Una nueva razón.

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Carlos llevó a Chiara, emocionada, corría de un lado a otro mientras su padre la observaba con una sonrisa cariñosa. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, comenzó a fruncir el ceño, sintiendo un dolor punzante en su estómago.

— ¿Estás bien, cariño?.— Nota la extraña expresión de la pequeña.

— Sí, papi. Estoy bien. Solo tengo un poco de dolor aquí.— Señala su estómago tratando de sonreír.

A pesar del malestar, no quería arruinar el momento con su papá y decidió seguir jugando, tratando de ignorar el dolor. Carlos, mientras tanto, se sentó en una banca para responder una llamada importante de su equipo en el trabajo.

— Sí, por supuesto. Estoy revisando los números ahora mismo.— Se sumerge en la llamada.

Mientras estaba ocupado, su dolor empeoraba gradualmente. Intentó acercarse a su papá en varias ocasiones para expresarle su malestar, pero cada vez que lo intentaba, Carlos estaba sumergido en la conversación telefónica y apenas le prestaba atención.

Sintiéndose cada vez más desamparada y dolorida, se retiró silenciosamente a un rincón de la estructura del juego. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras se aferraba el estómago con una mano.

— Mamá...— Susurra entre lágrimas.— Me duele mucho...

Aunque quería llamar la atención de su papá, no quería molestarlo mientras estaba ocupado. Sin embargo, el dolor se volvía cada vez más insoportable, y las lágrimas seguían cayendo mientras anhelaba la presencia reconfortante de su mamá.

Un omega se hace presente, preocupado por la pequeña, se acercó rápidamente y la tomó en sus brazos con cuidado, notando su evidente malestar.

— ¿Estás bien, pequeña?

Entre sollozos, negó con la cabeza.

— No... me duele mucho el estómago... y quiero a mi mamá...

El Omega sintió un apretón en el corazón al ver el sufrimiento de la niña. Con gentileza, le preguntó por su papá, y Chiara señaló hacia donde estaba Carlos, quien seguía absorto en su llamada telefónica.

El omega frunció el ceño, molesto por la falta de atención hacia su hija. Con la niña aún en brazos, se acercó a Carlos, quien aún estaba concentrado en la conversación con su jefe.

— Disculpe, señor, pero su hija necesita su atención.— Dice firme.

Carlos, desconcertado por la interrupción, finalmente apartó la mirada de su teléfono y notó la presencia del omega con Chiara en brazos. La niña, reconfortada por el dulce aroma del Omega, se aferraba a él con fuerza, encontrando consuelo en su presencia y enterrando su rostro en sus glándulas de olor.

Aunque inicialmente confundido, Carlos pudo ver la angustia en los ojos de ella y se apresuró a terminar la llamada.

— Chiara, cariño, ¿Qué pasa?.

La pequeña, aún sollozando, se aferró al omega cuando el alfa intentó tomarla. Ahora no quería el aroma de papá, no quería que su nariz fuera interrumpida.

— Lo siento...— Dice el alfa apenado, rascando su nuca.

— Creo que debemos llevarla al hospital, está ardiendo en fiebre.— Ignora a Carlos y camina hacia su auto. El alfa los sigue de inmediato y recibe las llaves que le son aventadas por el ojiverde.

En el camino, el omega presentado como Lando incrementa su dulce aroma calmando de inmediato a la pequeña y de paso a Carlos, los Sainz están encantados, se convierte en su aroma favorito de repente.

GHOST | CharlosWhere stories live. Discover now