Sellar el ataúd

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Hace cinco años.

Aeropuerto internacional de China.

"¿Enserio tienes que irte?" pregunto nuevamente Su Zara con un tono de voz melancólico.

"Si, pero tranquila volveré en un par de días, cuatro como mucho" Feng Doyun tomó delicadamente el rostro de Su Zara entre sus manos y con sus pulgares seco las lágrimas de su amada.

No quería verla sufrir, Pero... debía irse ahora.

"Lo sé...." respondió ella con un tono de voz resquebrajado "pero, no quiero que vayas, no sé porque pero siento que algo malo va a pasar...." su ceño se contrajo al recordar sus aterradoras pesadillas.

Desde hacía varios días venía soñando cada noche la misma pesadilla, en la que ella y Feng Doyun estaban juntos a punto de casarse, cuando de repente una extraña fuerza la alejaba más y más de su amado Feng Doyun....al final, ella terminaba lejos de él en un lugar oscuro y frío, en ese momento ella siempre gritaba pidiendo ayuda, pero nadie venía jamás a rescatarla.
Ella tenía miedo de que eso pasará, pues en sus sueños sentía tanta desesperación que...no creía poder soportar tal suplicio en la vida real.

"No pasará nada, solo serán cuatro días ¿Entendido?" Feng Doyun la abrazó y trató de calmarla dándole palmaditas en la espalda.

Él quería que dejará de estar triste, le dolía tanto verla llorar, pero no sabía cómo calmarla. Su pequeña Zara había estado demasiado alterada desde que fue internada en el hospital hace una semana por una severa reacción alérgica, desde ese día no importaba que hiciera él para tratar de calmarla, ella siempre parecía estar alerta y se asustaba hasta con el más mínimo ruido.

¿Qué le paso para volverse así? Se preguntaba él cada día. Afortunadamente no se quedaría con la duda por mucho tiempo, ya había enviado a su asistente a investigar el asunto y ver qué era lo que la había alterado tanto. Cuando reciba los resultados se encargaría de deshacerse de cualquier cosa que haya sido capaz de volver a su amada así.

"Te prometo que volveré en cuatro días y después" agarró con suavidad su barbilla y miró fijamente sus bellos ojos "iremos a ver tu vestido ¿Qué te parece?"

"Yo ..." Su Zara no dudó ni un segundo antes de negar con la cabeza fervientemente "no, no quiero que te vayas ¿Y si primero vemos mi vestido? Por favor amor, hagamos eso antes y después no te detendré" le suplicó en un último intento para que se quedará un poco más de tiempo, lo suficiente para que vuelva a tener otra excusa.

Sin embargo Feng Doyun tuvo que negarse está vez, no podía quedarse más, por su amada había retrasado el viaje por una semana y ahora su ansiosa madre le había dado un ultimátum. Ayer le llamó muy molesta y lo amenazó con suspender la boda si no venía en las siguientes ocho horas al país, era por eso que no podía quedarse otra semana más.

"Me lo prometiste, dijiste que solo te irías después de ver mi vestido" ella lo reprochó y golpeó el pecho del honbre con suavidad "¡No te atrevas a romper tu promesa!"

"Lo sé" el tomó la delgada mano de hada de Su Zara entre las suyas con una ternura inigualable, como cuando se toma lo joya más valiosa del mundo. Sabía que lo que estaba a punto de decirle la lastimaria profundamente, así que quería darle un punto de apoyo en el que pudiera sostenerse.

"Pequeña Zara ya no puedo quedarme más tiempo. Si lo hago madre no nos dará la bendición ¿Qué acaso no quieres que nos casemos?"

Tal como creía él, Su Zara dudó lo que hizo que se sintiera feliz, ella lo amaba verdaderamente.

Por su parte Su Zara entró en pánico, quería casarse con él, era algo que había soñado y añorado desde hace tantos años ¡Su vida y destino giraba en torno a ese suceso!

EL ARTE DE SER VILLANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora