Capítulo 1/ El miedo de empezar.

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Summer.

Ni el bostezo es capaz de borrar mi sonrisa. Sujeto las correas de mi mochila con fuerza y desde la puerta del salón busco un asiento libre.

Camino entre los bancos, sin quitarle los ojos de encima al asiento libre que está en una posición perfecta para poder ver el pizarrón. Sin embargo, como siempre, la vida tiene que complicarme las cosas. Cuando estaba a punto de dejar mi mochila sobre el banco, otra persona coloca sus cuadernos sobre éste.

– Creo que lo ví primero – digo.

– Eso no lo sabrá nadie – dice la chica que es más bajita que yo. Con su dedo índice sube sus anteojos.

– Yo sí lo ví – ambas miramos al chico que acaba de hablar. Su rostro se sonroja tanto que creo que está apunto de explotar, pero aún así no deja de sonreír –. Ella lleva acechando ese asiento desde que cruzó por esa puerta – miro a la chica y le hago una mueca, ella suspira y vuelve a subir sus anteojos que se resbalan por el puente de su nariz.

– Tengo miopía, ¿Que tal si hacemos piedra, papel o tijera? La que gana, se queda con el banco.

– ¿Y la que pierde? – pregunto dudando. El chico nos vuelve a hablar.

– Guardé este asiento por si acaso – saca su mochila del asiento que está detrás suyo. Observo a la chica que tiene cabello corto por los hombros y con un color de ojos café bien oscuro y sonrío.

– Me parece bien, ¿lista?

Asiente y ambas sacudimos nuestros puños dando inicio al juego. Hago un puchero cuando yo saco papel y ella tijera.

– Gané – festeja–. En verdad lo siento, pero no miento al decir que no veo nada – sacudo mi mano quitándole importancia.

– No te preocupes. Por cierto, soy Summer.

– Yo soy Abbie – me sonríe amablemente.

– Y yo Carter – volvemos a mirarlo y él vuelve a sonrojarse. Es tan alto que tiene que hacer una extraña posición con sus piernas para  que no choquen contra la mesa. Tiene el cabello un poco largo y teñido de verde. Un verde muy chillón.

Le sonrío a él y me siento detrás suyo.

– Gracias por ser mi testigo y afirmar que acechaba el banco.

– Te vi desde que entraste. Era gracioso la forma en la que caminabas rápido para conseguirlo – se me escapa una risita.

– Yo llegué tarde, pero mi idea era estar en los primeros asientos – dice Abbie.

Me inclino para responderle, pero todo se sume en silencio cuando la profesora ingresa.

Estar aquí me hace sentir que después de mucho tiempo he tomado la decisión correcta. Y eso me hace querer pararme y dar saltitos mientras grito. Porque, a ver, una persona como yo que cada decisión que toma siempre termina siendo la equivocada, esto es todo un logro.

Tomo nota de todo lo que la profesora va explicando. Y, de hecho, la clase se me hace corta. Supongo que eso sucede porque por fin estoy haciendo lo que me gusta, se que no siempre vendré con ánimos a estudiar, pero estar aquí hace que no me deprima viendo cómo será mi futuro y la rutina que tendré.

Guardo mis cosas cuando ya otra profesora termina de dar la segunda materia. Si organizo mi tiempo, puedo hacer que venir a la universidad, estudiar y trabajar funcione bien. Obvio que el descanso también entra ahí.

– ¿Es necesario aprender tantas matemáticas si solo haremos que los niños dibujen? – pregunta Cárter mientras caminamos por los jardines de la universidad.

– Tendremos que enseñarles a los niños a contar – le responde Abbie.

– Ya, pero eso lo sé hacer.

– En algún momento nos servirá, supongo – frunzo mi ceño. En algo servirá, por más que no quiera ser maestra de Matemáticas y me especialice en Lengua. Descarté la idea de ser maestra de jardín o kinder porque sentía que niños tan pequeños serían demasiado para mí.

– Espero que no, porque yo pienso dar clases de Lengua y Ciencias Sociales – dice Carter.

– ¡También yo! – digo emocionada.

– Yo de matemáticas y Ciencias Naturales.

– Cada uno con sus gustos – le dice él a Abbie. Suelto una risita porque ella se puso malhumorada, es fácil hacerla enojar y eso él lo disfruta.

– Debo irme, pero nos vemos mañana – digo avanzando para tomar el colectivo.

– ¡Recuerda averiguar de qué nos servirá aprender a dividir!

Suelto una carcajada por lo que dijo Carter. Yo creo que jamás me aburriré en los horarios de clase con esos dos.

Por suerte apenas llego a la parada de colectivos llega el que me deja cerca de mí departamento. Bueno, en realidad es un mono ambiente, pero lo dejemos en departamento. La zona en la que se encuentra no es la mejor, pero no podía pretender mucho con lo que pago de alquiler.

Dos personas bajan conmigo del colectivo, pero toman caminos diferentes al mío. Me acomodo correctamente la mochila mientras camino y me detengo frente a mi edificio. No le prestemos mucha atención a las paredes de los edificios que hay por aquí, aunque los dibujos urbanos que tienen le dan el toque para que sea un zona turística, a qué sí.

Subo las escaleras de la entrada e introduzco la llave; no hay ascensores, así que tocará subir las escaleras hasta el piso tres. El piso del pasillo cruje bajo mis pies a medida que avanzo y la puerta blanca donde yo le dibujé varias flores me da la bienvenida. La abro y me recibe mi pequeño espacio que almodee para mí; por fin tengo mi lugar, mi espacio. Es chiquito; de un lado tengo la cama y a su lado está un pequeño armario y frente de esta está la cocina. Hay espacio para poner un pequeño sofá y una mesita pequeña (esa la utilizo para desayunar o merendar) y almuerzo en la isla que divide la cocina y… pues mi habitación. Peeero, el baño si está en un cuartito aparte y además tengo un pequeño  balcón a punto de caerse, todo un lujazo. Piso de madera, paredes blancas, cuadros que encontré tirados que pude repararlos, y macetas sin plantas es la decoración que tengo.

Dejo mi abrigo colgado en un perchero y voy hacia la cocina para prepararme el almuerzo. Mientras todo se cocina me quedo mirando el marco con la foto de mi madre y mía colgada en la pared. Sí hay días en los que me siento sola; fue peor cuando fue mi cumpleaños, creí que volvería llorando para donde mi tío, pero pude sola; pude calmarme y llorar a mi antojo, sin tener miedo a preocupar a los demás, solo estuve yo.

Aún algo sigue dañado dentro de mí, y no sé que es. Sé que todo va en marcha, pero aún así siento que falta algo.

Salvo que ahora no me detendré a averiguarlo, seguiré con todo lo que quiero lograr. Porque si no sé que es lo que me falta, entonces puede que no sea tan necesario en mi vida.








Alguien le puede decir a Summer que no todo se mantiene así de tranquilo en la vida???

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Hasta Que Lo Infinito Se Acabe.Where stories live. Discover now