Capítulo 11

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Maicol ingresaba al despacho de Brandon, que se encontraba observando todo el territorio en un mapa. Su Beta había preferido que él se quedara en la manada, conocía el temperamento de su amigo y sabía que ante cualquier movimiento él iba a atacar. Brandon había perdido la calma los últimos días, se sentía desesperado por no lograr encontrar a su Luna. Tenía a Pía encerrada torturándola para que ella dijera algo, pero de aquella mujer solo salía un nombre, Circe. Le había ordenado a su suegro y otro de sus hombres que intentarán sacar más información, Luke más de lo que había dicho no hablaba, el día anterior cuando fue a verlo lo encontró con la mirada perdida, habían estado cuidando de él, Úrsula le había pedido a su hijo la oportunidad de ir en busca de una bruja blanca, la mayoría creía que aquel hombre estaba bajo un manto oscuro.
—Brandon.— la voz de su Beta resonó en su despacho, haciendo que elevara su vista, podía percibirse el agotamiento y sus ojos se apagaban poco a poco.
—Dime que me tienes noticias, ya no soportó esto que siento.— se sentó en su sillón, dejándose ver ante su amigo lo triste que se sentía su corazón. —¿Cuándo pasará este dolor que siento constantemente en mi corazón?.— Maicol solo lo observó, no podía darle una respuesta, él aún no sabía lo que era amar de aquella manera.
—Todo eso que sientes, siempre dijo mi madre que es el lazo que crea la diosa. Estar lejos de nuestro compañero trae muchas consecuencias.— dijo el Beta. Y aquello a Brandon le preocupó, no por él, sino por Mizuki.
—¿Crees que ella esté sufriendo?.— preguntó.
—No lo sé, hasta donde sabíamos ella era humana. Pero están unidas sus almas.— Brandon se puso de pie y caminó hasta el gran ventanal que había en su despacho.
—Dile a Tristán que lleve a Pía al campo de entrenamiento.— aquello le hizo fruncir el entrecejo a Maicol.
—¿Qué harás Brandon?.— dijo algo preocupado.
—Dejar que todos vean, que sucede cuando alguien me traiciona.— el Beta solo asintió con su cabeza y salió del lugar, a organizar todo.
Le rogó a la diosa que su Alpha recapacitará y que aún no le quitará la vida a esa mujerzuela.




Narra Brandon:

Cierro mis ojos y lleno mis pulmones de aire. Necesito controlar esta ira que siento recorrer por mis venas, pero ya no soportó saber que aquella mujer sigue con vida, Pía actuó así por su maldad, su ambición, no como Luke, que estoy seguro que fue un peón más en todo esto. Algo sucede con Mizuki, aún siguen las palabras de Charlie en mi cabeza, Leila dio su vida por proteger a su cuñada. Abro mis ojos y puedo observar como dos de  mis soldados llevan a Pía al campo de entrenamiento, la amarran de pies y manos, desde aquí puedo apreciar su perdida de peso, su cuerpo algo herido gracias a las torturas que Raquel una de nuestras  fieles guerrera mujer le a dado.
Sin pensar en mas cosas, salgo de mi despacho, sintiéndome furioso no solo por lo que ella hizo, sino conmigo mismo, al no darme cuenta el daño que estaba causando en Mizuki, mis actos también la llevaron a no creer en mi, a dudar y tener deseos de irse de la manada. Sabía sus planes de escapar y era por eso que siempre la mantenía con vigilancia. Pero de nada sirvió.

—Alpha.— saluda Raquel. —Estoy esperando su orden para ejecutarla. Ella no hablará más de lo que hizo, está decidida a llevarse muchos secretos a la tumba.— mis ojos están fijos en aquella mujer, sus ojos reflejan su burla, mezclado con matices del dolor que lleva en su cuerpo herido.
—Trae la plata líquida, morirá sintiendo no solo su cuerpo arder, también su alma y espíritu quemaran lentamente, vivirá aquí el infierno.—  veo como la mujer camina hasta nuestro cuarto donde guardamos todas las armas de guerra. Aparto mi mirada de ella y caminó hasta Pía, quien sonríe con arrogancia al verme, aún siendo consciente de que su fin llega hoy, ella jamás a cambiado su actitud.

—¿Quién organizó el secuestro de Mizuki?.— le pregunto cuando llego hasta ella.

—Yo moriré, Pero me llevaré la satisfacción al saber que tú maldita Luna, fue llevada a las tierras del Inframundo, lugar donde jamás podrás ingresar. Ella morirá implorando por ti y tú jamás llegarás a salvarla.— su risa era como la de una bruja. Pero por alguna razón, siempre que me ponía frente a ella, soltaba alguna información. Solo cuando yo iba a verla hablaba. Mientras estaba ausenté recibía su tortura en silencio.
—Iba a terminar con tu vida en este momento, pero he cambiado de opinión, quien te arrebate la vida será tu luna.—  sus gritos desesperados escucho cuando me giro y salgo de aquel lugar. No sé porque, pero mi respuesta la enfureció y eso me hace sentir satisfacción.











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