CAPÍTULO 4

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Desde su trono observó al hombre que era arrastrado hacia ella, encadenado y amordazado, golpeado por sus guardias.

La sangre corría por el rostro del hombre hasta caer sobre las alfombras azules que decoraban el suelo.

Al fin.

Ahí esta frente a ella, el causante de toda una desgracia.

—Tangles —la mujer sonríe —Mi querido amigo.

El hombre empieza a respirar con fuerza, esta decidido arrebatarle la vida a esa mujer si sus manos se lo permitieran en ese instante, no le importaba su vida misma sólo quería acabar con la traidora.

—Yo no soy su amigo —gruñó —Traicionó a la humanidad.

Se sentía humillado al ser esposado, maniatado y arrodillado frente a una mujer que no era su rey.

—Me disculpo entonces... -Grecia se levanta de su trono dando unos paso hacia el hombre frente a ella —Pero quiero darte las gracias por las cosas buenas que has dicho de nosotros.

Lo cierto era que nada bueno había dicho. Era un espía infiltrado en su reino que llevaba noticias erróneas de cosas que no pasaban sólo para causar caos y provocar la desgracia a su pueblo.

—Eliott... acabara con usted, y todo este reino. Sus días se verán sombríos, oscuros porque pronto llegará su fin.

—Eso está por verse.

Intenta regresar a su trono, pero se detiene al escuchar su voz una vez más.

—¿Cómo pudo dejar entrar al enemigo a su reino?, ¿a caso esta cegada por el demonio? Su pueblo sufrirá las consecuencias de su traición.

Grecia se inclinó hacia él y estudio cada detalle de su rostro magullado por los golpes. Un hombre fornido, de contextura gruesa y nada delgado la mira con esos ojos negros atravesándole los suyos. Era simplemente un mensajero pensó Grecia, un espía que no tiene cuidado al entrar a otros pueblos y sembrar dudas sin conocer realmente la verdad.

—Eres libre de irte —sus palabras dejaron atónito su propio semblante —Pero dile a tu rey que si sigue lastimando a mi pueblos conocerá mi ira —el hombre se siente pequeño cuando la mujer se levanta mirándolo con desprecio desde arriba —Los valles del Este se mancharan de sangre y cenizas si continúan con esto.

Los guardias se llevan al hombre que no deja de gritar improperios ante su reina mientras ella se detiene un momento para pensar en todo lo que a causado tener a la joven mujer en sus tierras.

Nunca creyó que una mujer tan pequeña traería tantos problemas.

—Amadeo —el hombre inmediatamente se presenta al escuchar el grito de la reina —Asegúrate de que llegue a su destino. Eliott seguramente estará esperando nuevas noticias.

—Si, señora.

—No queremos que por un desvío en el camino terminemos con un ejército tocando nuestras puertas.

Grecia se desvía de camino hacia el jardín, necesitaba distraerse un instante, sentía su cuerpo al límite no había descansado los últimos días por las constantes amenazas que reciba de otros pueblos.

La traición hacia la humanidad que nunca fue realmente cierta, la verdad que escondía esas paredes era completamente distinta.

Cuando los rayos de sol tocaron su rostro se detuvo un intente deslumbrada completamente ante la imagen que sus ojos veían.

No pudo detener su corazón cuando empezó a galopar con violencia en su pecho.

Anira se encontraba sentada en el pasto verde observado las mariposas que revolotean a su alrededor mientras algunos rayos de sol se filtraban entre las copas de los árboles acariciándole el rostro. Algo sin duda maravilloso, era la primera vez que Grecia la miraba sonreír y ese gesto hizo que su piel se erizara.

En los huesos Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora