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Doyeong había salido de la habitación de cristal, con las piernas temblorosas, y regresado a su propio cuarto para encerrarse con sus bebés por lo que quedaba de la noche. ¡Incluso el olor proveniente del tigre paró durante ese tiempo en un indicio de que no había dormido allí!

Después de pelearse con el tigre de esa manera tan intensa, sus pensamientos se volvieron tan complicados que comenzó a sentirse terriblemente ansioso por su desafortunada situación actual. Tuvo pena por él, lo comprendió y entendió la razón por la que estaba enojado pero, al mismo tiempo que trataba de mostrarse comprensivo, el resentimiento que tenía por él solo se hizo más y más fuerte hasta un punto en que comenzó a insultarlo en su cabeza hasta que se hizo de día.

Y justo cuando pensaba que se estaba volviendo loco por tener tantas emociones diferentes fluctuando dentro de él en tan poco tiempo, el tigre entró en la habitación acompañado de un fuerte aroma, lo miró, dijo "Entonces estás aquí." Y le dio un breve saludo sin siquiera mirarlo a la cara. Doyeong se inclinó también, pero, todavía estaba tan enojado por el momento que solo se limito a rascarse la cabeza.

"Prepárate." Seohan, tal vez consciente de los pensamientos de Doyeong, entró y colocó comida en la mesa que estaba cerca del sofá. Luego se acercó a la cuna del bebé y le arrebató el biberón de leche de la mano. "Hoy iremos juntos al edificio principal. Vamos a juntarnos con mis padres".

Seohan habló como si hubiera preparado algo de antemano y miró hacia la cuna de los bebés mientras intentaba agitar torpemente el biberón de leche para mezclar la fórmula y el agua. Doyeong expresó insatisfacción de inmediato:

"No. No quiero ir. Y tampoco quiero comer... Dame el biberón, por favor."

Ante las palabras de Doyeong, los ojos del tigre finalmente se volvieron bastante intensos. Eran inexpresivos, completamente duros e incluso así, sin decir una palabra, la señal de "escúchame un momento", era tan clara que Doyeong se sentó a regañadientes en el sofá con una mirada sospechosa en sus ojos mientras observaba atentamente al tigre volviéndose hacia los niños.

(Estaba muy enojado ayer, ¿Estará bien si dejo que se acerque a mis niños tan como si nada?)

Doyeong no apartó la mirada. Era sincero cuando dijo que no quería comer nada porque su cuerpo seguía hundiéndose todos los días y quizá, debido a su mal humor, incluso le costaba demasiado tener apetito. Colocó la comida del desayuno, que el tigre había traído, sobre sus piernas, fingió moverla, la apartó y observó a Seohan tratando de alimentar a los niños con leche. Por supuesto, estaba atento a su espalda. Listo para saltar ante el menor problema.

"Coman ustedes también."

Esas fueron las primeras palabras de Seohan a sus hijos. Pero en lugar de parecer amable, era más bien un tono de voz que parecía determinado a hacer que comieran a como diera lugar. Algo tan extraño que hizo que la sospecha y el absurdo crecieran al mismo tiempo en que sostenía los palillos sobre el plato de comida, sin apartar todavía la mirada de él.

"¡Miaaaaaa!"

"Miuu, miuuu."

Los niños todavía parecían asustados por el tigre. Tanto, que incluso la niña se puso erguida, como si tuviera electricidad estática desde la cola hasta la cabeza, y finalmente comenzó a bufarle para que retrocediera un centímetro.

"Dije, que tienen que comer."

"Seohan... Oye, Seohan."

El primer bebé que intentó atrapar comenzó a chillar con fuerza, el segundo orinó en la cuna y el último bebé, probablemente por estrés, vomitó en la mano del tigre toda la leche y el jugo gástrico que había ingerido previamente del biberón que le había dado mamá. El hombre dibujó un tridente entre sus cejas pero Doyeong rápidamente tiró sus palillos y el plato y se levantó del sofá para rescatar a los bebés de la ira del hombre enojado.

Un gato viviendo en la guarida de un tigre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora