Capítulo 04.

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"Prométeme que no te vas a
alejar mucho."

"Pometo."

"Por la garrita, Liam."

Mi bebé estiró su manito y me
mostró su pequeño meñique, yo estiré el mío y entrelacé ambos antes de asentir con la cabeza, dándole el permiso para que salga corriendo hacía los juegos para niños pequeños. Viernes por la tarde, tenía un tiempo para salir a pasear con mi pequeño antes de volver a casa y enviarle las fotos seleccionadas al editor, ya él se encargaba de elegir cuales irían para la revista, y si necesitaba algo más, me lo diría.

Hasta el momento todo marchaba bien, aunque sabía que ese día había tomado el último supresor de los que me regaló Charles y no contaba con el dinero para comprar más, estaba bien, fue una buena semana, quitando el hecho de los primeros días con un celo altamente insoportable, me consideraba lo suficientemente estable en ese momento como para sobrevivir a los idiotas que seguro empezarían a molestarme el lunes por la salida, en la Universidad.

Admiré a mi pequeño caminando hacía la cantidad de niños, Liam era un niño tan sociable, incluso en eso mi hijo parecía superarme, aparte del hecho que ya conocia y que Charles me había mencionado hace poco, Liam tenía más madera de alfa que nadie, y no podía estar más orgulloso. Mi bebé sería alguien grande.

Sentí que alguien se sentó a mi lado y suspiré, odiaba el contacto innecesario, habiendo tantas bancas en el parque ¿Qué necesidad? Yo había tomado ese día mi último supresor, así que no fue exactamente mi olor, o eso esperaba. Sin embargo había algo diferente, por el hecho de que estábamos en un espacio abierto, me fue un poco más difícil definirlo, pero eso no evitó que su delicioso aroma
entrara a mis fosas nasales y en menos de dos segundos todo mi ser gimiera de puro gusto. Mierda.

"¿Qué haces aquí?" Logré decir, queriendo sonar tan amenazante como un león, aunque un gatito llorando sonaba más peligroso que yo.
Lo observé sonreír y aparté la
mirada, no iba a enamorarme de esa preciosa sonrisa, o del modo en como sus ojos se achinaban un poco y las arruguitas que se le hacían. Dios, Sergio, contrólate.

"Oh ¿Ya no me tratas de usted?
¿Debo sentirme mejor porque
tomas confianza?"

"No, yo..." Su tono irónico no me gustaba, pero tampoco puedo decir que me disgustaba, simplemente me dejaba sin habla, y mi omega, bueno, él ya se habría colocado en cuatro en este punto.

"¿Me estás acosando? ¿Te debo algo por salvarme ese día?"

"No, al contrario." No comprendí a que se referia, sin embargo, no me llamaba la atención hablar, menos cuando cuidadosamente su rodilla tuvo contacto con la mía, enviándome una corriente de placer que pasó tal cual una descarga por todo mi cuerpo. Quise encogerme desee alejarme de ese contacto pero por el contrario ronronee a gusto, divisando aún a mi pequeño Liam a una distancia prudente, hablando de sabrá Dios qué con los pequeños niños que lo rodeaban.

"Max ¿Qué...?"

"Sergio, mírame." No tardé ni dos segundos en obedecerlo, aunque hubiera deseado lo
contrario, anhelaba observar
aquellos hermosos ojos que no
salían de mi cabeza, o esa boca
que me robó el mejor beso de
toda mi vida. Su piel, su rostro,
de verdad estaba aqui a mi lado, sentado, rozando y frotando suavemente su rodilla contra la mía. "¿Te gustaron las rosas?"

"Sí, gracias." Mordí y tiré suavemente de mi labio ¿Entonces era verdad?
¿Max me estaba cortejando?

¿En este punto debía saltar de
alegría o decirle de una vez mi situación para apartarlo lo antes posible y no salir herido?
Suspiré y sentí un lado de mí romperse al recordar mi situación, yo no soy material
para cuento de hadas, soy Sergio Pérez, el imperfecto omega. Observé a Liam a la distancia y con un ligero silbido lo lamé, él ya conocía aquel suave sonido que tanto había practicado con él, así que me miró y mostró una de sus más hermosas sonrisas, corriendo hacía la banca, casi cayendo al ir tan rápido y lanzándose sobre mí, aterrizando en mi rodilla, así que al fin me separé un poco de Max, lo suficiente para acomodarme y sentar a mi pequeño sobre mi muslo contrario.

The perfect omega. | ChestappenWhere stories live. Discover now