𝟎𝟑

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En la penumbra de la noche, mis pasos resonaban como un eco solitario en las calles desiertas. La realidad cruda de mis palabras se enredaba con la oscuridad que envolvía mi corazón, y cada callejón parecía reflejar las sombras de mis propias dudas.

Al regresar a la casa, la pesadez del arrepentimiento pesaba sobre mis hombros. La puerta, al cerrarse detrás de mí, resonaba como el eco de una sentencia. ¿Había destrozado irremediablemente lo que construí con Selen? Las palabras, como dagas afiladas, cortaban más profundamente en mi propia conciencia con cada latido de mi corazón.

Caminé por los pasillos vacíos, donde los recuerdos de risas compartidas y momentos de complicidad resonaban como susurros distantes. El silencio que ahora llenaba esos espacios me hacía cuestionar la validez de mis elecciones. ¿Podría alguna vez reconciliar la verdad cruda con la esperanza de un futuro menos oscuro?

Entré en la habitación que solíamos llamar hogar, pero la cama vacía y las sombras danzantes en las paredes contaban la historia de una conexión rota. Las preguntas martilleaban mi mente, preguntas sobre la fragilidad de la verdad y la posibilidad de reparar los fragmentos de lo que una vez fue un amor sólido.

¿Podría la verdad, aunque desgarradora, ser el catalizador de una redención inesperada, o solo se convertiría en la marca permanente de la destrucción que sembré? Las dudas giraban en espiral, como buitres oscuros, sobre mi conciencia, mientras me enfrentaba a las consecuencias de mis elecciones en la quietud de la noche.

Desesperación palpable se apoderó de mí al regresar a la casa, el aguijón del arrepentimiento hiriendo más profundamente con cada instante que pasaba. Mis manos temblorosas rebuscaron frenéticamente entre los rincones de la casa en busca de la carta que Jessica había dejado la noche anterior. El silencio de la casa resonaba con mi ansiedad creciente, y cada objeto parecía esconder el secreto que amenazaba con desmoronar lo que quedaba de mi mundo.

Los cajones se abrían y cerraban con un ruido sordo, la búsqueda desesperada llevándome de habitación en habitación como un espectro en busca de respuestas. La certeza de que la carta no estaba donde la había dejado me golpeó como un puñetazo en el estómago, alimentando la creciente paranoia de que Selen ya había descubierto mi traición.

La imagen de su rostro al leer esas palabras crueles se materializó en mi mente, y el peso del remordimiento se multiplicó. ¿Había destrozado irreparablemente el único vínculo que aún sostenía mi vida? La incertidumbre se apoderó de mis pensamientos mientras enfrentaba la posibilidad de perder lo único que aún me importaba.

La casa, antes llena de risas y complicidad, se había convertido en un laberinto de sombras donde mi propia verdad se volvía en mi contra. Cada rincón se transformó en un recordatorio de las consecuencias de mis elecciones, y el eco de mis pasos resonaba como el latido acelerado de un corazón atrapado en la trampa de sus propios errores.

Mis pensamientos oscilaban entre la desesperación y la esperanza frágil de que Selen aún no hubiera descubierto la traición. Mientras continuaba mi frenética búsqueda, una sensación de claustrofobia se apoderaba de mí, como si las paredes de la casa estuvieran cerrándose a mi alrededor.

Finalmente, en un rincón olvidado de la habitación, mis ojos se posaron en un trozo de papel doblado. Un nudo se formó en mi estómago al reconocer la carta de Jessica. Mis manos temblaban mientras sostenía la evidencia de mi traición, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal al imaginar el dolor que estas palabras causarían.

La sospecha de que Selen ya conocía la verdad se intensificó, y una sensación de inevitabilidad se apoderó de mí. La puerta de la habitación parecía más pesada, como si ocultara el abismo al que me enfrentaría al cruzarla. Con un suspiro tembloroso, reuní el coraje para enfrentar las consecuencias de mis acciones y salí al pasillo oscuro.

𝐒𝐢𝐧𝐯𝐞𝐫𝐠𝐮̈𝐞𝐧𝐳𝐚 - 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳Where stories live. Discover now