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BECKY'S POV

Fueron exactamente seis días en los que no supe nada de Sarocha, no me apetecía saber nada de ella, tan solo quería que me dejase en paz mientras se me quitaba la tontería de encima... Porque dolía, verla con otra persona dolía.

Era viernes y yo estaba intentando tramitar los papeles que mis padres hacían llegar al colegio y viceversa para el cambio, mi padre, después de una larga charla con mi madre, aprobó cambiarme de colegio, este quedaba más cerca de mi casa, así que probablemente hoy sería el último día en esta cárcel de pesadilla. Me faltaba recoger mis calificaciones y cartas de profesores para el otro colegio, en el cual mamá ha dicho que no voy a estar en una clase para niños especiales, eso era un punto a favor, no cualquier colegio permitía que un niño o adolescente "especial" estuviese con total normalidad en una clase corriente.

¿Sabes? Eso de "especial" siempre me ha dado mucha rabia, ¿por qué yo era especial?

Tan solo no hablaba demasiado y tenía ansiedad... pero estaba en mis plenas facultades la mayoría del tiempo. Incluso cuando era más pequeña que mis clases las daba con la logopeda del colegio me quejaba internamente, ¿por qué éramos especiales los que somos distintos?

Con la carpeta color marrón claro en mi mano, salí del despacho del subdirector quien me dio la documentación, ahora solo faltaban pasos para llegar a la salida, pasos que veía como una libertad, ya no iba a ver más a la gente que tanto me ha dañado, ya iba a ser una persona nueva.

Algo me detuvo por los pasillos ya vacíos, y es que a mis oídos llegó el sonido de un llanto desconsolado, ¿quién estaba llorando así? Caminé, siguiendo el camino de donde provenía el sonido. Lo que menos esperé es encontrar a Nam frotando su casillero con un papel, había una pintada, pero no podía leerlo bien, tan solo me quedé parada detrás de ella. Pareció notar mi presencia porque se volteó y ahora fue cuando leí su casillero, ponía "PUTA".

-¡¿Qué miras, rara?! -Me gritó, me sobresalté y suspiré seguidamente al ver que nos separaba algo de distancia, si se acercaba me daría tiempo a correr. Nadie tiene una vida perfecta, y tarde o temprano, todos terminan dándose cuenta... Todos.

Preferí dejarla sola, aunque quisiese que dejara de llorar porque nadie se merecía sentir triste, me fui de allí, pero mi sorpresa vino al encontrar a Rosé con su ranchera 4×4, apoyada en la puerta de esta. Sonrió al verme alzando su brazo, ¿qué hacía allí aún? Hacía más de media hora que las clases habían acabado. Me acerqué y me recibió con una sonrisa, ella se estaba convirtiendo en algo así como una gran amiga.

-Hey, pequeña, ¿tienes algo que hacer ahora? - Sonreí de lado y negué tímidamente, solo descolgué la mochila de uno de mis hombros para meter allí la carpeta. -¿Te apetece venir a la cueva? Tengo algo nuevo para que escuches, estoy seguro de que te gustará. -Solté una tímida risita y asentí.

Me encontraba sentada de copiloto en aquella ranchera vieja mientras Rosie cantaba cualquier canción de la radio, la verdad es que tenía una voz bonita... Daba gusto escucharle.
Al llegar al apartamento, Rosie se hizo con una botella de vino y dos copas, y así, nos fuimos a su habitación/estudio, repetimos el mismo proceso que antes, pero antes presté atención al silencio de la casa, no había nadie, solo estábamos ella y yo.

-Oh, mierda, se me olvidó hacer unos ajustes en el sonido y en la letra... ¿Puedes esperar... ya sabes, un poco? -Sonreí asintiendo, me senté en su cama quitándome los zapatos para agarrar la posición de un indio.

Mientras ella estaba en sus cosas, yo solo miraba una guitarra que colgaba en su pared, algo gastada, tenía cinta americana por todos lados y lazos colgaban de la parte superior del mástil, el cuello de la guitarra. Se me pasó una cosa por la mente, pero debería pedirle permiso para eso.

CAOS/ FREENBECKY Where stories live. Discover now