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Seohan, que iba a la posada todos los días después de descubrirlo, ahora no había puesto un solo pie en la casa de Doyeong durante aproximadamente cuatro agonizantes semanas. ¿Era porque la promesa de ayudarle con sus sueños realmente significaba dejarlo ir para siempre? El sentimiento amargo que había estado persistiendo en su cabeza ahora se revelaba en el exterior así que, excepto cuando estaba cargando a un pequeño bebito que apenas había logrado salir de la incubadora para ser dado de alta del hospital, estaba deprimido todo el tiempo que le seguía a eso. Y sus padres no se lo estaban volviendo menos complicado.

En el pasado, su madre no pensaba en nada cuando recibía un enorme cheque de Seohan como agradecimiento por haberle dado a su hijo, pero, justo después de que descubrió la violación de Doyeong, básicamente ya no parecía pensar en él como su yerno y ahora, estaba tan enojada por lo que le había hecho experimentar que incluso se sintió como si pudiera matarlo con sus propias manos tan pronto como lo tuviera de frente. Por otro lado, su padre todavía parecía anteponer a su familia antes que a Doyeong y sutilmente lo estresaba preguntándole si había tenido noticias de Seohan o incluso le preguntaba si se había contactado con él o de la fecha en que volvería a la casa de los Lee para seguir con el compromiso.

Y como papá no dejaba de decirle una y otra vez que era su deber como gato hacer feliz a un tigre, llegó un punto en que comenzó a sentir dolor en el estómago y luego, mientras intentaba desayunar, Doyeong tuvo que levantarse de la mesa y correr apresuradamente al baño para vomitar antes de que tuviera tiempo de ponerse a pelear con él o al menos, de disculparse con su madre por esa enorme falta de respeto. Después de todo, los gatos tendían a tener síntomas de embarazo mucho antes que los humanos normales, pero, esta vez, el estrés que sentía gracias a su familia había provocado que le vinieran especialmente temprano el día de hoy y que le hicieran sentir la boca tan seca como si hubiese mordido un trozo de tierra.

"Buargh... Ah, ah, maldita sea... Ah."

Doyeong, que estaba todavía agarrado a la taza del inodoro, se desplomó en el suelo del baño sintiéndose más miserable que nunca antes en lo que llevaba de vida. (Y no hacía falta mencionar que no había tomado la bendita pastilla ese día.)

En realidad, pensó que si el tigre hubiera venido a su casa de inmediato, como lo hacía estando en la posada, se la habría tragado al día siguiente sin poner "peros", y de verdad que no se hubiera sentido mal por eliminar algo para lo que evidentemente no estaba preparado. Pero estaban enlazados ahora y el comportamiento del tigre de no visitarle o de contactarle después de eso, le hizo tener una extraña sensación de ansiedad que lo llevó precisamente a ser un gatito cobarde que llevaba a un bebé en su estómago como si fuera el arma maestra que evitaría que Seohan lo soltara primero. Y ahora, tenía las consecuencias de experimentar náuseas tan graves como las que tuvo cuando se embarazó de sus bebitos y además, tal vez por las hormonas, incluso le llegaban pensamientos depresivos y completamente exagerados que le hacían tener ataques de ansiedad básicamente tres veces al día. La última vez fue por la idea de no conocer al padre de sus niños, pero ahora era precisamente porque lo conocía y de todos maneras el muy maldito había desaparecido de la faz de la tierra como si lo hubieran evaporado.

"Maldición..."

Se limpió la boca, salió del baño, y luego su madre, que lo había estado siguiendo durante todo este tiempo, lo miró fijamente, igual a si estuviera muy decepcionado de él, le dio una palmada en la espalda y comenzó a regañarlo a gritos que decían:

"¿¡¡Acaso perdiste la cabeza!!?"

"¡Duele!"

"¿Qué vas a hacer con esto, estúpido? ¿¡¡Qué vas a hacer con un embarazo más cuándo apenas y puedes cargar con tu vida!!? ¿Estás cuerdo? ¿¡Eh!? Tuviste tres bebés la última vez, Doyeong ¿Entiendes? ¡Tres! Los gatos solemos tener camadas grandes, tuviste a uno de ellos en el hospital recientemente ¡¿Y ahora dices que vas a tener otro?! ¿Y si son tres otra vez? ¿Cuatro gatitos? ¿Entonces qué, idiota? No. No hay manera de que lo acepte. Tienes que abortar. No hay otra opción... Doyeong, ¡Doyeong! ¡Carajo!"

Un gato viviendo en la guarida de un tigre.Where stories live. Discover now