18.

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Poco después de poner pie en el entorno en el que había encontrado en el VHS, un par de ojos brillantes apareció delante de mí. Acerté de lleno una bengala y huyó; la luz momentánea me permitió distinguir sus facciones; parecía un perrito de tonos marrones, y asumí que formaba parte del grupo de estatuas. Todavía no había visto ningún cartel suyo, por lo que no conectaba ningún nombre a él, pero probablemente no tardaría en ocurrir. 

Llegué a la zona del cartel triangular, donde una versión en miniatura de Catnap se acercó apresuradamente, sus patitas cubriendo una cantidad de distancia sorprendente. La mano naranja hizo su trabajo de forma excelente, comprobé con satisfacción. Sin embargo, no tardó en volver, y, con cierto nerviosismo comenzando a surgir en mí, le ahuyenté como pude y gateé por un hueco que daba a una sala de estilo idéntico. De inmediato, un pequeño unicornio hizo su aparición, y otro mini-Catnap (¿o era el mismo?)

En vez de huir cuando disparé, se limitaron a retroceder, observándome fijamente, sus miradas penetrantes clavadas en mi cara. Aprovechando su duda, subí por una rampa (convenientemente) cercana y la serie de llanos escalones que vino después. De reojo, miré a mis espaldas, y vi que me seguían lo más rápido que podían. Reprimí un grito de pánico y me detuve ante las entradas circulares a lo que me recordaban a túneles de plástico, casi como toboganes. ¿Y ahora, por dónde? Tragué saliva. Ojalá tuviera el tiempo de tirar un dado. O el dado. 

Metiéndome por el primero por el que más próximo estaba, seguí avanzando con rapidez. Con creciente horror, me di cuenta de que me había metido en un callejón sin salida. Y las ramificaciones del túnel en el que me hallaba tenían el mismo problema. ¡Vale, vale, no nos pongamos nerviosos! ¡Olvidémonos de los pequeños monstruitos que me perseguían con la asegurada intención de comérseme! Se aprovecharon de mi situación de inmediato, y con un pulso más tranquilo de lo que me había esperado, disparé de modo que logré quitarme de encima a varios de ellos. 

Retrocedí a toda velocidad y entré sin pensar (debería dejar de hacer eso) en otra entrada, y cuál fue mi desconcierto al verme catapultada hacia las profundidades por un pequeño tobogán de plástico y cayendo por un agujero al final del mismo. Me agaché, inspeccionando el túnel que me había encontrado de casualidad. Anduve hasta el final (dado que ni siquiera yo podía correr eternamente) y me lo encontré cortado, claro. Tuve el instinto de girarme y espantar a otro par de criaturas perseguidoras. 

Según pasaba el rato tratando de seguir adelante por tantas bifurcaciones y caminos diferentes, me di cuenta de lo laberíntico que era el sitio. A pesar de que las paredes del mismo eran relativamente bajas, su complejidad y las constantes apariciones de los animalitos no me facilitaban la tarea de orientarme. Además, la penumbra y mi creciente cansancio jugaban en mi contra; no había descansado desde mi huida de la Señorita Delight, y eso me estaba cobrando factura ahora.   

Todo esto me recordaba desagradablemente a mi "juego" con PJ Pug-a-Pillar. El problema era que, mientras que en el primer caso sólo tenía que centrarme en un monstruo cuya localización tenía más o menos clara mientras seguía un circuito marcado, en el segundo, el actual, vagaba por un laberinto siendo perseguida por una cantidad indefinida de pequeños monstruitos.
Genial.

Milagrosamente, llegué a una nueva rampa corta que daba al interior de un tubo igual que los demás. Entré y seguí, seguí, seguí; en ese momento, mi mente parecía estar llena de niebla, impidiéndome pensar con racionalidad. Dándome la vuelta, disparé una bengala tras otra para espantar a las gordas de animalitos que me seguían. Todos tenían la misma reacción; se quedaban paralizados, echándose sobre sus patas traseras, y luego se daban la vuelta y huían.

Además, tenía el mal presagio de que avanzaba en círculos; si había un tipo de prueba que pasar, no sabía cuál era. Quiero decir, pasaba todo el rato al lado de grandes botones posicionados sobre diferentes partes del suelo, elevadas o no. El problema era que no entendía qué se suponía que debía hacer con ellos; ponerme de pie encima no los pulsaba, ya lo había intentado. Asumiendo que esos botones eran la prueba, tenía que haber una forma de pulsarlos todos.  

Me acerqué al más próximo y lo inspeccioné. Nada. Comencé a frustrarme. Si no encontraba una forma de salir de aquí, no me desharía de mis perseguidores, y tarde o temprano lograrían su objetivo... fuera cual fuese. Dado que probablemente involucraba mi muerte, no quería ni necesitaba saber más.

Subí por una breve rampa para mirarlo desde arriba, cosa que no fue demasiado fácil; un cubo de juguete bloqueaba gran parte de mi campo de visión. Distraída, lo empujé un poco con el Grab Pack con la intención de ver mejor. Con lo que no había contado era que caería, habiéndose acercado demasiado al borde. Tampoco conté con que caería justo encima del botón rojo, pulsándolo. ¿En serio? ¿Tan sencillo era?

Luchando contra el inicio del tick en mi ojo izquierdo, fui buscando el resto de botones, y como ya sabía qué hacer, no me llevó mucho más rato pulsarlos. Hubo imprevistos, como el cubo que quedó encajado de alguna forma en ambos lados de las paredes de una rampa, o como el cubo que, por algún motivo, estaba resbaladizo y se negaba a mantenerse en el centro del botón, pero, al final, logré cumplir mi objetivo.

De hecho, hasta tuve que subirme a una plataforma redonda y acolchada y darle a un botón rojo (poco visible, para qué negarlo) para desplazarme lentamente en círculo hasta llegar a una sección a la que no habría podido acceder de otra manera. Accedí a una escalera de caracol, y decidí descender, optando por no ascender en un momento de iluminación estratégica. O quizá porque había un montón de escombros que me impedían el paso. 

Empujé otra puerta con fuerza, dándome cuenta de que los animalitos ya no me perseguían. Menudo alivio. Me pregunté cuánto duraría mi relativa paz. Levanté la mirada, analizando la salida a la que daba la puerta, y tardé un instante en procesar lo que veía. 

Una vocecita en mi mente susurró que estaba sucumbiendo a la locura. 

¿Qué hacía ahí abajo una piscina vacía llena de patitos de goma gigantes en ella?

Poppy Playtime Chapter 3: Deep SleepWhere stories live. Discover now