Solo un pequeño descuido.

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«💭☁️»

La noche caía sobre la pequeña casa de la pareja adolescente cuando Chiara comenzó a llorar inconsolablemente. Carlos, con ojeras evidentes por la falta de sueño, intentó calmarla mientras Charles preparaba un biberón en la cocina.

— Charles, no sé qué le pasa a Chiara. Lleva horas llorando y no hay manera de calmarla.— Suspira cansado y con estrés notorio.

— Lo sé amor. Estoy agotado. Creo que solo quiere dormir, pero algo la está molestando.— Recarga su cabeza en el microondas mientras se calienta la leche.

Chiara seguía llorando, y la tensión en la habitación aumentaba con cada minuto que pasaba.

— No puedo más. Necesito descansar. Mañana tenemos que ir a la escuela, y yo necesito pasar ése exámen.— El alfa se exalta, escupiendo cada palabra.

— Pero no puedo dejarla sola llorando. Además, ¿cómo vamos a estudiar y cuidar de ella al mismo tiempo? Esta situación es imposible.— Voltea a verlo indignado.

Chiara llora con más intensidad.

El omega, con lágrimas en los ojos, se enfrentó al alfa con una mezcla de frustración y desesperación.

— ¡No puedo más, Carlos! ¿No lo entiendes? Somos solo unos niños cuidando de otro niño. No estamos preparados para esto.— Grita desgarrando su garganta ante cada palabra, solloza fuerte.

Carlos, visiblemente afectado por las palabras, trató de mantener la compostura mientras luchaba por encontrar una solución.

— Lo siento amor. No quería que fuera así. Pero tenemos que hacerlo. Chiara es nuestra responsabilidad, y debemos cuidar de ella, pase lo que pase.— Su voz se entrecorta y su aroma denota su tristeza.

— No quería decir eso. Solo... estoy asustado. ¿Qué vamos a hacer?.— Dice tembloroso.

— Está bien, cariño.— Se acerca a abrazar al menor.— Pero estamos juntos en esto. Encontraremos la manera de superarlo, lo prometo.
Iré a intentarlo de nuevo. Tú trata de descansar un poco.

— Gracias, Carlos. Ojalá podamos resolver esto pronto.— Se inclina a dejar un beso corto y le entrega el biberón.

Al día siguiente, ambos se levantaron exhaustos y con ojeras profundas. A pesar de la falta de sueño, se prepararon para ir a la escuela, conscientes de que debían cumplir con sus responsabilidades académicas, aunque sus mentes seguían preocupados por el bienestar de su hija.

«💭☁️»

— ¡Chiara despierta!.— Grita desde la puerta de la menor, intentando batir los huevos para el desayuno de ambos, mientras sostiene su celular entre el hombro y su mejilla.— Sí, lo siento Fred, llegaré a entregar los documentos.— Acomoda el celular del otro lado de su rostro.— Pero-no es que.— Sus palabras tropiezan ante el regaño de su jefe.— No tengo con quien dejar a mi hija.— Claro no es problema de Fred, aún así buscaba un poco de compasión pero recibió un "No me interesa, te quiero aquí ¡Ya! ". Resopló exhausto.— Sí, está bien Fred, llegaré lo más pronto posible.

La pequeña se levantó de la cama con dificultad, su cabello en redado dificulta su vista, así que bosteza esperando a que su papá viniera a colocar sus zapatos.

— Lo siento pequeña, creo que hoy no podré llevarte a la escuela.— El alfa entra corriendo al cuarto rosa, con prisa se pone a la altura de ella y la carga llevándola a la sala, saca una bolsa con sus juguetes y prende la televisión.— Vendré en un momento, tal vez unas tres o cuatro horas.— Corre a prisa por su portafolios, charlando con su hija como si tuviera comprensión total de sus acciones.— Sólo quédate aquí, no vayas a la cocina. ¿De acuerdo? Tampoco te asomes a la ventana.— Sale por la puerta principal mirando su celular mandando recados.

Charles mira desde la ventana cómo el alfa arranca el automóvil aún viendo su celular. ¡Un estúpido irresponsable!.

Gira en dirección a su hija, queda tranquilo al verle tomar leche mientras ríe con su caricatura favorita.

Chiara lleva una hora en la misma posición, su leche se acabó al igual que su caricatura. No tiene algo mejor que hacer. ¿Qué dijo su papá? No recuerda estaba tan entretenida en el televisor que ni siquiera lo escuchó.

Se puso de pie y con sus tripas comiéndose entre ellas, llegó hasta la nevera, mirando sin entender cada artículo. Lo único a su alcance es un cajón, hizo un esfuerzo por abrirlo. ¡Bingo! Su papi siempre prepara rollitos de esa cosa rosada.

¡No bebé! Eso ya no funciona. ¡Mira ése color!.— El omega corre con prisa, llega a la nevera y nota todo un cajón con cosas que van directo al desperdicio, queso con manchas verdes, leche con olor fétido y jamón con un olor terrible, justo en las manos de su retoño llevándolo directo a su pequeña boca.

Acabó con cada rebanada de jamón, satisfecha volvió a sus juguetes feliz. Soltaba risas y pláticas atinando a pocas palabras entablando una conversación con Charles, ambos juegan, lo hacen desde hace tres años, mientras Carlos la deja sola siendo tan incompetente como en ésta ocasión.

Ella se nota cansada así que se duerme en medio de su tapete rosa y una muñeca en sus manos, la mira a detalle, soltando lágrimas por lo grande que se ha puesto.

Después de cuatro horas el alfa llegó con prisa.

— ¡Llegué Chiara!.— Gritó desde la entrada, llamando su atención de mala forma, ella se espantó y comenzó a llorar.— ¡Oh, lo siento cielo!.— Se acuesta a su lado abrazándola.— ¿Quieres ir al parque?.— Susurra cómplice entrecerrando sus ojos.

— ¡Sii!.— Se pone de pie entusiasmada.

Carlos le quita la pijama y le hace un peinado rápido, está por anochecer y necesitan llegar temprano a casa.

Ve con cuidado bebé, pídele a papá que te acompañe a cada rincón.

Ambos salen de la casa y se dirigen al parque entre risas.

Va tan feliz que trata de ignorar las fuertes náuseas y el terrible dolor en su estómago. Nada podría arruinar ése momento con su papá.

GHOST | CharlosWhere stories live. Discover now