capítulo 37

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Chiara estaba vuelta loca, era fin de semana y desde el miércoles no tenía noticias de Violeta. La chica llevaba todos esos días sin ir a la escuela, cuando por fin agarró valentía para preguntarle a Denna (en realidad sólo pudo ya que Ruslana la acompañó) se enteraron de que la pelirroja estaba enferma. Al parecer había pescado un resfriado, Austin ya había vuelto a la escuela y Chiara siempre intentaba evitarlo.

Pero hoy, sábado, había recibido una llamada de Miriam en que la invitaba a ir de improvisto a la casa de ellas para sorprender a Violeta y a Martin. La ojiverde aceptó, aunque pudo notar una segunda intención en las acciones de Miriam, tuvo un mal presentimiento al salir de la casa y de alguna forma, se sentía ansiosa. Algo iba a ocurrir hoy, o eso era lo que pensaba, mientras caminaba hasta la casa de Violeta.

Llevaba una bolsa de galletas Chips que eran las favoritas de Martin, también tenía la excusa de que la profesora de química le había enviado la tarea a la pelirroja junto con Chiara.

La pelinegra aceptó gustosa el favor. Se había vestido con unos jeans oscuros, una camiseta de tiras blanca y una casaca jean que siempre le había gustado y estaba cómoda como para no incomodarse con el yeso. Lucía bien, o eso pensaba, y al llegar a la puerta suspiró varias veces antes de tocar, miró extrañada los carros en la entrada y abrió los ojos con horror. Pero ya era tarde, una mujer de cabello castaño corto abrió la puerta, sus ojos extrañamente eran de color avellana y miraron a Chiara con curiosidad.

-Hola ¿Qué desea? -preguntó con una voz suave, notó los nervios de la chica de ojos verdes.

-Buenas tardes, yo... bueno, soy compañera de Violeta y.... venía a traerle los deberes de química... y ehhhh... Miriam también... ¿Está Miriam? -preguntó muy nerviosa, ya suponía quién era la mujer por el gran parecido con las chicas o al menos en las expresiones.

-Claro, pasa querida, ya le aviso a Miriam-dijo haciéndose a un lado para que entrara y examinando a Chiara con extrañeza, como si intentara reconocerla.

Chiara entró y quedó en la entrada con la mujer quien seguía viéndola, era muy hermosa y enseguida que sus ojos se encontraron, ella le sonrió.

-Es un gusto mi nombre es Susana y tú debes ser... -preguntó extendiendo una mano que Chiara estrechó.

-El placer es mío me llamo...

-¡Cuñis!-gritó Miriam desde la cocina mientras la saludaba, su rostro estaba cubierto de harina.

Se escucharon unos pasos apresurados desde la sala y apareció Martin, sosteniendo el mando del Play, sus ojos brillaron al ver a la ojiverde y salió corriendo para abrazarle.

-¡Nuggets!-dijo alegre mientras Chiara se inclinaba y la cargaba en sus brazos, el niño le rodeó el cuello y se abrazó a ella.

Luego más ruidos desde el cuarto de arriba y al inicio de la escalera apareció una muy desarreglada Violeta, que parecía haber pegado una carrera, llevaba el pijama con su cabello revuelto y las mejillas rojas del cansancio.

-¡Chiara!-dijo sorprendida y sus ojos se abrieron al verla junto a su mamá, no dijo nada.

-Wow, parece que ya todos te conocen menos yo-dijo Susana alegremente mientras veía divertida a sus tres hijas, luego quedó seria, procesando lo que acababa de escuchar, hasta que abrió los ojos y sonrió abiertamente-. ¿Tú eres Chiara?

-Eh... sí, es un gusto-dijo sonriendo tímidamente, parecía saber de ella.

-Oh querida, al fin...

-¡MAMÁ!-reclamó Violeta alterada y la mujer mayor la miró con reproche.

-Nada de mamá, ve a darte una ducha y a tomar una pastilla si quieres bajar. Estás muy enferma, no deberías salir de la cama-la miró con los brazos cruzados y la pelinegra estaba sorprendida, todas parecían clones una de las otras.

RIVALES [Kivi ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora