Cazando A Una Leona

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Había pasado un día desde que el chico confeso sus sentimientos a Mero

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Había pasado un día desde que el chico confeso sus sentimientos a Mero. Esa pesada carga ya no lo molestaría más.

Lo que lo ponía más feliz era la vida de padres que les esperaba juntos.

Con respecto a Rumi, pese a que ahora Mero también tenía un espacio en su corazón, Rumi para el seguía estando en un lugar diferente.

“Aunque deba de amar a Meroleona, no me olvidaré de que por encima de ella está Rumi, mi princesa conejo.”

Estos eran sus sentimientos sinceros puestos en palabras.

El amaba mucho a su coneja y al dormir lo que más esperaba era despertar a su lado. Como hoy era su día con ella su deseo se volvería realidad.

Cuando abrió los ojos justo como había deseado estaba junto a Mirko, abrazado a su cintura. Al ser conciente de que la tenía cerca, se abrazó con más fuerza. Como todas sus mañanas juntos, el quería darle mucho cariño antes de que tuviera que irse al trabajo.

...–Mi amor, ¿ya estás despierta?, ¿tienes ganas de hacerlo, mi conejita?

La heroína abrió los ojos, pues ya estaba despierta; e inmediatamente su rostro se tensó de enojo. Hace mucho tiempo que el no la veía de esa manera.

Mirko-No....

El chico imaginó que su irá era a causa de que lo encontró durmiendo desnudo en la cama de Meroleona o que quizás ella le hizo un comentario que la molestó.

...-¿Que pasa mi conejita de algodón?, ¿hice algo para que estés de mal humor?

Las palabras tiernas fueron bien recibidas, sin embargo su respuesta siguió teniendo ira.

Mirko-No es tu culpa, es de ella.

La conejo apunto con su dedo a la espalda de su esposo.

El giro su cabeza hacia esa dirección y ahí estaba su otra esposa pegada a el con sus dedos directamente clavados en sus costillas.

...-¡Capitana!

La nombrada despertó y lo primero que hizo estando somnolienta fue besarlo en la mejilla.

Meroleona-¿Necesitas algo?, ¿quieres hacerlo? Y ya no me llames capitana, puedes decirme leoncita, cariño.

Debajo de la sábana ella estaba desnuda, por lo que el pudo sentir su piel y sus pechos frotarse con su espalda.

Mi Esposa Conejo Where stories live. Discover now