Aventura en acción: Personaje

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DINA SANG

Dina Sang estaba sentada al fondo del gimnasio de la Academia Alejandría, la institución educativa más prestigiosa de la región. 

Su cabello largo y rojizo caía por su escuálida espalda. Llevaba el lúgubre y aburrido uniforme reglamentario de la escuela. En la nariz respingona de Dina reposaba una tirita con motivos infantiles así como en los nudillos de su mano derecha. 

Dina estaba apartada de sus compañeros de clase, estos corrían arriba y abajo por todo el polideportivo mientras ella leía un libro de instrucciones aparentemente aburrido pero ciertamente práctico para crear todo tipo de nudos marineros. 

Movía ávidamente sus ojos rasgados color chocolate como si su velocidad de lectura fuera algo digno de un récord. Os diré algo, ciertamente lo era.

Cualquiera podría pensar que detrás de ese aspecto de niña huraña y retraída tan solo había una estudiante demasiado torpe que siempre acababa accidentada en alguna de sus actividades escolares más activas y usaba alguna excusa para no tener que formar parte de dichas actividades. Pero no era así.

Dina era hija de dos prestigiosos académicos, Bao Sang y Lara Caso.

Bao era un hombre originario de Pequín totalmente dedicado al estudio de las ciencias botánicas y Lara, una descendiente española y escocesa proveniente del sur de España, había dedicado toda su vida al estudio de los textos sobre mitología de cualquier parte del mundo.

No era de extrañar que su hija fuera también un cerebrito capaz de alcanzar la especialización de un estudio como lo habían hecho sus padres. 

Y aunque se suponía que ahí, en la Academia Alejandría, ella estaba en esa búsqueda de encontrar la disciplina que le encajase como un zapato de cristal al igual que sus padres cuando eran jóvenes, Dina tenía otros planes. Aunque debo deciros que los planes la encontraron a ella antes.

Su capacidad para saber absolutamente de todo había sido propicia para que cierta logia secreta, posara sus ojos sobre la niña, que lejos de ser la torpe de la clase de gimnasia, era la paladina perfecta para resolver los misterios, urdir los planes y ejecutar con habilidad cualquier menester que precisara dicha logia oculta en las profundidades del internado Alejandría.

Pese a su aspecto algo enfermizo, que ella intentaba potenciar con una actuación perfecta delante de sus maestros y compañeros, la joven era capaz de trepar, descender, saltar o huir tan rápido como una liebre a punto de ser cazada. Algo que le aburría considerablemente pero que eran gajes del oficio. 

Si hubiera sido por Dina, ella simplemente almacenaría todos los datos posibles que contenían los libros de la biblioteca de la Academia Alejandría mientras comía sus caramelitos de fresa, una de sus debilidades. 

Dina hacía sus "trabajos extraescolares" para la logia con cierta despreocupación y desdén, aunque era precisa y perfecta. Ella no lo hubiera querido reconocer, pero hacer un buen trabajo siempre la dejaba satisfecha, por eso seguía trabajando para ellos.

Bueno... por eso y tal vez por el siguiente y pequeño detalle: si les abandonaba, el castigo era algo un poco incómodo, la pena de muerte. Aunque a Dina eso no le preocupaba mucho o al menos no le quitaba el sueño.

Lo que sí que le quitaba el sueño a Dina Sang, la desesperaba y la atormentaba era cierto paladín adjunto. 

Jamás había visto su cara, puesto que los paladines que trabajaban para la logia no solían conocerse o trabajar juntos. Era un sistema algo individualista. 

Dicho paladín había conseguido un récord de misiones que había alcanzado al de ella. Dina nunca hubiera admitido que era una persona competitiva, pero creedme, además de los datos, los libros o sus caramelitos de fresa, la joven aparentemente escuálida y pelirroja que leía ávidamente allí al fondo del gimnasio, se alimentaba del ego de la competición. 

Odiaba perder ante cualquiera e intentaría una y otra vez entrar en el mismo juego hasta que lograse el primer puesto.

Eso explicaba bastante su afán por memorizarlo todo. Dina tenía un hambre voraz. Tal vez ese era su punto fuerte más notable, pero sin duda también su flaqueza más destacable.

Al fin y al cabo era una adolescente de dieciséis años con ganas de comerse el mundo.



Dina Sang ✓حيث تعيش القصص. اكتشف الآن