20 - No hay fronteras

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Los límites después del último celo de Fran son casi inexistentes, y lo han sido durante los últimos meses. El siguiente celo es el de Valentino, y al mes siguiente es el de Juani, y ya no hay distinciones, toda la manada está invitada a cuidarlos, incluidos ambos alfas. Todos encajan como si estuviesen hechos para estar juntos.

Enzo está encantado, lo suficiente como para decir por fin en voz alta la idea que lleva meses rondando por su cabeza.

—Quiero extender el amor en la manada —les dice un día a sus compañeros, acurrucado entre su alfa y su omega. Aún tiembla después de como Agustín lo ha montado y de como Matías lo ha tenido debajo suyo gimiendo, pero su mente está más clara que nunca. Sabe lo que quiere.

—¿Qué querés decir? -murmura Agustín, acariciando su cintura.

—Quiero que no haya límites en la manada —confiesa, casi como si fuese un secreto— quiero que cada uno sea libre de explorar cualquier conexión. Que todos estemos juntos.

—Mmmm precioso, eso ya lleva un tiempo sucediendo —murmura Matías a su lado, y su mano se encuentra con la de Agustín por encima de su piel. Se siente íntimo y bonito.

—Sí, pero de manera oficial —dice, incorporándose un poco para mirar a su alfa a la cara— Matu, constantemente nos llamas "mis omegas" y no sos consciente de cuanto nos gusta. Todos pueden ser tus omegas, si querés y ellos quieren, y estará bien.

Su alfa se sonroja ligeramente y sabe que está siendo consciente recién de todas las veces que se ha referido así a la manada últimamente. Y de lo que realmente significa.

—¿Ya no quieren ser mis compañeros, entonces?

La pregunta de su omega le rompe el corazón e inmediatamente se gira hacia él para abrazarlo y tranquilizarlo. Agustín huele ligeramente a angustia y no va a permitir que crea que ya no lo aman. El trauma de abandono es algo mal curado en él, pero todos en la manada tienen alguno, así que rápidamente lo envuelve en sus brazos y lo acaricia.

—Claro que sí, mi amor —afirma— no tiene nada que ver con eso. Te amo, y amo a nuestro alfa. Nada va a cambiar eso, Agus.

Lo ve asentir y vuelve a oler normal, incluso ligeramente avergonzado.

—Lo siento —murmura— mi celo está cerca, estoy más sensible...

—No es nada, precioso —dice, abrazándolo un poco más cerca, y siente como Matías cambia de postura para estar al otro lado de Agustín y dejarlo en el centro de ellos dos, exactamente donde a su omega le gusta estar.

—Nunca querría dejar de ser tu compañero, tuyo y de Enzo —dice su alfa, y su brazo rodea a Agustín pero acaba tocando su cintura como siempre— pero estoy de acuerdo en explorar más conexiones dentro de la manada. No cambia nada, Agus, vos también sos libre de estar con los otros alfas y omegas de la manada. Sos nuestro igual, precioso, nada cambiará eso.

—Y al final del día —dice él, atrapándolos a ambos en un abrazo más pegado— al final del día todos dormimos acá, juntos. Son míos, mis compañeros, mis parejas, mi omega y mi alfa.

—Te amo, Enzo, Matu... —susurra Agustín, acurrucándose en su pecho, y él le acaricia una mejilla y después desliza su mano hasta su vientre, donde Matías lo sigue.

—¿Cómo no íbamos a quererte como compañero, mi amor? —le pregunta su alfa a Agustín, y se derrite al sentir su voz tan cargada de amor— Pronto haremos un cachorro juntos, precioso. Tu mayor regalo para la manada, para todos nosotros.

Agustín está sonrojado y huele fuertemente a timidez pero también a anhelo. Le encanta sentirlo así, tan abierto, tan dulce para ellos. No hay manera en la que quiera dejar de ser su compañero, es suyo.

Paint the town red [Matienzo/Poliamor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora