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"... La vida es como un rompecabezas,

cada pieza tiene una razón,

un lugar y un porqué.

No insistas en colocar piezas

donde no caben..."



Pov San

Aunque quisiéramos fingir que nada había pasado y todo estaba bien, la realidad nos golpeaba con fuerza cada día a la cara.

Apenas miraba los puntos en las muñecas de mi chico oreo se me estrujaba el estómago, retorciéndome las tripas de una manera que me hacía querer rendirme.

Nada estaba bien.

Wooyoung había intentado suicidarse y fue la mañana siguiente al despertar, cuando supe de verdad hasta el punto del abismo al que había llegado.

Apenas se levantó de la cama caminó hacia mí en silencio, tambaleándose, corrí rápidamente para sujetarle en cuanto le vi y él se apretó contra mí, abrazándome, hundiendo la nariz en mi cuello apenas susurrando:

—Lo siento... ¡de verdad siento tanto hacerte pasar por eso!— lo abrace tan fuerte que los pies se le habían despegado del suelo.

—Estoy aquí contigo, lo solucionaremos, todo estará bien mi omega porque te amo y no me alejaré de ti jamás, hagas lo que hagas— afirmé acunándole con cuidado, haciéndole cosquillas entre el cabello con la nariz.

—¿Qué vamos a hacer ahora?— preguntó asustado, vergonzoso de mirarme como si hubiera cometido el delito más grave del mundo.

—Buscaremos ayuda para superar esto, pero por favor, no vuelvas a intentar algo así, yo no podría vivir sin ti Wooyoung, ni un solo día— rogué, siendo esta vez yo quien lloraba en su hombro, liberando todo lo que tenía retenido dentro, el miedo, la impotencia y la rabia.

Pasaron semanas entre clases y largas terapias psicológicas en las que apenas veíamos avances, no era mucho lo que yo podía hacer más que esperar aquellas horas sentado en una sala vacía, para que cuando él abriera la puerta supiera que aún seguía allí, apoyándolo.

A veces solía preguntarme si servían de algo o si realmente eran efectivas ya que su lobo seguía ausente, pero intentábamos mantener el optimismo aunque fuera difícil.

Dos meses más tarde llegamos a un punto muerto en su recuperación, repentinamente no hubo retrocesos pero dejó de avanzar y yo sabía que necesitaba un empujón extra, alguna cosa que le ayudara a querer seguir adelante.

Fue en una cafetería en el centro el sitio donde me citó Yuta para encontrarnos una de aquellas tardes.

—Aquí están todos los datos que me pediste— dijo extendiéndome un sobre con un folder negro dentro con fotos y mucha información.

—Gracias, sabía que podía confiar en ti, amigo— contesté con una sonrisa mientras abría el pequeño paquete.

—No sé para qué quieres esto, pero ten cuidado, ese tipo es peligroso— sugirió preocupado sujetando mi mano.

—Lo tendré, no te preocupes, solo cuéntale al tío que me está entorpeciendo mucho mi camino— respondí mientras me levantaba despidiéndome para irme de allí.

El sábado por la mañana, desperté a mi omega con el desayuno en la cama acompañado de una larga sesión de besos, mimos y caricias.

—Estás muy cariñoso hoy— habló riendo sobre mis labios colgándose de mi.

la marca Woosan  Sanwoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora