CAPÍTULO 6

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—Debemos ejecutarla.

—¡No!

—Su majestad a perdido la razón. Esa mujer nos ha causado muchas desgracias —gruñó Amadeo —Ya tenemos a todos los reinos en nuestra contra.

—Tiene que haber una razón para ese comportamiento. No podemos hacer acusaciones antes de un interrogatorio.

—Mi reina es muy justa, pero debe entender que esto ya se nos va de las manos —el hombre se levanta de la silla y camina hacia ella —Debe pensar en su pueblo antes que en esa mujer que apenas conoce.

Grecia no quiso pelear más, solo miró a su general que tiempo atrás también fue un desconocido de tierras lejanas.

Suspiro ante sus deseos egoístas y una gran necesidad de ver a la mujer la invadió. Necesita explicaciones que solo Anira puede darle, pero sólo fue recibida por un silencio sepulcral.
Tras esa celda de hierro se encontró con Anira irreconocible después de tres días su piel y su ropa le recordaron a Grecia la primera vez que la vio llegar a su palacio, y por extraño que fuese sintió dolor ante la mirada vacía que le regresaba la joven.

—¿Tienes algo que decirme? —Anira no respondió solo se encogió más en su lugar acurrucándose en la esquina de la celda lejos de las barras de hierro porque ya suficiente daño le esta causando las cadenas en sus manos y pies —Quiero que me digas qué pasó.

—No servirá de nada contarle.

Apretó los puños y miró por la rendija a unos pocos metros. La luna deja entrar los rayos de luz por la ventana. Al menos no estuvo en completa oscuridad, pero ya empieza—desde días anteriores—, sentir que su locura aumenta.

—¿Por qué?

—Algo no humano irrumpió su castillo —Anira trago en seco y sintió el ardor en su garganta. Se siente muy mal —Quiso culparme de algo que no hice y tal parece lo ha conseguido.

—¿Cómo puedo creerte? —Grecia apretó las barras con enojo, tuvo deseos de atravesar esas barreras y tomar a esa mujer por los hombros para que entrara en razón, que le explique mejor lo que dice, pero empieza a entender la poca fe que su cuerpo guarda —Fuiste la única allí.

—Ya no importa si me cree o no. Se que no hice nada. Se que es difícil probar mi inocencia porque tengo todas las de perder… después de todo encontró cuerpos desmembrado y la persona más sospechosa en el sitio.

Grecia se mordió los labios. La mujer tras las reja se rinde fácilmente cuando algo en su interior le dice que es inocente, pero cómo creer. Necesita pruebas para demostrar esa inocencia, pruebas que no hay. La angustia acompañada de sus dudas hacen que no soporte ver más esa imagen tras las rejas, por lo que sé marcha del lugar con el corazón completamente destrozado.

Esta deseando que la mañana no llegue nunca.

Lo peor se avecina.

Va hacer libre.

Pero no precisamente como hubiese esperado donde la dejan en la puerta para que se marche, sino de camino a ser ejecutada por un crimen que evitaba la reina.

Anira sería libre a la mañana siguiente, sí, pero a que costo.

En la distancia Grecia observa con mucha rabia a la mujer que era llevada encadenada hacia el altar. Subió los escalones y se presentó ante ella. Ambas se vieron a los ojos por un momento, y miles de preguntas se cuestionaron en silencio mientras Amadeo espera la orden de su reina. Grecia también esperó alguna reacción de parte de la joven abatida frente a ella, pero no obtuvo nada más que calma y aceptación por el destino que la espera, así que levantó su mano en señal de aprobación y fue colocada lista para su ejecución.

En los huesos Where stories live. Discover now