Capitulo 6

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Mizuki corrió por la mansión, no sabía si aquello era una imaginación suya o era real. Lo había visto, era un ángel, la había observado con sus ojos fríos, su piel tan blanca como la nieve y el cabello oscuro. Su aura oscura le había hecho sentir un escalofríos que hasta su espíritu se estremeció.
—¡Úrsula!.— gritó con desesperación, se sentía agitada y aunque estaba en la seguridad de la mansión sintió que aquella criatura podría tomarla. —¡Úrsula, Graciela!.— llamó también a la Nana de Brandon, pero nadie respondía a su llamado, dobló en dirección al despacho de Brandon y cuando iba a ingresar, chocó con Úrsula, que la observó detenidamente, dándose cuenta que algo sucedía.
—¿Qué sucede Mizuki?.— le preguntó, mientras la tomaba de los hombros. La vio con el cabello rubio pegado a su frente, sus labios secos y podía escuchar el latir de su corazón.
—Ahí afuera, un ángel, un ángel negro me observaba.— su voz salía temblorosa, su rostro estaba pálido a causa del miedo que sentía. Úrsula por primera vez, sintió temor. Que aquel ser estuviera rondando a la Luna de su manada era una señal del mal.
—Debemos reunir a las mujeres, niños y ancianos para ocultarnos en el subterráneo.— la rubia frunció su entrecejo, al no comprender a que se refería la mujer.
—¿Qué subterráneo?.— le preguntó con curiosidad.
—Debajo de la mansión tenemos construido un fuerte, está acondicionado para sobrevivir a las guerras.— le dejó saber.
—Comprendo, ¿Qué soldados han quedado en la manada?, debemos pedirles ayuda. Úrsula, ese ángel me observó de una forma tan extraña, tengo mucho miedo.— confesó con algo de nerviosismo, la adrenalina aún recorría su cuerpo y no sabía muy bien como expresar aquella sensación.
—Tranquila, estaremos bien, llamaré a Renato para que organice a los hombres, tú y yo haremos el resto.— Úrsula, era una loba que muchas veces tenia visiones y reprendió en su mente a su hijo Brandon al recordar la conversación que habían tenido el día antes de partir.

« —Escucha Brandon, algo oscuro atacará a la manada. Déjame hombres que nos protejan.— el lobo la había observado con dudas, ¿Qué más oscuro que Circe podría atacarlos?. No tenía más problemas con las manadas, tampoco estaba teniendo inconvenientes con los vampiros, el único enemigo que debían aplastar era a Circe.
—Siento que estás paranoica, Pero puedo acceder a dejar una guardia mínima.— Úrsula afirmó las palmas de sus manos en la madera del escritorio.
—¿Cuándo vas a escuchar a tu madre?. Tuve una visión, hacía tanto que no sentía esto, desde que tú padre hizo aquella terquedad.— Brandon apretó el puente de su nariz.
—¿Qué es lo que sientes madre?.— le preguntó con aparente calma.
—Mizuki, ella corre peligro.— Brandon asintió con su cabeza y analizó lo que su madre le decía, pensando que aquel ataque podría prevenir de Pía.
—Mantenla lejos de Pía y estoy seguro que todo marchara bien.—  la mujer negó con su cabeza..»

Úrsula, volvió al presente y le habló a la joven.
—Mizuki, por favor vete al subterráneo, no salgas. Yo me haré cargo de todo.— la rubia la miró con intriga.
—Pero, yo no puedo dejarla sola.— Úrsula negó con su cabeza. Necia como su hijo,«Penso.»
—Solo haz lo que te pido y todo estará bien.— Mizuki aún sin estar de acuerdo fue hasta su habitación, tomo algo de su ropa y se fue en dirección al subterráneo. No quería que nada malo pase, deseaba que ya todos estén en aquel lugar, lejos del alcance de aquel ser.
Mientras ella llegaba al lugar que Úrsula le había indicado, la ex Luna se dirigía hasta donde se encontraba Renato, que había reunido a los hombres que habían quedado.
—Necesito que Pía esté lejos de Mizuki.— dijo Úrsula, mientras observaba a la joven.
—No tenemos otro lugar donde enviarla.— dijo el alto hombre.
—Esa mujer no me gusta, tendremos que mantenerla vigilada.—  Renato le explicó algunas estrategias, mientras los demás llevaban a las personas al subterráneo.


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Pía observaba a la distancia como Úrsula hablaba con Renato, no quería llamar la atención, sabía que la madre de Brandon no la apreciaba y no iba a desperdiciar ningún segundo para lograr su objetivo. Necesitaba sacar a esa idiota del medio, en su mente perversa, solo ella se sentía digna de ser la Luna de Brandon.
—Tenemos que sacarla de aquel subterráneo más tardar en la madrugada. Cuando todos duerman.— le dijo el alto hombre.
—Déjame eso en mis manos, ella caerá en mis provocaciones.— dijo con arrogancia la loba. Caminaron hasta el subterráneo, intentando llegar antes que cualquier otro. Debía aprovechar cualquier momento para atormentar la mente de Mizuki.



—Pero mira que valiente  nuestra futura Luna.— dijo con burla mientras ingresó al lugar.
—¿Por qué  no haces algo productivo por tu vida?.— le dijo la rubia a la odiosa de Pía.
—Pero sí estoy haciendo algo productivo. Estoy intentando abrir tus ojos. ¿Piensas que Brandon siente algo por ti?.— la castaña la observó con burla, Mizuki pudo ver el brillo de maldad en esos ojos oro. Pía, era hermosa y sobre todo era completa, ella si tenía a su loba «Pensó Mizuki.»
—Por favor, detente.— la rubia se giró y siguió guardando los alimentos en las alacenas del lugar. 
—¿Por qué  no aprovechas ahora para escapar?, Brandon fue a verme antes de partir y me prometió que al regresar me presentaría como su luna, que tú eres alguien insignificante.— Mizuki se giró en dirección a la castaña y ya cansada del trato que esta le daba, la enfrentó.

—Pía, me tiene sin cuidado  lo que tú o el Alpha digan que van a hacer en mi contra. Eres una mujer patética, que necesita hacerme sentir menos, para tú creerte superior.— la castaña iba a lanzarse sobre ella, pero Úrsula ingresó al lugar con un grupo de niños.

—¿Qué sucede aquí?.— dijo la mujer, sabiendo que Pía era una de las mujeres que maltrataba a Mizuki.
—Nada mi luna.— dijo con falsedad la loba.
—Yo no soy tu Luna, tu Luna está a tu lado. Mizuki es tu Luna y eso lo sabes a la perfección, por lo que exijo que le guardes respeto.— los ojos ámbar de Pía miraron de reojo a la rubia y solo pudo hacer un asentimiento con su cabeza. Odiaba a Úrsula tanto o más que a Mizuki.
—Me retiro, seguiré con mis tareas.— hizo una reverencia y se alejó de las mujeres.
—¿Qué te dijo?.— le preguntó de inmediato Úrsula a la rubia.
—No tiene importancia, sabes cómo es ella.—  le regaló una sonrisa a la mujer y luego se fue con los niños de la manada.







Horas más tarde…

Todos los integrantes de la manada Blackmoon estaban refugiados en aquel subterráneo, la noche había llegado y todos habían ocupado  sus lugares para descansar. Mizuki, observó en todas las direcciones, se sentía ahogada ante tanto encierro, por lo que se puso de pie con cuidado y caminó hasta la cocina, tomo un vaso y se sirvió un poco de leche. Se sentó en una silla mirando fijamente a la puerta, quería tomar aire, pero sabía que corría un gran riesgo si salía, por lo que ocupó su mente pensando en Brandon. Las palabras que le había dicho Pía retumbaban en su mente, por más que no quería creer todo lo que ella le decía, su corazón dolía al imaginar que fuese cierto. Soltó un largo suspiro sintiéndose cansada de toda esa situación.
—¿Aún estás aquí?.—  la voz de su hermano, la sacó de sus pensamientos.
—¿Dónde más estaría Luke?.— le dijo sin nada de ánimos, pero a la vez un escalofríos recorrió su columna, la mirada del hombre reflejaba el odio que le tenía a su hermana.
—Deberías correr Mizuki, porque estás siendo una presa muy fácil para mí.— la rubia dejo el vaso sobre la mesa y se puso de pie, intentando hacer algún ruido para que alguien la salvara de su hermano.
—Nadie vendrá a salvarte, tu defensora está profundamente dormida.— su voz sonó profunda y cargada de ese odio que le había guardado por tantos años, un odio sin fundamentos.
—Luke, déjame en paz.— dijo en un susurro.
—Tienes dos opciones maldita. Te largas en este momento o juro que te mataré.— el enorme rubio sacó sus garras y las pasó por el delicado cuerpo de su hermana. — Uno, dos…
Comenzó con una cuenta regresiva, que hicieron que Mizuki temiera por su vida, caminó por el costado opuesto al hombre y corrió hasta la puerta de la fortaleza. Salió de prisa del lugar, siendo consciente que aquel hombre con el corazón  cargado de odio la perseguía, podía escuchar sus pasos y su risa diabólica. Su cabello rubio se pego a su frente y el frío golpeó su rostro cuando salió al exterior. Sus lágrimas bajaban por sus mejillas y corrió sin parar, hasta que llegó al bosque, intentando huir de su hermano. Ajena a que todo lo que aquel lobo había planeado en su contra.
Había quedado el ángel oscuro merodeando, vigilando los movimientos de los lobos que se habían ocultado para no caer en manos enemigas mientras estaba la guerra. Pero nadie sabía los planes de los brujos.

El ángel de cabello negro y de piel blanca como la nieve caminó hasta la puerta principal de la mansión del Alpha Brandon, en busca de una sola cosa, o más bien de una sola persona. Mizuki Luna de aquella manada. Los ojos negros y rojizos miraban en todas las direcciones sin dar con su objetivo, sin su Luna Brandon Black se debilitaría más, aquel lobo debía morir al igual que las demás Lunas y Alphas, pero aquellos seres sería más fácil matarlos, pensó el Rey del Inframundo, estaban en el campo de batalla y ahí lograría vengarse de los lobos.

El ángel salió por una puerta que daba al campo de entrenamiento y potenció su audición, para escuchar más allá de los sonidos del bosque. Pero lo que escuchó hizo que una sonrisa malvada se dibujara en su rostro, allí estaba su objetivo, escondida tras un enorme árbol. Caminó lentamente hasta ella y vio su cabello rubio sobre su rostro, sus brazos rodeando sus piernas.

—¿Qué es lo que provoca tu llanto?— la voz ronca del ángel hizo que Mizuki se sobresaltara y se pusiera en pie de un salto, viendo al enorme ángel frente a ella, con sus alas negras y brillantes, sus ojos negros con rojo, su piel blanca como la nieve y de enorme estatura.

—¿Quién eres?— dijo en un susurro la rubia, sintiendo el terror recorrer su cuerpo.

Aquel ángel quedó perdido ante la belleza de la que debía ser su víctima, sus ojos como el  cielo, sus labios y rostro se le hicieron la criatura más hermosa. Iba a matarla, pero ahora solo una idea cruzó por su mente, hacerla suya para siempre.

—Soy quien te sacará de este lugar que tanto te hace llorar — el enorme ángel caminó hasta ella con la intención de tomarla entre sus brazos pero ella escapó de él.

Abrió sus enormes alas negras y fue tras ella, tomándola en el aire. Voló sobre las nubes y la alejó de la manada de su Alpha, de su compañero. Mizuki lloró al sentir un profundo dolor en su corazón, ella amaba al arrogante de su lobo.
Cayó en un sueño profundo cuando aquel ángel la introdujo en su tierra oscura en el fondo del bosque.
—Desde hoy serás la Reyna de mi mundo— susurró el apuesto ángel, mientras dejó el delicado cuerpo de Mizuki sobre la enorme cama.

















                       

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