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¿Debería dejarlo...?

Arataka Reigen estaba cansado de todo. Llevaba casi un año en un negocio que empezó por mero capricho, sin haber obtenido frutos pese a su esfuerzo todo ese tiempo. ¿Qué se esperaba? Solo era un omega más en ese aburrido mundo de alfas. Tener éxito en la rama espiritual era principalmente para los que contaban con dominancia, o habilidades psíquicas originales. Él no tenía ni lo uno ni lo otro.

No era más que un embustero al que le iba mal justamente por su escasez de veracidad.

¿A quién engañaba? Mejor cerrar el negocio y tratar de empezar de cero otra vez... o tal vez hacerle caso a su madre y buscar pareja... ugh...

Encontraba desagradable el tener que depender de un fanfarrón afortunado. Bastante que tenía que manipular a sus clientes para además subsistir en base a ponerse bonito y actuar delicado con tal de agradar a algún sujeto.

Nunca.

Tamboreó en la mesa con sus dedos, preguntándose qué hacer de ahora en adelante. El objetivo principal era no morir de hambre, pero necesitaba un plan estable para lograrlo. Uno que no involucrara abrir las piernas, pues era demasiado orgulloso para eso.

...

Volver a integrarse a la sociedad como un trabajador asalariado "normal", sin espíritus, maldiciones, masajes de exorcismo y quién sabe qué más...

Sintió un inmenso alivio al escuchar el "toc, toc" de la puerta, levantándose y abriéndola sin plantearse quién o qué podría estar del otro lado.
Sus esperanzas de tener un cliente ese día fueron arrojadas lejos por un simple niño de... ¿cinco, seis años?

Suspiró rendido ante la ola de mala suerte que lo azotaba, notando algo peculiar en aquel joven que simplemente prefirió pasar por alto.

Pronto se percató de que era un psíquico real, uno con mente moldeable y fácil de influenciar...

Usarlo para su conveniencia no se veía nada mal. Al fin lograría escapar de ese bucle...

Espera | MobRei |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora