Capitulo 3

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Narra Brandon:

Su forma de ser, su cuerpo, sus ojos, sus labios, todo de ella enciende algo que jamás sentí. No voy a dejarla salir de aquí, no hasta que comprenda que no pertenece a otro lugar. Nadie podrá arrebatármela, sé  que cometí errores, sé que ella no merecía todo aquello que le hice, pero, joder, estaba ciego, estaba bajo las influencias de esa maldita bruja. Practiqué cosas que jamás se habían cruzado por mi cabeza, me folle a la bruja, también tome a dos lobas viudas de mi manada, se que no estuvo bien, pero en mi defensa estaba bajo la oscuridad de Circe.
Salgo al jardín y sigo mi camino hasta el comedor dónde suelen estar mis hombres, ingreso a paso firme encontrándome con los padres de Mizuki y su hermano. Este último no es de mi agrado, algo en él no me agrada.
—Buenas noches.— saludo con voz firme, logrando captar su atención, los tres se ponen de pie y hacen una leve reverencia.
—Alpha.— saluda el matrimonio, pero el rubio queda en silencio con su vista en el piso.
—Tomen asiento, necesito hablar algo muy importante con ustedes.— hago un movimiento con mis manos, para que vuelvan a su lugar. Tomo asiento frente a ellos, cruzo mis manos sobre la mesa y los observo detenidamente, analizando sus movimientos, logro percibir que de los tres el único que está nervioso es Luke y aquello llama mucho mi atención.
—¿Algún problema Luke?.— doy leves golpes con mis dedos sobre la madera de la mesa.
—No Alpha, solo que este llamado me a sorprendido.— al fin fija sus ojos en los míos y nada de lo que veo de el me gusta.
—¿A caso has actuado mal contra tu Alpha para temer?.—
—No, eso jamás, soy fiel a mi Alpha.— asiento con mi cabeza y decido centrarme en los padres de mi Luna. —Señores Zaharie, sé que ustedes están al tanto, pero me veo en la obligación de informales lo que va a suceder a partir de esta misma noche con Mizuki.— una risa suave y algo burlesca escucho prevenir de Luka. —¿Tienes algo que decir?.— le pregunto sintiéndome algo enojado.
—Nada, solo que ya se había tardado demasiado en desterrarla.— frunzo mi entrecejo  sin poder comprender del todo.
—¿Por qué  debería hacer tal cosa?.— cierro mis puños con fuerza y Fergus intenta tomar el control, algo no esta bien con este imbécil.
—Ella estorba aquí, es inservible para la manada y es la maldición para estas tierras.— se atreve a decir mientras sus ojos se oscurecen. Mi cordura se va al bote y con un impulso me pongo de pie, golpeando con mis puños la fría madera, Fergus lucha conmigo y se muy bien que lo que están viendo es a mi lobo unido a mi.
—Escúchame muy bien maldito hijo de puta, vuelves a hablar así de tu Luna y te juro que lo primero que pierdes es tu sucia lengua.— mi voz sale distorsionada, mi respiración se descontrola y sin pensar le dejo caer un golpe que lo tira de espaldas. —¡Mizuki es la Luna de esta manada, quien la toca o mira mal perderá la vida!, Dispersa las buenas nuevas maldito gilipollas ¡La manada Blackmoon tiene Luna!.—  vuelvo mi atención a sus padres, los cuales observan a su hijo con enojo y eso me tranquiliza.
—Quiero creer que ustedes no esperaban tal cosa.— les hablo con furia.
—¡Claro que no!, ella es nuestra hija y tesoro.— dijo la mujer y le creí porque en sus ojos se reflejaba la sinceridad.

•••

Brandon se encontraba en el rincón más oscuro de su habitación, la luz de la luna filtrándose por la ventana apenas iluminaba su rostro. La noche era silenciosa, pero su mente estaba llena de tormento. Mizuki, la chica que todos habían despreciado, ocupaba cada pensamiento suyo. ¿Cómo podía explicar lo que sentía por ella? ¿Cómo podía describir la mezcla de deseo, protección y amor que lo atormentaba?, solo la diosa Luna podía hacer sentir aquel torbellino de emociones por su destinado, que todo se sienta tan intenso e irreal.

Su madre Úrsula, siempre decía que Brandon tenía un corazón demasiado grande. Pero todo eso cambió cuando aquella bruja había tomando su razón, su corazón se había oscurecido y hasta había tenido deseos de matarla, pero ahora solo deseaba unirse a ella antes de irse a aquella guerra o al menos hacerle saber que la amaba. Era más que eso. Su sentimiento era como si la luna misma hubiera descendido a la Tierra y se hubiera hundido en su pecho. Él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.

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