Capítulo 4

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Vincen.

Sentado afuera, mis pensamientos sobre Isa continúan. Siento que me he obsesionado con ella, o quizás mi mente me está indicando algo.

—¡Hey, Vincen! ¡Te estaba buscando!

Esa voz, esa insoportable voz que tengo que soportar hasta la graduación. Mi "amigo", excesivamente gordo, a quien no considero realmente un amigo pero mantengo cerca para aprovechar la comida gratis que ofrece.

—¿Qué sucede, Harry? —pregunté con una sonrisa fingida.

—Te perdiste lo de la nueva, Isa, creo que se llama.

El nombre de Isa retumbó en mi cabeza con fuerza.

—¿Qué pasó? —pregunté rápidamente.

—¡Se arrancó una uña por accidente! ¡Tenía la mano llena de sangre!

Inútil, mencionas a Isa y encima traes noticias que ya conozco. Deberías desaparecer.

—¡Oh! Espero que esté bien —respondí, fingiendo interés.

—Fue al baño a lavarse y se encontró con Jessica. Parece que se conocían, así que supongo que Jessica la acompañó.

¡Maldición! ¡Isa y Jessica! ¡Juntas! Solo malas noticias vienen de él.

Sin prestar más atención a Harry, me levanto de un salto y comienzo a correr hacia el baño, sin entender completamente por qué. No hay nada entre Isa y yo, pero algo me impulsa a buscarla, a evitar que Jessica revele más de la cuenta.

Subo las escaleras pasando por el segundo, luego el tercer piso, y finalmente corro por el cuarto pasillo hacia un pequeño puente que conecta con el comedor y los baños.

Allí, a lo lejos, veo a Isa sentándose a comer sola. Contengo la respiración y apoyo mis manos en las rodillas, cansado. Al levantar la mirada, veo a Alex sentándose junto a Isa.

Alex, proveniente de una familia de realeza, es un príncipe en el sentido literal. Alto, rubio, con ojos azules; un narcisista inteligente, pero aún así inferior a mí. Soy el león, y él es solo un mono.

La ira me invade, pero me doy la vuelta y me alejo. Los más poderosos no reaccionan precipitadamente. Dejo la situación como está, alejando todos los pensamientos negativos de mi mente. Ahora, mi único objetivo es demostrarle a ese imbécil por qué no debe meterse con lo mío. Isa tampoco se librará.

Es hora de la siguiente clase en el segundo piso, así que bajo las escaleras hacia mi aula. Al entrar y tomar asiento, me pregunto si Isa estará en esta clase. Mis compañeros comienzan a llegar, entre ellos un chico solitario que es el único que no me molesta en esta maldita universidad porque no habla. Luego entra Harry, seguido por el grupo de futbolistas y sus insufribles novias. De repente, la ira me consume de nuevo al ver a Isa y Alex entrando juntos.

¿Desde cuándo ese cabrón está en esta clase?

Isa se ve muy feliz, sonríe mucho y eso no me gusta. Juntos parecen una pareja feliz, como si fueran el uno para el otro. Esto me llena de rabia, de celos. Me pregunto si también le dio a probar una de sus uñas o si ella le dio de mi comida. Mi rostro no expresa ningún tipo de reacción; me mantengo firme, sin mostrar nada, como si todo me importara una mierda.

Isa se sienta junto a mí, acomoda sus cosas, y el muy hijo de puta no venía a esta clase, venía a despedirse de ella. Le toma la mano y le da un beso suave en sus nudillos. Observo, pienso y actúo. Alex se va y observo fijamente a Isa. Isa da vuelta su rostro lentamente y pone su mirada en mí. Se notaba igual que siempre. Quizás es una perra más del montón. Te vi diferente, pero terminaste siendo lo mismo que todo.

—Vamos afuera.

—Bueno —dijo Isa.

No me importaba perderme esta clase, no me importaba porque tenía una situación ante mí que dejaba todo a un lado. Podría morir alguien delante de mí y podría orinarlo, escupirlo, golpearlo porque la rabia que siento en este instante no puede ser controlada por nada ni nadie en este mundo.

Llegamos al lugar donde quedamos en encontrarnos a finales de clases, en la cancha detrás del gimnasio, pero pasaban muchas personas, así que decidimos entrar al gimnasio y pasar directamente a la sala donde se guardan todos los balones. Aquel lugar era pequeño, oscuro, pero silencioso y eso lo hacía el lugar perfecto. Podía sentir un romanticismo leve, cálido, pero no más que eso.

—Vincen, ese bas...

Isa no pudo terminar de pronunciar aquello que quería decirme porque uno de mis puños terminó impactando en una de sus mejillas.

Ella cayó al suelo, se golpeó la espalda y su pelo le cubrió aquel rostro que tanto me encanta. Sabía que no medí mi fuerza, sabía que usé la misma fuerza que suelo usar contra un oponente de boxeo, pero si no puedo tenerla a las buenas, lo voy a hacer a las malas.

—¡Arrodíllate! —le ordené a Isa.

Ella, sin pronunciar nada, se endereza con un gran dolor. Sus rodillas quedaron pegadas al suelo y su cabeza miraba hacia abajo. Ese pelo rojo resaltaba cada vez más.

—Dame tu mano.

Isa levanta su mano como si su vida dependiera de aquello y me la entrega.

—Mírame.

Su cabeza ahora estaba apuntando hacia mí, sus ojos brillaban como si fueran dos estrellas y sus labios manchados de sangre me parecían hermosos.

—¿De quién eres? —pregunté.

—De ti...

Me pongo a su altura, poniéndome en cuclillas, y mi rostro queda cerca del de ella. Pongo su dedo meñique en mis labios y comienzo a lamerlo, lo introduzco dentro de mi boca para que mi lengua rodee su dedo y comenzar a saborearlo.

El rostro de Isa me pedía a gritos no parar y entonces doy una pequeña sonrisa, y de una sola mordida le arranco el dedo para masticarlo y tragármelo.

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⏰ Last updated: Mar 22 ⏰

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