Sábado parte 1

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Lo primero que vio Violeta en cuanto abrió los ojos fueron aquellos dos pequeños universos que se encontraban dentro de los de Chiara, y la vista le pareció increíble. Entre sus iris claros, esas dos pupilas oscuras como la noche en las que brillaban ese millón de estrellas titilantes que parecían resplandecer desde su interior, todas fijas en ella, y que desaparecieron por un instante cuando la chica sonrió al notar que acababa de despertarse. Cuando Chiara volvió a abrir los ojos, Violeta pudo ver su propio reflejo entre los destellos de una nueva galaxia de la que no podía, ni quería, apartar la vista.

—Buenos días —saludó finalmente la menor, sonriendo con dulzura y ligeramente sonrojada.

—Tienes los ojos más brillantes y bonitos que he visto en mi vida —balbuceó ella como una idiota, perdida en aquellos intensos ojos claros—. Wow.

—Qué demonios, Vio —dijo entonces Chiara, dándole un golpe en el hombro y desviando la mirada—. ¿Así saludas ahora?

—Todavía no estoy pensando con todas mis neuronas —bromeó Violeta para defenderse, ahora la sonrojado era ella—. Buenos días, Kiki.

—Así está mejor.

Con la risita tan mona que soltaba cada vez que estaba avergonzada, Chiara se acurrucó aún más cerca de Violeta, abrazándola por la cintura y apoyando la cabeza en su pecho. Por un segundo Violeta se preguntó a sí misma si acaso estaba soñando, porque despertarse y encontrarse con Chiara acostada a su lado, abrazándola y mirándola con tanto amor sonaba como algo demasiado bueno para ser cierto y no un sueño... Sin embargo, sabía que no estaba el el paraíso ni seguía durmiendo, sino que simplemente era así de afortunada. Sin poder evitar sonreír, pasó los brazos alrededor de la menor y la abrazó también, asegurándose de sentirla de cerca, cálida y real.

Permanecieron así por un tiempo indefinido, contándose las tonterías raras que habían soñado y demás. "¿Has dormido bien?", "¿terminaste la peli sin mí?", "¿te he golpeado o algo mientras dormía?", entre otras cosas. Para Violeta no habían sido más de quince o veinte minutos, por eso se llevó una gran sorpresa cuando revisó su teléfono y descubrió que ya era cerca del mediodía. Pensó en esa frase tan cliché el tiempo vuela cuando te diviertes, y no pudo hacer más que admitir que era cierta por milésima vez al ver que siempre que hablaba o estaba en compañía de Chiara el reloj parecía devorar las horas.

—¿A qué hora empieza a cocinar tu abuela, Keeks? —indagó mientras las dos se preparaban para salir de la habitación—. Espero que no sea muy tarde para ir a ayudarla.

—Más o menos ahora —informó ella—. Comemos como a la una, cuando vuelvo de pasear a Leia.

Aliviada tras oír eso, Violeta se preparó lo más rápido que pudo para poder ayudar a la abuela con la comida, al igual que Chiara, que la seguía de cerca con evidente entusiasmo. Una vez que terminaron las dos de asearse y se cambiaron los pijamas se dirigieron juntas a la cocina, donde encontraron a la anciana alimentando a Leia.

—Anda, las dos bellas durmientes —bromeó la mujer apenas las vio—. ¿Tenéis hambre?

—Venimos a ayudarte a cocinar, abuela —explicó Chiara mientras acariciaba a Leia.

—¿En serio?

—Chiara presume mucho de su comida, pero no queremos que se esfuerce demasiado —le dijo Violeta esta vez, arremangándose las mangas de la sudadera—. ¿Por dónde empezamos?

—Podéis empezar por lavarme todo eso, entonces —indicó la anciana, aceptando de buena gana y con una sonrisa la ayuda—. Violeta, ¿prefieres carne de cerdo o de pollo?

Número equivocado! (KIVI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora