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Ahora realmente estaba cuestionándose por qué no rostizó a los soldados y al príncipe cuando tuvo la oportunidad.
────. Lleven al Avatar a una celda ──── ordenó Zuko una vez que estuvieron en la proa ────. Mientras yo indago sobre nuestra querida maestra fuego.
────. ¡No! ──── Aang se quejó, luchando para soltarse del guardia que lo sostenía, mientras se llevaban a Milú por otro camino ────. ¡No nos separen!
────. Tranquilo, colibrí ──── gritó la pelirroja, mirándolo por sobre su hombro ────. Estaré bien. Cuídate.
────. ¡Milú!
Pero ya habían doblado un pasillos y las protestas de Aang se dejaron de escuchar. La pelirroja se soltó del guardia, mirándolo con advertencia. Ella misma siguió al príncipe Zuko por los pasillos del navío, haciendo un mapa mental de anotaciones cada vez que daban vuelta.
Zuko la metió en una habitación con un empujón descuidado. La pelirroja miró a su alrededor, había muchas cosas del Avatar, una cama y más objetos personales. Se puso roja cuando se dio cuenta de que estaba en la habitación del príncipe, que ya había cerrado la puerta cuando entró.
Milú vio la oportunidad perfecta para usar dos de las armas las antiguas y efectivas, a favor de las mujeres: el coqueteo y la seducción.
────. Tú sí que eres rápido ──── sonrió con burla. Para estar encerrada con el príncipe de su nación, estaba bastante tranquila porque sabía bien que podría vencerlo ────. La mayoría me invita un café primero.
────. Soy más del té ──── replicó el príncipe, tomándose con diversión las palabras de la pelirroja. Ahí, dentro de esas paredes, no parecían ser más que solo dos adolescentes pertenecientes a la misma nación. Dos adolescentes que habían pasado mucho tiempo solos y buscaban un poco de atención del sexo opuesto ────. ¿Qué te hace pensar que tendrías el honor de que yo me fije en ti?
────. Bueno, estoy muy segura de que, si fuera un interrogatorio normal, no sería en tú habitación ──── se acercó a unas repisas para observar detenidamente las estatuas y cosas de los Avatares anteriores ────. Eso no me dice nada bueno de ti, llamitas.
────. Príncipe Zuko ──── corrigió.
Lo miró, haciendo un puchero burlón.
────. Creí que ya habíamos quedado en que tú no eres mi príncipe.
────. Y que la Nación del fuego no te representa, sí, te oí ──── rodó los ojos, haciéndole una mala cara. Pero después de eso la miró fijamente varios segundos, lo que puso a Milú nerviosa. Sabía lo que estaba pasando. La estaba reconociendo ────. Tienes mucho parecido a...
────. ¿No tienes agua? ──── lo interrumpió, fingiendo estar desinteresada. No podía dejar que él descubriera quien era, si seguía indagando sobre ella, sabría que solo bastarían unos libros de historia para saber más que lo que Aang sabía sobre ella ────. ¿Té? ¿O educación?
