Capítulo 5.

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Llego diciembre. Lo que equivale a millones de comercios buscando empleados para la época más movida del año y un Martin repartiendo su curriculum por todos lados.

Ahora que el frío era insoportable el grupo siempre quedaba en alguno de los pisos de los participantes, con una manta, una pizza y una peli mala. Habían dejado las noches de fiesta para cuando una soplada de viento no les congelase los huesos. De hecho, la última fiesta fue la del cumpleaños de Lucas.

Después de que Martin le confesase lo ocurrido, Lucas echó a todos del piso, insistiendo en que Martin necesitaba descansar y que podían seguirlo en alguna discoteca del barrio. Y después de eso...Después de eso nada.

Aunque Martin repitiese que las palabras de Juanjo no le habían causado absolutamente nada cada vez que Ruslana le preguntaba, no había vuelto a encontrarse con él. Y esta vez sí que lo estaba evitando. Es más, Martin no había sido capaz de quedar con nadie del otro grupo.

Había una inseguridad tan compleja de entender que se le creaba en el estómago cada vez que Lucas o Chiara le invitaban a tomar un café con Violeta y Denna.

Él era consciente de la tranquilidad que había sentido con ellas, y sabía que no le iban a incomodar; sin embargo, no paraba de cuestionarse a sí mismo cada vez que pensaba en la opción de salir con ellas.

"No sé que haces en esta fiesta"

Juanjo no dijo nada más que eso, pero Martin saco muchísimas conclusiones de esa frase tan corta.

1. Juanjo pensaba que no encajaba en ese grupo.

2. No era bienvenido en ningún plan que hiciera el grupo.

3. Juanjo podría ser uno de los muchos que pensase de esa forma.

Por lo que siquiera pensar en salir con ese grupo le revolvía la tripa y se le enrojecía las mejillas, pensando en lo tonto y humillado que se vería.

Cuando Ruslana entendió que Martin no iba a querer salir con el otro grupo, comenzó a proponer miles de planes que no fuesen la monotonía de peli y pizza, aunque siempre después del plan superoriginal terminaban de esa forma.

Por ejemplo, ese día.

Ruslana le había dicho a Martin que cuando su madre vino a hacerle la visita algunas semanas antes se toparon con un mercadillo, y que ese mercadillo gritaba 'Martin' por todas partes. Y Martin nunca se resiste a un mercadillo.

Por lo que ahí estaban, con una Ruslana tirando de Martin de un lado a otro y Martin con miles de bolsas en sus brazos, orgulloso de sus compras.

Fue cuando probaban una mermelada artesanal que Ruslana cogió la manga de la chaqueta gorda de Martin, señalándole con una inclinación de barbilla que mirase hacia una dirección.

Detrás de una caseta pequeña que vendía piezas de arte estaba Juanjo hablando muy sonriente con una señora que miraba los cuadros atentamente. Al lado de Juanjo había un niño de unos ocho años en silla de ruedas, mirando algo muy atentamente en el móvil.

Martin quiso girarse, pero cuando el niño llamó a Juanjo para enseñarle algo en el móvil este lo vio.

Martin se quedó de piedra, quieto, no sabía que hacer. Era uno de esos momentos en los que era plenamente consciente de sus movimientos y queriendo actuar lo más casualmente posible, cualquier postura le hacía parecer rígido.

Pero entonces Juanjo le lanzó una sonrisa pequeña, mientras se peinaba el pelo y hablaba con el niño sin dejar de mirar a Martin. Pudo ver como le subía el color rojo a las mejillas. Estaba avergonzado.

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⏰ Last updated: Apr 08 ⏰

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