💧 ➪ 𝐃𝐨𝐬

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────. Gyatso ──── Milú fue detrás del hombre en cuanto la reunión terminó ────. Quiero estar ahí cuando se lo digas.

────. Milú, esto es algo que no te corresponde ──── el monje la miró con cariño ────. Déjame hacerlo. Estoy seguro de que Aang irá corriendo hacia ti cuando se lo diga.

────. ¿Tú estás de acuerdo con esto, Gyatso? Porque realmente necesito saber que no soy la única que se da cuenta de que Aang es solo un niño.

────. Un gran poder, Milú ──── el hombre puso sus manos en los hombros de la pelirroja ──── conlleva una gran responsabilidad. Tu destino y el de Aang están entrelazados desde que nacieron.

────. Eso no tiene sentido ──── Milú frunció el ceño.

────. Lo tendrá.

Gyatso acomodó su cabello detrás de sus hombros antes de darse la vuelta y alejarse, sin decir nada más.

La pelirroja estaba furiosa con los monjes, ¿cómo podrían hacerle algo así a un niño? Sí, Aang podría ser el Avatar pero no dejaba de tener 12 años, el destino del mundo estaba en sus manos, lo entendía, en serio que lo hacía. Pero... 12 años es una edad en la que sigues creyendo que si te portas mal un espíritu te va a llevar. Ningún niño debería ser obligado a enfrentar los horrores de la guerra.

Ella había estado en un sin fin de peleas, había visto de primera mano como la Nación del Fuego empezaba con sus ataques antes de irse, ir a refugiarse en su segundo hogar. Y sabía, con mucha certeza, que Aang no estaba listo para vivir algo así.

Aang, que creía que el mundo estaba dispuesto a sentarse y dialogar las cosas. Aang, que cada vez que dos amigos se peleaban insistía hasta que volvían a hablar. Aang era ese niño.

Milú caminó de un lado a otro, pensando en todas las formas en que podría salir mal, en que Aang saldría herido. Es decir, era obvio que en algún momento alguien iban a herirlo de alguna manera, pero maldición, desearía ser ella y no él. Desearía tener que enfrentarse a todo eso ella, ella que ya había visto la maldad en el mundo. En lugar de Aang, deseaba poder ser ella la que tomara ese poder y que su colibrí viviera una vida tranquila y normal.

Es que... Aang era demasiado joven, inocente y feliz para eso.

────. ¡Milú!

Ella no tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió dos pequeños brazos rodearla y luego los sollozos contra su pecho, de inmediato supo quien era. Le devolvió el abrazo a Aang con el mismo sentimiento, dejándose caer en el pasto para poder estar más cómodos. Aang lloraba contra su pecho de forma desconsolada.

────. Yo no pedí ser especial, Milú ──── lo escuchó hablar contra su camisa, ya húmeda por sus lágrimas ────. No quiero esto.

𝐌𝐀𝐃 𝐖𝐎𝐌𝐀𝐍| 𝖲𝗈𝗄𝗄𝖺 ✎Where stories live. Discover now