Capítulo 35.

617 96 17
                                    

POV Max.

"Max." ÉI me interrumpió "Dime que me amas ¿Puedes? Por favor, quiero que me digas que me amas mucho, amor. Lo necesito." Y no vacilé, no me tomó ni un par de segundos responderle.

"Sabes que eres el amor de mi vida y que te amo más cada día, mi pequeño omega." Tomé aire para seguir hablando. "Sé que algo pasa. Lo sé, lo siento en mi pecho porque eres tú y pienso que sé cuándo te duele, pero no quiero forzarte a hablarme de algo que no deseas decir. Cuando vuelva... Hablemos ¿Si? Tú y yo, porque ya no estás solo. Ya no tienes que enfrentarte a las cosas de este modo, ahora estoy contigo, podemos hacer lo que sea, pero juntos ¿De acuerdo?"

"De acuerdo." A pesar de lo mucho que desee poder insistirle hasta que me contara, mi intención, era nunca presionarlo, así que eso haría, lo tomaría con calma mientras sepa que él sería sincero conmigo tarde o temprano.

"Cuando vuelvas... Te contaré todo, Max." Después de su afirmación, la llamada terminó. Me acosté con pesadez en la cama y admiré el número de Checo en mi celular, hablamos por bastante tiempo, más de una hora siendo sinceros y sin embargo, su ausencia hacía que todo mi cuerpo se sintiera tan pesado y que mi humor no fuera el mejor exactamente.

Tampoco es que eso sea una novedad, normalmente cuando se tiene un lazo, el omega y el alfa se consumen cuando están lejos por demasiado tiempo; sin embargo aquí existían dos factores que fallaban en la teoría: No teníamos un lazo y... Apenas habían pasado unas horas. En mi defensa, desde que Sergio y yo empezamos a ser novios, prácticamente vivía en su casa, entonces, muy aparte del ser mi alma gemela, mi dependencia llegó a tal punto que si no tenía su cuerpo entre mis brazos como la cuchara pequeña, no podía conciliar el sueño. Al final, todo este viaje resultó una completa mierda, pero no podía volver, no sin antes lograr el contrato que necesitaban mis padres y entonces darles la noticia.

Pensaba desligarme completamente de V-Alfa. Una empresa que creí heredar, ahora la sentía condenadamente repulsiva y fuera de mis expectativas. Cuando alguien me preguntaba sobre mi futuro, solo podía imaginarme teniendo un trabajo que pudiera controlar desde mi laptop, pasando la mayor parte del tiempo con Checo y Liam, en casa. Un hogar. Y aunque estaba seguro que a mi omega no le agradaría la idea de un gasto para tener una casa propia de ambos, lo convencería, tenía mis métodos.

Busqué la galería en mi celular mientras pensaba, que quería hacer el cambio de mi vida y en vez de asustarme o dudar, no podía estar más emocionado. Admiré las fotos que le había tomado a mi precioso omega dormido y una suave sonrisa se formó en mis labios. El más encantador ángel cargado de tristeza y viviendo con su corazón en pedazos. Pedazos que yo reconstruiría, así fuera lo último que hiciera. Dependía tanto, tanto de Checo, que sabía él y solo él tendría la capacidad de destruirme y de repararme cuantas veces quisiera, teniéndome como su fiel sirviente por el resto de mi vida. Pensando en ello, apoyé uno de mis brazos sobre mis ojos para cubrir por completo toda a luz externa y suspiré. Sí, la misma persona a la que amas es la única capaz de hacerte daño pero para mí, Sergio era ese ángel que nunca haría daño a nadie. Ni siquiera noté el momento en que me quedé dormido, no hasta que escuché la alarma de mi celular recordándome la reunión que tenía con Ralf. Sin embargo, al intentar levantarme de la cama, sentí una profunda punzada en mi pecho y me quedé inmóvil, esperando que esto se detenga. Gruñí, enterrando mis dedos en la tela de mi remera, tratando de detener el dolor, pero se mantuvo por varios segundos más.

Apenas se calmó, jadee entrecortadamente, respirando con rapidez, apoyando ahora mis dos manos en la cama, inclinando mi cabeza hacía atrás, no recordaba haber experimentado nunca un dolor como ese. Gruñí de nuevo, antes de pasar una de mis manos por mi cabello y cuando divisé la hora en el reloj de la mesa de noche, otra maldición escapó de mis labios antes de correr al baño. Iba a llegar tarde el Alfa me había citado en un lugar bastante privado, el restaurant del hotel en donde me hospedaba, pero ese especial y único para los huéspedes de los penthouses. En pocas palabras solo él, sus guardaespaldas y yo disfrutábamos de las comodidades de los alfas reyes del mundo.

The perfect omega. | ChestappenWhere stories live. Discover now