Capítulo IV

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Estoy temblando como una hoja, creo que llevan cerca de una hora o más intentando calmar mi agitado y débil cuerpo. Siento que estoy en una pesadilla, a veces pienso que si me dejo caer al vacío mis ojos se abrirán y me daré cuenta que todo este tiempo he estado atrapada en un universo de mi mente. Papá no está muerto, tampoco está a mi lado porque siempre hay cosas más importantes que yo, pero, él está aquí, en el mundo real, el que mis ojos no ven, o en el verdadero mundo imaginario que mi cerebro ha creado. No estoy huyendo de lo desconocido, el misterio del por qué hay personas que me quieren, o el enigma que se esconde detrás de toda esta irreal historia, es solo producto de mi mente ilusa, mi mente novelística.
《Vamos Mariale, despierta, escapa de una vez de esta pesadilla》

— Amiga por favor, reacciona. — la lejana voz de Jade me habla, mis ojos la ven, de hecho, a todos, pero distorsionados y borrosos. ¿Por qué será? Las lágrimas caen y me dan la respuesta.

— María Alejandra reacciona de una vez. — Daniel es exigente.

Un fuerte golpe en mi mejilla me hacen ahogar un grito y acariciar la zona afectada de inmediato. Ahora los veo a todos claramente, asustados, preocupados y perdidos, tal como debí de estar yo.

— ¡Daniel! — lo regaña Emma.

— Era la única solución. Miren, ya reaccionó.

Emma se aleja para hablar con la encargada del hostal y me quedo con Jade y Daniel. Ellos ahora sí me dan mi espacio para calmarme y parar de llorar. Me siguen viendo sin entender y sé que les debo dar una explicación pero, justo ahora, no puedo articular palabra alguna.

— Mi amor, tómate tu tiempo pero, dinos qué pasa.

— Eran ellos. — logro decir. — Jade, saben que estamos aquí.

— ¡Joder! Tenemos que huir de nuevo? Ni siquiera he podido tomar un baño decente.

— El baño es lo de menos Daniel. Tenemos que irnos de aquí cagando leche. — Jade tiene razón.

— Pero ¿Cómo lo supieron? — es la misma cuestión que azota mi mente desde que tomé esa llamada. ¿Cómo coño lo supieron?

— ¿Creen que nos estén persiguiendo?

— No lo sabemos Jade, pero no nos vamos a quedar para averiguarlo. — habla Emma quien se acerca ahora. — Pagué la noche pero nos vamos de aquí ya.

— ¿A dónde iremos en medio de la noche? — pregunto mientras me pongo de pie y me tomo de los cabellos.

— A cualquier lugar donde te pongamos a salvo.

Emma toma mis manos e intenta transmitirme paz. Hacemos juntas un ejercicio de respiración que solíamos hacer en las clases de yoga y aunque tengo un poco de dificultad, poco a poco logro calmar al menos los fuertes latidos de mi corazón y el temblor de mis manos.

Vamos vagando en el auto, a estas horas de la noche, sin saber a dónde ir o siquiera qué hacer. Daniel va dormido con la cabeza sobre mi regazo, Jade está sentada en el asiento del copiloto pero su visión está hacia la carretera mientras sus dedos golpean ligeramente la ventanilla. Emma va al volante, tratando de mantener la calma, el hecho de que sea una chica serena y pausada es de gran ayuda. Todos su vida ha vivido en habitación de hoteles por todo el mundo, casi nunca podía asistir a la escuela porque su madre viaja mucho y prefería pasar su tiempo con su hija así sea en medio de su trabajo. Mi amiga ha vivido la loca vida de los modelos, medios de prensa, figuras públicas; ha estado la mayoría de sus años ayudando a las modelos en los backstage a mantener la calma antes de salir a un show, su personalidad es mi tranquilizadora.
Me mira por el espejo retrovisor y sonríe.

Las dos caras de la seducción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora