Lunes

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Mi primera cita con Violeta, fue lo primero que pensó Chiara en cuanto abrió los ojos el lunes por la mañana, con el rostro de Violeta pegado al suyo y su mano sobre la cintura ajena, narices y cuerpos rozándose tímidamente. Desde ese momento (y presentía que por el resto de su vida, o al menos del día) la acompañó un cosquilleo en el estómago, un calorcito esparciéndose en su pecho y muchísimas ganas de sonreír todo el tiempo sin parar. Tenía la cabeza en las nubes, casi como si flotara... ¡y no era para menos, si estaba a punto de tener su primera cita con aquella chica tan preciosa!

(Claro que para eso tenía que esperar a que Violeta se despertara, pero  no le molestaba esperar, no si podía hacerlo acostada a su lado, abrazándola).

Una vez que Violeta se despertó, y después de desayunar lo que quedaba de la tarta, se tomaron su tiempo para prepararse, y poco después del mediodía estuvieron listas para salir. A pesar de que Chiara no sabía cuál era el plan, pues Violeta seguía con eso de la cita a ciegas misteriosa, la idea era pasar toda la tarde juntas hasta que fuera hora de que él tomara el avión de vuelta a Menorca. Que el itinerario del día fuera sorpresa, y todo eso del secretismo hacía que Chiara se sintiera realmente emocionada e intrigada, las expectativas de esa primera cita por las nubes, y un poco más alto. Claro que no dijo eso en voz alta, no quería que Violeta se sintiera presionada ni nada de eso.

Entonces finalmente salieron del apartamento de Violeta y comenzaron a caminar por aquella mini ciudad que era el campus de la universidad. Violeta iba un paso adelante, guiando la marcha a la vez que le contaba a Chiara distintas anécdotas de sus primeras semanas en el campus, como todas las veces que se perdió tratando de volver de clases, o una oportunidad en la que llegó al campo de deportes cuando pretendía ir a la biblioteca. Sin embargo, unos minutos después Violeta se detuvo de golpe e hizo que Chiara, distraída, se chocara con su espalda al alcanzarla.

—¿Ocurre algo? —inquirió, confundida—. ¿Por qué has parado?

—Por esto —respondió Violeta, extendiendo la mano frente al rostro de Chiara.

—¿Qué...?

—¿No me vas a dar la mano? —preguntó Violeta, socarrona, aunque luego la movió para frotarse el cuello, visiblemente avergonzada—. No es que debas, pero... ¿te gustaría?

Chiara estaría mintiendo si dijera que no sintió cómo el corazón se le ensanchaba un poquito en el pecho, creciendo dos o tres veces su tamaño de siempre para poder guardar todo el cariño que sintió en ese preciso momento por Violeta Hódar. Conmovida, sonriendo, y probablemente un poco sonrojada, buscó la mano de la pelirroja y la tomó con fuerza, entrelazando los dedos de las dos, y entonces Violeta sonrió también en respuesta, y comenzó a caminar balanceando sus manos juntas. Así siguieron caminando por las calles concurridas de la nublada Barcelona, moviendo las manos como si estuvieran bailando al ritmo de la conversación sin fin que mantenían rumbo a... a alguna parte, pues Chiara no tenía ni idea.

—Lo único malo es que la cafetería no abre de madrugada, que es cuando la mayoría tomamos más café —concluyó un relato Violeta, risueña, y luego se giró a mirarla—. ¿Tienes hambre, Kiki?

—Un poco —admitió ella, asintiendo con la cabeza—. De tanto hablar de comida me has dado hambre...

—Lo siento, cielo, pero eso tiene solución —dijo la mayor, y después de girar en la esquina, se detuvo—. ¡Ya hemos llegado! Bienvenida a mi hamburguesería favorita.

Chiara balbuceó un torpe "oh", y asintió con la cabeza de nuevo, esta vez mientras observaba el lugar en el que acababan de detenerse. Aunque a simple vista parecía un establecimiento sin nada extravagante y más bien pequeño, se sintió atraída de inmediato a aquel local ante la mera idea de que era un lugar que Violeta frecuentaba y disfrutaba; le intrigaba descifrar qué tenía de especial para la chico. Se le hizo muy simpática la decoración con mesas largas, butacas altas de madera e imágenes de personajes de dibujos animados enmarcadas en las paredes, pasando de Snoopy a Pororo, y Chiara aprovechó para observar algunos de los cuadros mientras que Violeta pedía la comida en la caja.

Número equivocado! (KIVI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora