36 - Aires de tormenta

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Enzo no se sorprende tanto cuando Matías encuentra los anillos que ha estado guardando, es su destinado por un motivo, pero sí que se sorprende cuando lo abraza por la espalda y le recorre el cuello a besos.

—¿Ya se lo pediste a nuestro omega?

La pregunta lo sonroja, pero niega con la cabeza. No sabe cómo hacerlo, no quiere que su alfa se sienta menos ni tampoco que Valentino se sienta así, pero Matías siempre resuelve.

—Estoy impaciente por verte con él en un altar —le dice suavemente— mis omegas casándose, me hace tan feliz...

Matías parece estar dando por supuesto que le pedirá a Agustín y no a él que sea su esposo, y no parece molesto ni dolido, así que se gira en sus brazos pero lo único que ve en sus ojos es el amor que siente por él y por su compañero.

—¿No estás enfadado, alfa? Quiero casarme también contigo y con Valen, pero legalmente no se puede y yo...

Matías niega con la cabeza y deja un suave beso en sus labios, ronroneando para él. Sus manos acarician su cintura y cada día que pasa está más enamorado de él.

—Me encantaría, mi omega, pero quiero que te cases con él, casarte de verdad. Podemos tener una boda simbólica juntos, precioso, pero él se merece que le des ese anillo. Lo conoces de antes y nos dio a nuestros hijos, y ni siquiera quiso ponerles su apellido...

Asiente, levemente conmovido y se recuesta en su alfa. Hay cuatro anillos iguales en su cómoda, uno para él mismo y los otros tres para sus amantes.

—Él se lo merece todo —dice, buscando los labios de su alfa— no puedo esperar para verlo embarazado de nuevo, se veía tan bien...

Matías asiente, abrazándolo más cerca.

—Y olía tan rico...

Va a besarlo de nuevo, pero la voz de Agustín a sus espaldas los interrumpe.

—¿Ya están planeando dejarme papita se nuevo? No tienen remedio, eh...

Estira una mano hacia él, pidiéndole silenciosamente que se una al abrazo con su alfa y Agustín lo hace ronroneando para ellos. Huele el suave aroma a peonías de Valentino en su piel y le encanta como va con su aroma dulce.

—No podés culparnos, precioso. —dice Matías, robándole un suave beso— Sé que no pensás lo mismo, pero te veías increíble y olías muy bien... Es tu decisión, mi amor, pero me gustaría verte así de nuevo.

Agustín está rojo después de eso y no lo culpa, su alfa siendo abierto es algo que les mueve cosas a ambos, pero además él sabe que desea más hijos. Lo siente en su vínculo con él, pero sus cachorros aún son demasiado pequeños y hay más cosas que quiere hacer antes de volver a gestar.

—En realidad... —dice su omega— En realidad casi me hacen papita de nuevo este celo. No lo esperaba así que no me di cuenta, fue Fran quien me colocó el parche justo antes de que llegaras, alfa...

La alarma lo recorre y lo abraza más cerca, sintiendo la mano de Matías en su cintura también.

—¿Está todo bien? —le pregunta tentativamente, y Agustín asiente.

—Sí, mi anticonceptivo funcionó bien. —les dice, y ambos suspiran aliviados. Quieren otro cachorro, pero no así— Pero si no hubiese funcionado... Me lo hubiese quedado.

Está rojito y adorable, así que Matías entierra la cara en su cuello y ronronea para él mientras él deja besos por su cara.

Las palabras salen de su boca antes de que pueda procesar lo que está diciendo.

Paint the town red [Matienzo/Poliamor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora