13.

157 18 4
                                    

La verdad, tenía sentido. Entonces, ¿a quién le pertenecía la segunda voz? Sacudí la cabeza, confusa. Además, el que hablara con alguien la segunda vez (asumiendo que hablaba con alguien, claro; con ella no me sorprendería que no fuera el caso) indicaba que la conversación transcurría antes de que los trabajadores desaparecían; por lo menos diez años antes del día de hoy. 

En resumidas cuentas, tendría que vérmelas con una profesora con trastornos mentales y un (probable) historial de asesinatos que ya sabía de mi presencia allí y se conocía la escuela abandonada como la palma de su mano mientras yo me perdía cada tres metros. 

Seguro que sobrevivo.

Cuando me giré para volver a los conductos de ventilación, me encontré de cara con un muñeco colgante de Bunzo Bunny. Iba a ignorarlo y enganchar la mano derecha de mi Grab Pack para salir de aquí, pero me di cuenta de que había algo pegado a él. Un papel. Concretamente, un papel con rayas, como si lo hubieran arrancado de un bloc de notas cutre. Desconcertada, lo despegué. Al bajar no lo había visto. ¿Había aparecido de la nada? Ignoré el desasosiego y puse los ojos en blanco. Menuda idiota. Seguro que no me había fijado porque había estado tan  concentrada en encontrar la batería. Exacto. Eso era.

Me senté en el suelo de piernas cruzadas. Rodeada de las vallas estaría más o menos protegida, y quería asegurarme de no llevarme sorpresas desagradables cuando bajara la guardia para leerla. Por una vez, me sentí como si hubiera tomado una decisión inteligente, lo cual no era demasiado reconfortante, la verdad. Entrecerré los ojos en un intento de descifrar la letra en el papel, descuidada hasta el punto de acercarse a ser garabatos más que palabras y ligeramente emborronada. Fingí no ver la vistosa mancha roja en la parte inferior.

"Mis entrañas rugen de HAMBRE. NO PUEDO PENSAR en otra cosa que COMIDA. APENAS TENGO FUERZA PARA LEVANTARME DEL SUELO. Pero Barb me habla. ME DA FUERZAS. Descubrí que, si me mantengo inmóvil, INMÓVIL POR COMPLETO, todos creerán que he muerto. BARB dice que debo COMER, y que EL RESTO DE DOCENTES nunca lo verán venir. LO QUE SEA CON TAL DE CALMAR LOS RUGIDOS."

¿Qué diablos...? Me fijé en un número escrito de malas maneras en una de las esquinas. "4". ¿Esta era la cuarta nota? ¿Cuántas había en total? ¿O era la última? La forma en la que todo estaba redactado era muy curiosa. Aparte del de "Barb" no mencionaba nombres. Ni siquiera sabía quién era el autor de la nota. ¿Quizá una de las víctimas de la Señorita Delight? Un momento. ¿No había hablado la Señorita con alguien llamado "Barb"? Ya no entendía nada. 

¿Quién era Barb?

Entonces tuve una idea. Si encontraba las demás notas, probablemente me podría hacer una idea de qué había ocurrido aquí en la escuela, quizá hasta en Playcare. Sí, me hacía una idea, pero necesitaba confirmaciones, y, sobre todo, pruebas. Pruebas de que no me estaba volviendo loca. 

Volví al sistema de ventilación, determinada a encontrar las pistas que podrían cambiar el rumbo de mi supervivencia aquí abajo. 

* * *

No estaba mal. No sin cierto orgullo, miré los papeles que había logrado recolectar. En total, ahora tenía cuatro. Me había costado encontrarlos, por supuesto, pero merecería la pena. Seguro. Además, dado que de momento la Señorita Delight no me había atacado, me permití el leerlos con tranquilidad. Si averiguaba más sobre ella tendría más oportunidades de salir viva de esta, por lo que era crucial recopilar información. Me acomodé en el suelo de nuevo y busqué la hoja marcada con el número 1.

"Tan sólo hace unas semanas fue la Hora del Júbilo. El día de hoy, no hay sino silencio en la escuela. No creo que nadie sepa qué hacer al respecto. Los pasillos sin niños amplifican los más leves sonidos cuales gritos. El resto de docentes y yo nos sobresaltamos todo el rato. Nos tendremos que acostumbrar. Alguien ha cerrado con llave la puerta delantera. No la hemos podido abrir."

Qué curioso. Esta nota estaba escrita limpiamente y no tenía manchas. Me recordaba a los diarios que tanto me gustaba escribir de pequeña, con la esperanza de algún día tener una autobiografía sin haber tenido que esforzarme mucho y a la que no le faltaran detalles. (Me rendí un mes más tarde.) Volviendo a la nota, no me transmitía lo mismo que la primera que había leído. La que tenía en las manos ahora mismo era, sencillamente, un registro escrito. Escrito con tranquilidad y quizá cierta nostalgia o aburrimiento. ¿Cómo habían cambiado las cosas tan radicalmente? Busqué la segunda nota, curiosa, y me estremecí. Esta ya tenía una mancha roja.

"He oído que llamaban a la puerta hoy. Lo oí respirar. Lo que sea que fuera, no respondió a los intentos de hablar con ello. Tras mantenerse en silencio, me pasé horas preguntándome si fue eso lo que nos encerró aquí. He hecho un tipo de arma. Lápices y reglas y celo e hilo. He comenzado a llamarla "Barb". Es rudimentaria. Pero cuando la puerta se abra, debo estar a punto."

He aquí la identidad de Barb. Un arma hecha a base de materiales escolares. Cierto, sería un poco tosca, pero los agujeros que era capaz de hacerle un lápiz bien afilado a mi goma era un recuerdo que nunca se desvanecería de mi memoria. Por lo menos de momento. En cuanto al misterioso ser tras la puerta, me imaginaba quién, o qué, era. 1006. Hasta donde yo sabía, no hablaba, pero quizá tenía que ver con que sólo había visto su brazo, asumiendo que tenía un cuerpo. Tenía bastante sentido que fuera el Prototipo; el maestro marionetista tendría que crear títeres para poder controlarlos. ¿Por qué habría encerrado a quien creía que era la Señorita Delight?

Sintiendo cómo el mal rollo revolvía mi estómago, tragué saliva y busqué la tercera hoja. Era la última que me quedaba por leer, justo anterior a la cuarta, en la que la Señorita Delight se había vuelto completamente loca, o casi. Quiero decir, si no recordaba mal, en esa última nota afirmaba haber hablado con Barb, una cosa hecha de lápices y bolis. Y que Barb le había contestado. Ese tipo de cosas empiezan a dar mala espina si se seguían haciendo más allá de los diez años. La tercera nota también estaba manchada, y la letra era más irregular, como si se hubiera escrito mientras la autora temblaba. También era mucho más corta.

"Sin comida de hace días. Discutieron conmigo por lo que quedaba. Empezaron a mirarme fijamente. A juzgarme. Han bloqueado la puerta de la cocina con sus cuerpos. Creo que me han elegido para morir primero."

Con cada línea que leía, la historia, antes oscura y desconocida, se hacía conocida y mucho más oscura. Si la Señorita Delight también había sido una huérfana convertida en un juguete adulto, a parte de lo horrible que sonaba ello ya de por sí, su situación posterior era casi peor. Sonaba como si hubiera estado al borde de la muerte, ya fuera por culpa de "los demás" o de quien suponía que era 1006. Y si había sido una trabajadora convertida en juguete... bueno, eso tampoco mejoraba la cosa, precisamente. 

Ahora bien, ¿Cómo me ayudaría esta información a sobrevivir? 

No era una pregunta retórica, ni siquiera yo lo sabía. 


Poppy Playtime Chapter 3: Deep SleepWhere stories live. Discover now