Capítulo final/ Lo efímero que se volvió infinito.

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Siete años después.

Summer.

Me coloco el saco, la bufanda y unos guantes. Tengo que andar apretada por tanta ropa gracias al invierno. Lo único lindo acá es ver cómo le queda su gorrito de osito a Winter.

Sí. Invierno en inglés.

Idea mía que fue aceptada por Teo. En cuanto tuve a mi hijo en brazos fue como descubrir algo mágico. Así veo el invierno: no puedo ver a simple vista lo que oculta, pero a muchos les gusta, porque le encuentran ese toque de belleza que yo veo en el verano. Siento que con mi hijo es así, que solo los indicados podrán ver la magia que él oculta. Además, que en él veo esa combinación de armonía y perfección que grita el invierno.

Teo se quedó cautivado por nuestro hijo. Tanto que dijo que no le importaría completar las estaciones. Pero que ni lo sueñe. Esa idea que tuve de tener cinco hijos se esfumó en cuanto los dolores de parto comenzaron a aparecer, sin nombrar los nueves meses donde todos los días tenía náuseas y ni mencionemos las horas que me costó tenerlo porque no dilataba. No, paso.

Cargo a mi bebé que, por más que solo tenga seis meses, pesa mucho, eso y sumándole que heredó la estatura de su padre y parece más a un niño de un año que solo de unos cuantos meses.

Me inclino para agarrar mi bolso, pero Teo se me adelanta.

- Lo tengo – dice besando mi mejilla y abriéndome la puerta de casa para salir. A su lado lo acompaña Caramelo, contento por dar un paseo.

Dejo a Winter en la silla para bebés dentro del auto, le abro la pueta a Caramelo para que se suba y luego me siento en el asiento de copiloto. Teo comienza a manejar camino a la escuela.

- ¿Estás seguro que podrás con ambos? – es dejar a Winter y Caramelo a cargo de Teo. Y Winter salió con el mismo humor que él, entonces imagínense lo destruido que puede quedar un lugar con ellos tres juntos.

- Sí, además, ¿no dejaste todo listo en el bolso con las cosas de Winter? Y al bicho solo le doy una galleta y se calma.

- Tu mamá no tiene problemas con cuidarlo... - digo probando terreno. Aunque sé su respuesta. Ni siquiera puedo plantear la idea cuando ya se está negando.

- Puedo cuidar de mi hijo.

Suspiro y miro por la ventanilla. Se estresa mucho cuando Winter no está en sus brazos o en los míos; entiendo su postura de que nadie lo cuidará mejor que nosotros, pero llegará el momento en el que ninguno de los dos podrá llevarlo a nuestros trabajos y deberemos buscar ayuda. Pero si se niega a que su propia abuela lo cuide no me quiero imaginar si digo de alguien ajeno a nuestra familia.

Teo estaciona frente a la escuela.

- Cualquier cosa que suceda me llamas – me despido, pero cuando quiero abrir la puerta Teo pone el seguro – ¿Qué...? – me observa esperando algo y caigo en cuenta qué es.

Sonriente me acerco para besar su mejilla, pero él acuna mi rostro y une nuestras bocas. Escucho el sonido del seguro quitarse y rio divertida.

Me bajo y abro la puerta trasera para despedirme de Winter. Muchos dicen que es un bebé muy serio, pero la sonrisa que me regala en cuanto me ve hace que me derrita de ternura.

- Pórtate bien – digo, besando su cabecita –. Y tú cuídalo, Caramelo.

Caramelo ladra y miro a Teo, nuestros ojos se conectan a través del espejo retrovisor.

- Y tú también pórtate bien, te amo – me fulmina con la mirada, aunque divertido. Con ese brillo que me encanta.

- Te amo.

Cierro la puerta y veo el auto alejarse. Ahí, en ese auto está mi familia, las personas que amo y quienes me aman. Allí va el amor de mi vida junto a la nueva personita que tiene mi corazón.

- Hola, Maestra – le sonrío a mi alumno que sigue de largo hasta el interior de la escuela.

Soy dueña y directora de mi sueño. Costó mucho logarlo, hubo muchos impedimentos, pero quien diría que después de tantos caminos erróneos, por fin estoy en el correcto.

Hasta Que Lo Infinito Se Acabe.Where stories live. Discover now