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Una bellísima playa soleada se extendía ante la menor de los Münch.

El sol le acariciaba la piel como una suave manta y la arena bajo sus pies se sentía como la seda. Disfrutaba del sol, pero la preocupación se apoderó de ella cuando dudó de si se había puesto protector solar; tenía la piel muy sensible y ante el mínimo rayo de sol no se bronceaba, se quemaba. Se dio vuelta para buscar el protector o alguna sombra, pero, al notar sus brazos brillar de manera etérea, se desconcertó de sobre manera.

Tenía la piel pálida, mucho más que de costumbre, muchísimo. Llevaba un vestido blanco, de boda, que era simplemente precioso y se ondeaba al son de la suave ventisca de la playa. En su mano, un anillo deslumbrante decoraba su dedo anular, era elegante y a su vez despampanante.

Al levantar la mirada, una figura masculina e imponente estaba presente frente a ella, con las olas del mar rozando peligrosamente sus pies vestidos con zapatos formales. El hombre estaba vestido con un traje blanco y elegante, su corbata y zapatos iban a juego, tenía un anillo en el dedo anular que parecía ser el mellizo del que Lyra tenía en su posesión. Tenía la piel casi tan pálida como ella, pero no brillaba tanto como la suya, y por lo que apenas podía ver, su cabello rubio le caía justo arriba del cuello.

Su mirada lo recorrió desde los pies a las piernas, luego al vientre y abdomen, pero, cuando había llegado al cuello, justo antes de por fin ver su rostro, todo se volvió negro y se sintió como si el mar se le fuera encima, ahogándola.

Lyra despertó agitada, con el pelo revuelto, el cuerpo sudado y las manos y piernas temblando horrorosamente. Se quedó viendo un punto fijo en una esquina de la habitación, sentía que había algo allí, pero por la oscuridad no alcanzaba a ver el que. Encendió la lámpara de noche en su mesilla para acallar sus dudas, y, al ver que no había nada allí, simplemente apagó la luz y trató de volver a dormir, apenas consiguiéndolo.

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La mañana llegó en apenas un suspiro. Lyra despertó apenas pudiendo abrir los ojos del cansancio y de la misma forma apenas pudo alistarse para la escuela.

Ella y Cygnus se acurrucaron en los asientos traseros para tomar una siesta mientras llegaban a la escuela y compartieron audífono, como siempre, después de todo, compartían hasta los gustos musicales.

El sueño que había tenido le daba vueltas en la cabeza constantemente; reconocía vagamente al muchacho rubio, pero ¿de dónde?

Pese a sus muchas preguntas, el tiempo no era amigo de nadie, tarde o temprano llegaron al instituto y el grupito de Jessica y compañía los saludó alegres a unos pocos coches de distancia, los hermanos les devolvieron el saludo con una sonrisa cansada y la primera en acercarse a preguntar fue Angela:

—Oye, ¿Qué te pasa? Parece que no hubieras dormido en años. –Preguntó la chica, entrelazando sus brazos, como si se conocieran de toda la vida, para comenzar a caminar en dirección a Jessica y los demás–.

—Tuve un sueño rarísimo que no me dejó dormir. –Explicó la más baja, conteniendo un bostezo–.

—Oh, qué mal, mi madre dice que para eso sirve bastante tomar cosas calientes, leche o té, pero no café. –Aconsejó Angela, dándole unos golpecitos reconfortantes en el brazo–.

—Gracias, lo tendré en cuenta para la próxima. –Contestó Lyra, mientras se recargaban en la camioneta de Tyler–.

Un familiar Volvo se hizo presente en el estacionamiento de la escuela, como de costumbre, la mayoría volteó a verlo, aunque sea de reojo. Lyra, aunque involuntariamente, no fue la excepción.

Love Story | Jasper HaleWhere stories live. Discover now