Capítulo 7

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Narra Mizuki:

Abro lentamente mis ojos, un aroma extraño invade mis fosas nasales, azufre y algo dulce hacen que mi nariz pique. Mis ojos se fijan en el extraño techo, imágenes de personas como si intentaran escapar del fuego, todo es color gris, rojo y negro. Mi corazón comienza a bombear con fuerzas cuando recuerdos llegan a mi mente, aquel ser con sus alas negras, tomándome en sus brazos y sacarme de la manada.
Me siento sobre el colchón cuando el golpe a la realidad me invade.
—¿Dónde estoy?.— susurro mientras tomo mi cabeza con mis dos manos, mis ojos recorren todo el lugar, hasta que una enorme silueta llama mi atención. —¿Quién está ahí?.— mis manos sudan y mis oídos son invadidos por un ensordecedor pitido, no logro escuchar, pero si veo como aquella silueta se revela ante mi, sus ojos negro con rojo, su rostro y aquellas enormes alas negras me hacen retroceder sobre el colchón hasta pegar mi espalda en la fría madera del respaldar, sus labios se mueven, algo está diciendo pero no soy capaz de escuchar. Llevo mis manos a mis oídos y los presionó con fuerzas, cierro mis ojos con el deseo de que todo esto sea un sueño.
—Abre tus ojos diosa roja.— su voz ronca y su tacto frío me hacen abrir lentamente mis ojos, encontrándome con esos pozos oscuros, su piel blanca. ¿Por qué  me ha llamado así?.
—¿Quién eres?.— pregunté con mis nervios al borde del colapso.
—Soy quien te a sacado de aquel lugar que opacaba tu belleza, que entristecía tu corazón y desgarraba tu alma.— su voz profunda me provoca escalofríos y una sensación extraña en mi cuerpo.
—Yo no quiero estar aquí, quiero regresar a mi casa.— mis ojos se atraen con los suyos como un imán, mi alma tiembla al sentir su cercanía y su aroma es tan extraño como adictivo.
—¿Quieres regresar a sufrir?.— sus largos dedos acarician mi rostro y sus ojos centellan en un rojo intenso.

—Él va a venir por mi.— le dije intentando creer que Brandon no mentía, que yo era importante para él, porque era su Luna, porque dijo que me amaba.
—Observo tu manada desde hace tiempo, he notado la forma en la que te han tratado.— hizo una pausa, mientras llevaba un mechón de mi cabello a su nariz y absorbía su aroma. —Tienes un poder único y tú no eres consiente de él.—  paso con dificultad saliva, al sentir la cercanía de aquel magnífico ángel.
—¿Por qué me has traído aquí?, si vas a matarme hazlo de una vez.— intentó saber que es lo que pretende hacer conmigo. Siento pesar en mi corazón, quería irme de la manada, pero tampoco quería quedarme con él, sentía que todas sus palabras eran mentiras. Nada me aseguraba que al llegar él prometiera todo lo que había dicho.
—No voy a arrebatarte la vida, tu vida para mí es más importante que mi existencia.— algo en mi interior se remueve, una mezcla de temor y tranquilidad me inunda al sentirlo cerca.
—Brandon vendrá por mi.— digo nuevamente, sin poder descifrar  lo que siento.
—El no vendrá y si viene no podrá arrebatarte de mi lado. Me quedaré contigo y serás la reina de mi reino. Porque mi reina fue asesinada por los de tu sucia especie.— sus ojos negros centellan en rojo, mientras  extendía su mano para sujetar la mía.  —Tienes dos opciones, aceptas tu destino o vivirás un calvario.— parpadeo intentando desaparecer las lágrimas que quieren acumularse en mis ojos. Y acepto mi destino, quizás sea lo mejor, quizás estar lejos de él sea lo correcto, aunque mi corazón esté siendo desgarrado por saber que mis posibilidades de ver a mis padres y decirles todo lo que Luke ocasionó por culparme de la muerte de su compañera. Llevo lentamente mi mano hasta  la suya, sintiendo el frío de su piel y la suavidad exquisita. Aquella sensación sigue causando algo tan extraño en mi cuerpo que me hace estremecer.
—Solo quiero pedirte, que no dañes a la gente de mi manada. Y permíteme saber más sobre tu amada.— jala con suavidad de mis brazos para ponerme de pie, me sujeta de mis hombros, impidiendo que me aparte de él.
—Sabrás todo de mi, preciosa Luna roja.—






•••

Úrsula gritó con rabia cuando comprendió que Mizuki había desaparecido, habían estado buscando por cada rincón de la manada pero no lograban dar con ella.
Estaba fuera de la mansión observando al bosque y sostenía entre sus manos un pañuelo de la luna. No sabía como darle aquella noticia a su hijo.




Todos bajaron de aquella montaña, dispuestos a trabajar juntos, volver a ser todo lo que su diosa les había mandado, estaban con la euforia de haber ganado aquella guerra.

Llegaron a la manada “Los hijos de la Luna”, siendo recibidos por aquella manada, para festejar la nueva era.

Brandon Black, decidió irse a sus tierras, no por no querer afianzar aquella unión, sino porque su corazón le hacía sentir que algo no estaba bien. El dolor en su corazón no había disminuido, sentía angustia y deseos de ver a Mizuki.

—¡Ve, pero danos aviso en cuanto llegues!— Ethan y Sam miraban al enorme hombre tatuado, con aquel semblante de preocupación. Ethan lo comprendía, él había estado desbastado sin su Luna.

—Creo que al llegar las noticias no serán buenas— la voz ronca de Brandon resonó en el despacho de Ethan, se tomó el último trago de su bebida y saludó a los dos Alphas. —Saluda a los demás de mi parte y me avisas cuando será la junta— se giro sobre sus pies y salió de aquella mansión, subiendo a su camioneta todo terreno. Él y sus hombres salieron de aquellas tierras, por primera vez viajaban por aquellas tierras y carreteras sin ocultarse.

Horas más tarde ingresaban el Alpha y los guerreros de la manada Blackmoon a sus tierras. Brandon bajo de su camioneta e ingresó a su mansión a toda prisa, cuando llegó a la sala, encontró a su madre con tres guerreros y en el centro de aquella sala una mujer de cabello negro como la noche, su piel morena y ojos miel lo miraron.

—¿Qué coño es todo esto?— rugió el lobo, viendo a la mujer amarrada a una silla y su rostro enrojecido al haber recibido golpes de la ex Luna.

Úrsula miró a su hijo, el cual pudo notar la ira en el rostro de su madre.

—¡Está zorra, algo le hizo a Mizuki y ahora ella ha desaparecido!— gritó con rabia la mujer mayor.

Aquellas palabras le dieron sentido a lo que el había experimentado en el campo de batalla. Los ojos del lobo de Brandon se reflejaron en los de él, miró con ira a la mujer, que alguna vez había sido su amante.

—¡MALDITA ZORRA!— gritó, mientras caminó con prisa hasta ella y le sujetó el cabello, haciéndole sentir ardor en el cuero cabelludo de la morena. — Ruega que mi Luna aparezca, porque si algo le sucede te mataré lentamente — le habló a centímetros de su rostro.

—Llévala al calabozo  y a estos hijos de puta los asesinas y los cuelgas en el centro de la manada . Que todos sepan lo que sucede cuando tocan a mi luna.— la mirada de Brandon fue hasta el padre de Mizuki y con voz fría le habló. —Busca a tu maldito hijo y tienes dos opciones me lo entregas o te largas de mis tierras.— el hombre solo asintió con su cabeza y se fue del lugar. Sabía que aquello debería haber terminado hace mucho, que debería haberle puesto un límite a su hijo desde hace años. Pero siguió creyendo fielmente que él muchacho iba a cambiar. Porque Mizuki era su hermana, pero su odio había oscurecido su corazón, a tal punto que atento contra su propia sangre.








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