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La puerta se cerró de golpe, y Jimin se encontró al otro lado de ella, escuchando las pisadas de Kim Namjoon, bajando las escaleras. A solas con Soobin para inspeccionar esa habitación con paredes de corcho, y sus circunstancias, se esforzaba por entender todo lo que le había sucedido en el presente día.

Soohyuk había comercializado con su esposo y su propio hijo, entregándoselos a un extraño para pagar una deuda - no se sentía herido, exactamente. Después de todo, ¿cómo era posible que alguien que se había esforzado tanto para ganarse la más profunda aversión de su marido hacia él, podría aún herirlo? Había sido su esposo durante poco más de un año, y aprendió muy pronto que era mucho menos hombre de lo que creía en un principio. Pero el descubrimiento de la totalidad de su egoísmo y deslealtad, lo había dejado aún más atónito. No se había dado cuenta de que ni él ni Soobin le importaban en absoluto. O tal vez simplemente no había sido capaz de admitirlo hasta el momento.

En verdad, Jimin sabía que no iba a echarlo de menos. A pesar de su gran discurso sobre el futuro durante su breve noviazgo, había demostrado ser de mal genio y perezoso, como su padre y sus hermanos. Pero ¿qué pasaría con Kim Namjoon? A pesar de que afirmaba lo contrario, y aunque efectivamente trabajaba - en un negocio propio, también había aprendido de la peor manera posible, que nunca había que confiar en las buenas palabras de un hombre.

Si sólo con la apariencia externa se viese reflejado el carácter de una persona, si la buena gente fuese guapa y los malvados fuesen feos, la vida sería mucho más simple. Pero a veces las caras hermosas escondían corazones oscuros, el doncel lo sabía, y aunque Namjoon era mucho más guapo que Soohyuk, eso no le decía demasiado. Alto, ancho y musculoso, su forma sugería una vida dedicada a tareas muy exigentes, físicamente, mucho más que estar sentado en un tronco de árbol, levantando nada más pesado que una botella de whisky, o pasando el día quejándose del gobierno, cosas que Soohyuk era muy propenso a hacer.

Había visto una fuerte, indomable inteligencia en los ojos negros de Namjoon. Su pelo era del color de las plumas de un cuervo-negro azabache. Tenía una frente ancha y una nariz larga y estrecha un poco respingona, y su mandíbula cuadrada sugería un temperamento tenaz y decidido. Tenía una boca un poco grande y sensual. Era salvaje, magnético - podía atraer a la gente con la misma fuerza que emanaba cuando los rechazaba. Sintió que debía haber un cazador en él, salvaje e independiente. No había duda de que fuese atractivo. De hecho, el doncel pensó que era el hombre más guapo que jamás había visto. Pero ¿cómo iba a tratarlo a él y al bebé? Si el más alto se cansase de su acuerdo y decidiese no llevarlo a cabo como había prometido, podría echarlos a la fangosa calle, si quería.

Jimin sabía que tenía que pensar en alguna manera de protegerse y proteger a su hijo. No hay garantías en esta vida - esa misma tarde había aprendido que ni siquiera el matrimonio protegía a un doncel.

Soobin empezó a gemir entonces, su paciencia empezó a agotarse, y Jimin tuvo que abandonar momentáneamente sus reflexiones. Dio dos pasos más en la habitación, en busca de un lugar para cambiar al bebé. Una pila de platos sucios ocupaba la mesa por completo y había ropa colgada entre dos sillas. El cuarto era bastante pequeño, tal como Namjoon había dicho, con un techo bajo de madera. De hecho, con él en la habitación, parecía aún más pequeño. La masculinidad que irradiaba en ese lugar, le resultaba un poco amenazante. Finalmente, puso al bebé en el suelo y desprendió su pañal empapado.

- Sonríe, mi príncipe, -canturreó mientras colocaba un nuevo trozo de saco de harina alrededor de la pequeña cintura de su bebé. Tratando de mantener el temblor de su voz, se obligó a ignorar esas palabras esperanzadoras grabadas con hilo azul en el trajecito del pequeño. Esa no era la vida que un padre deseaba para su hijo. Él mismo podía vestir ropas viejas, gastadas y sentirse tan viejo y tan gastado. Pero el doncel quería mucho más para Soobin. Levantó al bebé en sus brazos.- Todo va a ir bien. Mañana conseguiré material para hacer ropa nueva, y te haré también mejores pañales. -Soobin dejó de quejarse y miró al pequeño con una mirada solemne.- No hemos tenido un buen comienzo juntos, ¿verdad? -Susurró Jimin, poniéndose de rodillas.- Pero vamos a salir de ésta, sólo espera y verás.

Kim Jimin- MiniMoni Where stories live. Discover now