hace que la piel de Harry se erice.
—¿Cómo entraste? ¿Qué estás haciendo aquí? —La voz de Harry suena más firme de lo que se siente, pero sus manos temblorosas lo delatan. Agarra su teléfono con más fuerza, su pulgar flotando sobre el botón de llamada de emergencia.
Robert da otro paso adelante, su sonrisa es a la vez lastimera y amenazante. —Te extrañé, bebé —balbucea, arrastrando las palabras—. Mi vida es un infierno sin ti.
Harry retrocede un paso, sus instintos obligando a su cuerpo paralizado a mantener distancia.
—Tienes que irte —dice Harry, su voz temblando—. No puedes estar aquí. Hay una orden de restricción y la estás violando. Tienes que irte. Ahora.Robert se ríe amargamente, sacudiendo la cabeza.
—¿Orden de restricción? Vamos, Harry. No hablas en serio. Me importa una mierda ese papel. Tenemos historia. No puedes simplemente borrarme así. Aún estamos vinculados. Siempre estaremos vinculados.
Sus ojos recorren a Harry, y por un momento, hay un destello de algo más suave.
—Lo siento, ¿de acuerdo? Sé que la cagué, que lo arruiné todo, pero he cambiado. Fui a mi terapia y todo, pero... he pasado por un maldito infierno sin ti. Solo... dame otra oportunidad.
—¿Otra oportunidad? —La voz de Harry se eleva, incrédula—. ¿Después de todo lo que me hiciste? ¿De verdad crees que enviándome ese paquete, apareciendo aquí sin invitación y rompiendo la ley, es como te ganas eso?
El rostro de Robert se endurece ante el rechazo, y su comportamiento cambia. Da un paso más cerca, obligando a Harry a retroceder hacia el borde de su cama. —Siempre has sido dramático —murmura con desdén—. Estoy tratando de arreglar las cosas. ¿No me debes al menos eso?
—No te debo nada —espeta Harry, aferrándose a su teléfono como un salvavidas—. Tuviste tanto tiempo para arreglarlo, y todo lo que hiciste fue demostrar por qué me fui.
La mandíbula de Robert se tensa, y sus ojos se entrecierran. Justo cuando el teléfono de Harry vibra con una llamada entrante -el nombre de Louis iluminando la pantalla-, la mano de Robert se lanza y lo arrebata antes de que Harry pueda contestar. El movimiento repentino hace que el corazón de Harry se acelere.
—¿Quién es este? —exige Robert, mirando la pantalla. Lee la notificación de la llamada perdida y luego el mensaje que llega segundos después:
"Tengo un mal presentimiento, amor. ¿Está todo bien? Llámame si necesitas algo."
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Kiwi // L.S
RomanceHarry es un lindo omega y dueño de una guardería, él vive intentando compensar el dolor de su corazón entregando su vida al cuidado de pequeños cachorros. ¿Un omega defectuoso? No puede más que soñar con la idea de una vida feliz. Pero Louis es un...