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Mientras observaba la lluvia caer a través de la ventana de su despacho. Hyunjin se dijo que el tiempo no podía estar más acorde con su mal humor.

Se sentía un idiota.

No debería haber dejado solo a Felix la noche anterior, pero había sido incapaz de seguir allí, con él, tras sentir la patada del bebé. Solo entonces había sido plenamente consciente de que en el vientre de Felix estaba creciendo una criatura que era carne de su carne y sangre de su sangre.

Aquello le había hecho recordar a Jisoo y al hijo que no había llegado a tener; lo había hecho sentirse culpable una vez más por no haber sido capaz de protegerlos del terrible destino que habían sufrido.

Ni siquiera tenía valor para hablar con Felix. No sabía que podría decirle, como explicarle por qué había reaccionado de aquel modo.

La puerta de su despacho se abrió en ese momento, y al volverse vio a la señora Sana de pie en el umbral. Felix apenas había probado bocado del desayuno que le habían subido y tampoco había bajado a almorzar o a cenar, así que finalmente había decidido mandar a la señora Sana a verlo.

- ¿Esta despierto?- Le pregunto.

- Esta acostado. Dice que no se encuentra bien pero que no debe usted preocuparse.

Al igual que él, probablemente Felix tampoco había pegado el ojo la noche anterior. Él había pasado horas y horas en vela dando vueltas en la cama hasta que finalmente había decidido levantarse con la salida del sol.

Se volvió hacia la ventana.

- Gracias, Sana, puede retirarse.

- Tenía cara de haber estado llorando- Dijo la señora Sana sin moverse de donde estaba.

Hyunjin contrajo el rostro, sintiéndose aún peor. Todo aquello era culpa suya.

- Y su madre llamo otra vez esta mañana- Añadió el ama de llaves- Me parece que intuye que aquí está pasando algo, y a mí ya se me están acabando las excusas. Antes o después tendrá que decírselo, señor Hyunjin.

- Lo haré, lo haré- Murmuró él con un suspiro.

La señora Sana se quedó callada un instante y de pronto dijo:

- Yo también perdí a un hijo.

Hyunjin frunció el entrecejo y se volvió hacia ella.

- No sabía que... ¿Cuándo?

- Se alisto para ir a la guerra. Lo mataron dos días antes de que cumpliera los diecinueve años.

- Lo siento muchísimo- Murmuró Hyunjin. No sabía que más podía decirle.

- Cinco años después mi marido falleció de cáncer, y fue en ese mismo año cuando empecé a trabajar para su familia.

Parecía tan triste... Hyunjin ni siquiera había sabido hasta ese momento que había estado casada. ¿Por qué no se lo había contado nunca?

Aquello explicaba por qué, a pesar de lo buena que había sido todos esos años con él, había guardado siempre las distancias con él, y por qué seguía llamándolo "Señor Hyunjin" cuando prácticamente lo había criado.

- ¿Por qué no me había dicho nada hasta ahora?

- Porque hablar de ellos no va a devolverme a mi marido ni a mi hijo.

- No, es verdad, pero imagino que de vez en cuando se acordara de ellos- Dijo él- Para mí no pasa un día sin que eche de menos a Jisoo, o sin que piense en ella y en nuestro hijo.

- Quizá ese sea el problema.

Hyunjin frunció el entrecejo. Por un lado estaba diciéndole que ella prefería no hablar de los seres queridos a los que había perdido, y por otro lado le estaba reprochando que pensara tanto en su esposa y en su hijo. ¿Qué sentido tenía aquello?

- Debería ir hablar con el joven- Le dijo la señora Sana.

Él sacudió la cabeza.

- No puedo.

El ama de llaves lo miro muy seria.

- Diga más bien que no quiere- Murmuro- Me entristece ver que está cayendo en los mismos errores en que yo caí hace años, señor Hyunjin.

Y con esas palabras salió del despacho y volvió a cerrar la puerta.

Se equivocaba se dijo Hyunjin obstinadamente mientras se volvía de nuevo hacia la ventana. No estaba cometiendo un error, lo que estaba haciendo era evitarlo.

[...]

Felix se pasó el sábado entero en la cama, y debía de dar bastante pena, porque hasta la señora Sana había sido menos seca con él que de costumbre.

Había ido a verlo a su habitación, e incluso se había ofrecido a subirle una taza de té, pero lo que Felix necesitaba era un bálsamo capaz de curar la herida que la reacción de Hyunjin había abierto en su interior.

Sin embargo, el domingo a medio día se dijo que se estaba comportando como un tonto y que tenía que reponerse. No podía seguir escondiéndose en su dormitorio, sintiendo lastima de sí mismo.

Quizá el verdadero problema fuera que finalmente había admitido para sus adentros algo que llevaba meses intentando negar: que se había enamorado de Hyunjin.

Claro que... ¿Cómo podía amar a una persona que renegaba de su propio bebé? Quizá porque su corazón y su alma sabían que era una buena persona que había recibido un mazazo del destino y todavía no había logrado ponerse en pie.

Le había mentido el día que le había dicho que lo consideraba un amigo... o al menos no le había dicho toda la verdad. Lo consideraba un amigo, sí, pero para él era muchísimo más que eso, y no podía evitar sentirse triste al pensar que en el plazo de cuatro meses, cuando naciera su bebé y él se marchara, tal vez jamás volverían a verse.

A menos que encontrara la manera de hacerle ver que las cosas no tenían por qué ser así. No era la primera vez que había planteado aquella posibilidad. Llevaba días pensando en ello, pero no había querido hacerse ilusiones al respecto porque sabía que también había la posibilidad de que no consiguiera nada de Hyunjin y él acabara roto de nuevo.

Se había vestido y estaba a punto de bajar para ir en busca de Hyunjin cuando llamaron a la puerta.

Abrió pensando que sería la señora Sana con el almuerzo, pero para su sorpresa se encontró con Hyunjin quien estaba de pie, allí, en el pasillo.

Embarazado De Un Millonario | Hyunlix Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora