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Había pasado una semana de que Martina había notado sus sentimientos, decidió ignorarlos y reforzar aquella rivalidad.

Era día de paseo y aunque era un día nublado y lluvioso ella fue igual. Se levantó, se preparó y agarró su paragüas; salió a la calle y por suerte se encontro a Juani.

— Qué haces aca, nena? – le regaló un abrazo – ah es verdad, tu paseo.

— Holi – se sacó de a poco los aurículares – vos qué haces acá?

— Me mandaron a comprar cosas para el asado de la noche, venís, no?

— No me invitaron – soltó una risa incómoda para luego cambiar de tema – bueno, me voy que estoy ocupada.

— Chau – dijo el ruloso nervioso y sin saber qué decir.

Martina siguió caminando por su plaza favorita e ignorando lo recientemente sucedido.

Mientras caminaba visualizó en la multitud al mismo chico de la noche pasada, se acercó y a él y tocó su hombro.

— Hola – él se dió vuelta – sos la chica de ayer!

— Holi – le sonrió – te podría pedir tu número?

— Re directa – ambos rieron mientras él sacaba su celular – sí, obvio.

Charlaron acerca de sus gustos, como por ejemplo, a él le gustaban las películas de acción y a ella de ciencia ficción, a él le gustaba leer y a ella escribir, también tenían muchos gustos en común; como la comida.

Después de eso Martu siguió con su caminata y el otro chico llamado Mateo se fue por su lado.

Ella sentía un vacío en su cuerpo, sentía su corazón latir más de lo normal y como sus piernas 'bailaban' inconscientemente, también llamado 'temblar'.

Se sentó en un banco cubierto por un mini techo, inhaló y exhaló para luego seguir tranquilamente con su caminata. A medida que se relajaba se iba sintiendo mejor y libre.

Llegó a un lugar en el que estaba completamente sola y quiso desahogarse. Soltó un grito desgarrador y desahogante y lágrimas cayeron por sus cachetes, confundiendolo con las gotas de la lluvia. Estaban pasando demasiadas cosas en tan poco tiempo y ella no podía ni procesarlo.

Se recostó en el pasto humedo y cerró los ojos, a lo único que le prestó atención fue a los sonidos de los pájaros y el viento chocar contra los árboles.

— Estás bien? – abrió sus ojos y notó una mini-figura mirándola.

— Sí, no te preocupes.

El nene volvió con su madre y de lejos se escucharon risitas, al tiempo se desvanecieron y Martina volvió a cerrar sus ojos.

Sintió una figura a su lado que copiaba su posición, la tomó de la mano y ella lentamente abrió los ojos y a su lado se posicionaba su mejor amigo de la infancia.

— Leo? Qué haces aca? – él solo la miro y notó como sus lágrimas caían por las mejillas de esta, ella sabía que era imposible que realmente sea aquel pelirrojo que tanto extrañaba, él había muerto en un accidente automovilístico y no lo había vuelto a ver.

— Necesitas algo? – le dijo el chico, idéntico a Leo.

— Perdón – limpió el agua en su cara – me equivoqué – rió y se fue corriendo.

Él solo se quedó mirándola y preguntandose qué había pasado. Ignoro lo sucedido y siguió con su paz.

Martina llegó a su casa y se tiró a la cama, peleo con Tomás ya que él estaba de malhumor y no la dejaba en paz; su mejor amiga no iba a venir, estaba ocupada con su novio, el cual gabía re puteado hace unos días, pero da igual.

𝐌𝐘 𝐄𝐍𝐄𝐌𝐈𝐄 || Agustín LainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora