¹⁴. débil y enamorado

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Vegas.

Por más que quisieran quedarse en la playa, era imposible en ese momento, ya que debían regresar e ir a la universidad. Estaban en finales, así que no podían darse el gusto de simplemente no asistir.

Pete tenía los ojos cerrados y dormitaba sobre la espalda de Vegas, abrazado a él, disfrutando de su calidez corporal. Ya sus ropas se habían secado gracias al viento y al sol caliente sobre ellos, ahora ambos chicos estaban cansados y con mucha hambre, así que ya estaban a punto de llegar a Bangkok.

Vegas había jurado, que si no estuviese tan ocupado, alquilaría una habitación en alguna posada cercana solamente para dormir abrazado a Pete y despertar de esa manera, y desayunar juntos, y tal vez, llevarlo a otra cita sin planear.

—Pete.

El mayor estacionó la moto y llamó al chico que continuaba abrazado a él, pero no recibió respuesta. Vegas se quitó el casco y lo dejó colgando en el manubrio de su moto, después se separó de Pete con mucho cuidado, bajándose de la moto y despertando al menor en el proceso.

—¿Ya llegamos?— preguntó en voz ronca.

—Si, llegamos a tu casita— le respondió Vegas, quitándole el casco y dejándolo con el suyo.—¿Vas hoy a la universidad? Deberías quedarte y descansar. Ayer trabajaste hasta tarde.

Vegas le peinó su cabello algo desordenado y Pete le sonrió somnoliento.

—Voy a ir, solamente veo por un par de horas. Después regresaré a dormir— dijo Pete dejando la moto.—Uhm, ¿quieres pasar? Haré el desayuno.

Vegas sonrió, su corazón calentándose por lo bonita que le parecía la idea de compartir un desayuno con Pete.

—Me encantaría.

Antes de dirigirse a la casa, Pete recordó un dato importante.—Adentro están mis abuelos, ¿quisieras conocerlos? Aunque tal vez estén durmiendo.

—Oh, bueno — Vegas igualmente asintió.—Ya conoces a mi familia, creo que puedo conocer a la tuya también.

Pete sonrió y se inclinó para darle un beso en la mejilla.

—Perfecto, cariño.

El menor sacó las llaves de su bolso, caminando hasta la puerta de su casa, siendo seguido por el mayor. Era una casa de dos pisos en el exterior, de color blanco desgastado, en la fachada podía observarse un balcón pequeño y un par de ventanas, además de las macetas alrededor con plantas bien cuidadas.

—Bienvenido a mi humilde morada— le dijo Pete al abrir la puerta y darle paso a Vegas, mientras dejaba sus zapatos en la entrada.—Puedes dejar tus zapatos aquí con los míos.

Vegas le hizo caso, mientras que sus ojos se dedican a observar la casa, es pequeña, pero muy bien ordenada y bonita, no es moderna, si no más hogareña y pintoresca.

Las paredes son blancas y el piso es de madera brillante. Posee una pequeña sala con un sillón de tres cuerpos color beige, una mesita en el centro negra y un pequeño televisor en un mueble contra la pared, más adelante, estaba la cocina, una mesada con sillas negras y de allí se podia observar el refrigerador, la cocina y un poco más lejos, una pequeña lavadora y una cuerda dónde colgaba un par de prendas.

Cuando la mirada de Vegas se encontró con los ojos de Pete, sintió como sus mejillas se calentaban un poco por la vergüenza.

—¿Terminaste de analizar mi casita?— preguntó el menor cruzado de brazos y sonriendo divertido.—¿Qué te parece?

—No estaba analizándola, lo siento— respondió Vegas.—Es muy hermosa. Me gusta.

Pete sonrió y asintió, dirigiéndose a la cocina.—Gracias, cariño. Puedes sentarte mientras hago el desayuno.

(don't) let me go [VegasPete]Where stories live. Discover now